HISTORIA / Julio Argentino Roca y el revisionismo (parte 2) / Escribe: Francisco José Pestanha



(viene de la edición de ayer)

El compromiso de Roca con los intereses británicos llegará para Chávez al extremo: “El general Roca, luego de transferir el cargo a Juárez Celman, se trasladó a Inglaterra. Banqueros y comerciantes británicos, agradecidos por su política económica a la medida de la metrópoli financiera (continuación de la de Mitre y Sarmiento), lo esperaban agradecidos. Y el 9 de julio de 1887, la casa Baring y otros financistas le ofrecieron en el Richmond un estupendo banquete cuyos pormenores -menú incluido- están retratados en un folleto, que anda por ahí, titulado “El Teniente General Julio A Roca y el comercio inglés”. Conviene leerlo para refrescar la memoria y conocer por qué los comerciantes británicos estaban tan agradecidos con el habilidoso tucumano"[11]

Mientras gran parte de los integrantes del revisionismo coincidirán en el que el roquista constituyó un período de afianzamiento de la dependencia argentina, otros, sin refutar radicalmente esta circunstancia, resaltarán algunos aspectos de su gestión.


Así Arturo Martín Jauretche lo considerará a Julio Roca como gestor de ciertas políticas de carácter nacional, sosteniendo que con él “…la extensión vuelve a formar parte de la política nacional[12]”. Para Jauretche la creación de un ejército moderno y profesional y ciertas medidas de índole económico impulsadas durante su gobierno constituirán pasos efectivos que posibilitarán un incipiente desarrollo industrial.[13]. A fin de sustentar su tesis, el fundador de FORJA, alegará que en aquella época (la de Roca) se producirá “…la modernización y crecimiento de las industrias azucareras y vitivinícola, a la que por cierto la metrópoli británica no opuso mayores dificultades”[14].

Por su parte Jorge Abelardo Ramos, inscripto en un revisionismo orientado por la corriente de la izquierda nacional, planteará una mirada alternativa. En un artículo publicado bajo el titulo “Roca como caudillo” sentenciará tajantemente: “Así como no se puede entender a Perón sin comprender a Yrigoyen (importante caudal de Yrigoyenistas ingresó en 1945 al Peronismo ya que veía reivindicada, ese año, una lucha amarga contra el alverarismo) tampoco puede inteligirse realmente a don Hipólito sin rastrear los orígenes del radicalismo en las huestes del roquismo moribundo”[15]

Perfilando a Roca como un conductor, Ramos proclamará que si “Roca cubrió treinta años de la vida nacional, no se debió a sus mañas o astucias políticas (…) sino a la evidencia que grandes fuerzas de la vieja sociedad argentina se encontraron representadas en él (…) Nos referimos en primer lugar al antiguo partido federal de provincias con sus múltiples denominaciones, sin olvidar al célebre partido “ruso” de Córdoba”[16]

Mientras que para Abelardo Ramos el roquismo constituirá una etapa transicional de la que se nutrirán nuevas fuerzas nacionales - para otros - lo transicional estará vinculado a la desaparición del antiguo federalismo[17]. En su defensa del período roquista Ramos ira más lejos, y se inmiscuirá en cuestiones que aún despiertan polémicas inconciliables como la denominada “campaña al desierto”. Ensayando tenaz y fervientemente, aunque con que con argumentos cuestionables una defensa histórica del tal acción, el autor de la “Historia de la Nación latinoamericana” manifestará que “… la oligarquía terrateniente que se apoderó de las tierras de indios y gauchos, condenó a ambas corrientes del pueblo a sufrir un destino aciago, pero es justo consignar que la conquista del desierto realizada por Roca y el Ejército de su tiempo no solo establece un principio de soberanía en ese tiempo harto dudoso, sino que libera al gaucho retratado por Hernández del martirio inacabable del fortín en la frontera”[18].

Para Ramos, Roca será un caudillo liberal, pero liberal nacional “…ya que encarnó el progreso histórico y llevó el presupuesto nacional hasta el último rincón de las provincias” y además, “… creó todas las estructuras modernas del Estado, restableció aranceles proteccionistas e impulsó las grandes obras con las que el país cuenta todavía”[19]

Enunciadas sintéticamente algunas de las proposiciones que el revisionismo ensayó respecto a Julio Argentino Roca, bien cabe a modo de conclusión, formular algunas breves reflexiones sobre el período que le tocó protagonizar y su gestión al mando del Estado nacional.

Julio Argentino Roca provino de una austera aunque tradicional familia tucumana. Aún así gobernará un período transicional que lo llevará indefectiblemente a constituirse en el jefe político de un régimen que tendrá sustento en dos fuerzas históricas dominantes; los sectores oligárquicos y la Gran Bretaña, como metrópoli y centro de las aspiraciones de éstos últimos.

Su jefatura construida principalmente a partir del prestigio militar y de su comprobada habilidad política –como bien señala Marcelo Gullo[20]- responderá por un lado, a exigencias de la época que obligaron a la ciudad puerto (Buenos Aires) a ceder parte de su hegemonía ante el peso político y militar de las provincias, y por el otro, a la necesidad de éstas últimas en sostener una conducción férrea que les permitiera garantizar la paz interior en cada una de ellas.

Si bien no puede ubicarse Roca dentro de los sectores adheridos a la ortodoxia liberal, las circunstancias históricas lo llevaran a conducir un programa librecambista, centralista y dependiente. Aunque algunas medidas de índole económico como las enunciadas por Jauretche plantearan contradicciones con el liberalismo clásico y además representaran las aspiraciones de algunos heterodoxos de esa generación como Carlos Pellegrini, en los hechos, es evidente que Roca se lo haya propuesto o no “…no pudo romper la hegemonía construida por la oligarquía portuaria cooptada por los intereses británicos”[21]


En el marco de tal heterodoxia la preocupación del “zorro”[22] por ampliar el ejercicio efectivo del poder territorial y garantir la presencia del Estado en toda la geografía constituyen, a la fecha, aspectos ponderables de su gestión, aunque pueda interrogarse sobre los medios y métodos utilizados. Esta última referencia no implica una mirada retrospectiva del pasado desde categorías del presente - y menos aún - una enunciación con aspiraciones demagógicas.

Constituye una evaluación de probabilidades ya que el disciplinamiento, la persecución y la eliminación de criollos, gauchos y comunidades nativas por medio de la violencia autocrática que caracterizó no solamente su gestión, sino el anhelo “civilizador” de parte de su generación, no integró una posición unánime, inclusive, dentro de elites vinculadas poder de la época y menos aún, de aquel ideario federal que, aunque derrotado por las armas, sobrevivía, resistía culturalmente y se preparaba, lentamente, para renacer.


* Profesor Titular del seminario “Introducción al Pensamiento Nacional en la Universidad nacional de Lanús e Miembro del “Instituto Dorrego”.
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[1]1] Paz, Carlos: “La concepción de la historia y el Pensamiento Nacional”. Revista Proyecciones del Pensamiento Argentino, a 40 años de la Comunidad Organizada”. Abril de 1989.

[2][2] Paz, Carlos: ibídem.

[3][3] Sociólogo e historiador. Entre sus obras más destacadas se encuentra “Hernández y Fierro; la otra cara de la historia” publicada por la Editorial Catálogos. Su obra fue resaltada extraordinariamente por Silvio Juan Maresca en la comunicación leída el 13 de Junio de 2003 en la Biblioteca Nacional, con motivo de conmemorarse un aniversario del fallecimiento del autor, publicada en la revista “Peronistas” bajo el titulo “Carlos Paz, intelectual y militante”. Versión digital en: http://www.cepag.com.ar/pdf/peronistas_4/maresca.pdf

[1][4] Paz, Carlos: ibídem.

[4][5] Jaramillo Ana: “Los Historiadores y las historias”. Periódico Pagina 12, Domingo 4 de diciembre de 2011

[5][6] Jaramillo Ana: ibidem

[6][7] Rosa José María: “Historia Argentina”. Tomo 8. Editorial Oriente. Págs 157 a 191

[7][8] Chávez, Fermín: “Diccionario Histórico argentino”. Ediciones Fabro. Año 2005

[8][9] Palacio, Ernesto: “Historia Argentina”. Editorial Peña Lillo. II tomo. Año 1960.

[9][10] Chávez, Fermín: “Historia del país de los argentinos”, Bs. As, ed. Peña Lillo, 1972

[1][11] Chavez: Fermín, “Historia del país de los argentinos”. Bs. As, ibídem

[10][12] Jauretche, Arturo: “Ejército y política” Corregidor, Bs.As., 2008.

[11][13]. Jauretche, Arturo: “Ejército y política” ibídem

[12][14] Jauretche, Arturo: “Ejército y política” ibídem.

[13][15] Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo,” Diario Mayoría. Domingo 21 de Julio de 1974

[14][16] Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo,” ibídem

[15][17] "Era Roca un nuevo tipo de político: el caudillo liberal, una especie de Mitre nacionalizado, ubicado ideológicamente en las ideas sarmientinas y en línea de Reforma de Rivadavia. Si hablamos con rigor, más allá de su habilidad para ganar votos y a los que podían dar lustre a su gobierno, fue la expresión cabal de ese período de transición de la Argentina -que se inició con Avellaneda- , en que nuestro país dejó de ser federal. Chávez, Fermín: Historia del país de los argentinos, Bs. As, ed. Peña Lillo, 1972. (pág 330)

[16][18] Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo”. ibídem

[17][19] Ramos, Jorge Abelardo: “Roca como caudillo” ibídem.

[18][20] Marcelo Gullo: Es doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador, Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario, graduado en Estudios Internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid. Autor, entre otras obras, de La insubordinación fundante: breve historia de la construcción del poder de las naciones” Editorial Biblos.

[19][21] Marcelo Gullo: ibídem

[20][22] Apodo con que en la época se hacia referencia a Julio Argentino Roca.

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