El mito del aislamiento mundial de la Argentina que la derecha local agita como periódico fantasma recibió esta semana dos duros golpes: la visibilidad que adquirió el reclamo de diálogo argentino por Malvinas ante la ONU y el ingreso de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, como accionista de la YPF renacionalizada.
Casi al mismo tiempo que Cristina Kirchner formulaba un discurso impecable ante el Comité de Descolonización de la ONU, Slim decidía quedarse con el 8,4% de las acciones de YPF, conducida por el Estado argentino. El gesto es importante si se considera que el proceso de recuperación de la soberanía energética fue boicoteado y calificado como “confiscatorio” por la española Repsol y sus voceros pagos en nuestro país y el exterior, tratando de generar una corriente de opinión adversa de pretendida escala internacional bajo el eje de la “inseguridad” jurídica. Es de lógica elemental que ningún hombre de negocios invertiría su plata allí donde puede perderla. Y Slim, el dueño de Telmex en México y de Claro en la Argentina, es uno de ellos. No cualquiera, además. Es el más rico, es decir, traducido al lenguaje del poder y del dinero, el más capaz entre los suyos. En este caso, invirtiendo en la principal empresa nacional, confiando a su vez en el manejo del gobierno kirchnerista al que Clarín y La Nación castigan diariamente con los argumentos catastróficos del establishment, que ven chavismo donde apenas hay un Estado presente. Se ve que Slim no lee esos diarios. O, directamente, no les lleva el apunte porque, todo indica, no parece haber cedido al chantaje espanta-inversores. Más bien ocurrió lo contrario.
¿Cómo puede ser que el gobierno del país considerado de los peores alumnos del Consenso de Washington, el que hundió el ALCA en Mar del Plata y además, en teoría, avanza como tromba sobre el derecho de propiedad sea, en simultáneo, percibido como confiable para sus inversiones por un multimillonario? ¿No será exagerado el discurso que alimentan los consultores económicos que ven a nuestro país caído del mapa? Y esa exageración, ¿será producto de que se quedaron en el ’95 y no entienden el mundo que viene?; ¿o será una manera de encubrir sus intereses políticos concretos, revistiéndolos de neutrales matemáticas? Por ejemplo, Carlos Melconian: a esta altura, con lo de Slim no debe entender nada. Tanta prédica liberal como consultor “independiente” en los canales amigos para que, al fin de cuentas, un megaempresario desoiga sus supuestos abismales repetidos en cadena nacional por TN y América TV. O quizá sí entienda Melconian y simplemente haga su juego, precisamente, por lo que TN y América TV ocultan cuando lo presentan desde sus zócalos: Melconian hace campaña junto a Miguel Del Sel para el PRO por las provincias litoraleñas. Sus análisis económicos están interferidos por sus ganas de que el kirchnerismo fracase, única posibilidad de que su jefe político, es decir, Mauricio Macri, se convierta en un candidato con alguna chance. En definitiva, no dice lo que ve, sino lo que su candidato quiere escuchar. Por eso mismo, quizá su opinión haya dejado de ser influyente sobre cierto tipo de empresario que apuesta a leer las oportunidades con sus propios ojos y no por los de un vaticinador funesto que sueña ser designado en un fututo incierto como ministro de Economía de un gobierno improbable. Tal cual está el mundo hoy, Carlos Slim puede invertir en la Argentina pero resulta casi de ciencia ficción que Melconian recale en el Palacio de Hacienda. Algo ocurre, para los que quieran verlo, claro.
Volviendo a la ONU, Cristina Kirchner reveló en su ponencia que durante el tercer gobierno de Juan Domingo Perón, Inglaterra había aceptado secretamente la soberanía compartida en Malvinas. Fueron negociaciones que comenzaron en 1973, se enfriaron con la muerte del general y quedaron definitivamente rotas con el golpe cívico-militar de 1976. Ahora que David Cameron militariza la zona y se niega a sentarse a hablar sobre los derechos argentinos, es un argumento poderoso. Para la mayoría de la comunidad internacional, este avance diplomático era desconocido. El pedido de retomar el diálogo en ese punto no sólo es atendible: pone al Reino Unido en una situación de negativa casi ridícula. Hablaron con el Perón reelecto en las urnas de los ’70, guerrearon con la dictadura genocida, y hoy que la Argentina está al borde de cumplir 30 años de democracia ininterrumpida, se niegan a sentarse a la mesa de negociaciones, optando por una escalada bélica en la región que sólo produce reproches en América Latina, incluso, de un viejo aliado británico como Chile, que ante la ONU, apoyó sin fisuras el reclamo nacional.
LUCHE Y VUELVE. Juan Manuel Abal Medina (padre) une buena parte de todas estas historias con el pasado reciente. Como secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, comandó el Operativo Retorno que trajo a Perón a la Argentina, después de 18 años de proscripción y exilio, haciendo equilibrio entre las organizaciones armadas y el sindicalismo ortodoxo. Hermano de Fernando, fundador de Montoneros; amigo del metalúrgico Lorenzo Miguel, ex marido de Nilda Garré –actual ministra de Defensa– y padre de cinco hijos, entre ellos, Juan Manuel, jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, su solo nombre exuda peronismo y militancia, enlazando a varias generaciones. Con el golpe del ’76, tuvo que asilarse en la Embajada de México junto a Héctor Cámpora. Estuvo recluido en la sede diplomática hasta el final de la Guerra de Malvinas, cuando logró el salvoconducto que lo llevó a la libertad pero también al destierro por peronista. Abal Medina rehizo su vida en México, donde trabajó como abogado, llegó a ser funcionario y se hizo muy amigo de un hombre que, hace tres décadas, era un entrepreneur del rubro gastronómico con facilidad para hacer dinero. Su nombre, Carlos Slim
Desde su casa en el DF, la tarde del viernes 15, Abal Medina atendió al programa Mañana es hoy, de Radio Nacional. Lo que sigue es un extracto de la entrevista:
–Se conoció hoy la compra de Carlos Slim del 8,4% de YPF. Usted lo conoce. ¿Nos puede contar quién es?
–Primero aclaro que no soy asesor ni abogado de Slim. Somos amigos y tenemos una relación cercana. Lo conocí incluso antes de que fuera tan poderoso. Ha hecho una enorme fortuna con su trabajo y el trabajo de sus hijos, todos ellos muy idóneos para los grandes negocios internacionales. Él se inicia en rubros comerciales que heredó de su padre, es ingeniero con posgrados en los mejores lugares de EE UU, y cuando toma el control de los negocios familiares, el grupo era un grupo centralmente comercial, con una cadena de cafeterías, con negocios anexos muy conocidos en la ciudad de México, y algunos comercios de telas. Ingresa rápidamente en otros rubros, empezando por la minería y crece mucho. Crea uno de los grupos que se presentan a la licitación cuando se decide la privatización del sistema telefónico mexicano, en 1990. Gana esa licitación y a partir de allí inicia una enorme expansión. Con la liquidez que dan los negocios telefónicos más su capacidad financiera, hace que el grupo se expanda enormemente. Ahí comienza a ser considerado el segundo o tercer CEO del mundo, como propietario de paquetes importantes y conocidos de acciones de empresas que cotizan en Bolsa. Es de una enorme fortuna, es un gran inversor y ha manifestado una clara confianza en la economía argentina, no de hoy, sino desde hace tiempo. Tuvo una relación muy cercana con el ex presidente Néstor Kirchner, y a posteriori con Cristina. Esta operación de ayer, muy importante, que ronda los 320 millones de dólares, da cuenta de la envergadura de la operación: casi un 8,5% del total de YPF. Slim además tiene una empresa constructora de plataformas para la explotación petrolera y empresas de obras públicas de gran envergadura. Su participación tan directa creo que será favorable para YPF y para Slim, porque Carlos no hace malos negocios.
–Bueno, de hecho subieron las acciones de la YPF nacional en la Bolsa de Nueva York.
–Subieron, sí. Es lógico cuando Slim o este tipo de personas entra en alguna empresa. Esto sí lo charlábamos con él el otro día, que se iba a producir. Apenas YPF comience a operar con la nueva conducción, con nuevas alianzas estratégicas que se están haciendo, la acción de YPF va a ir a un nivel muy superior al actual.
–Sin dudas es una buena noticia, porque hasta ahora Clarín, La Nación y Repsol hablaban de la renacionalización de YPF como si fuera una simple confiscación, eso que alarma a los hombres de negocios, y de repente el hombre más rico del mundo decide invertir en la Argentina.
–Claro, y este es uno de los hombres más poderosos hablando de negocios. Y tiene otras apuestas en la Argentina, donde está incrementando su participación, como en el negocio telefónico. Él es dueño de Claro, con un programa de inversiones muy importante en la Argentina para el año próximo. Slim ha negado públicamente que Argentina ofrezca algún tipo de riesgo, como dicen algunos economistas en esos medios hegemónicos. Argentina tiene un problema serio con la presencia del grupo mafioso Clarín, problema viejo, desde que se creó, en la segunda mitad de los ‘40. Un grupo de extorsionadores, que en su nueva edición maneja este pobre hombre de Magnetto, con periodistas venales a su servicio. ¿Cuándo los argentinos haremos algo para sacarnos este problema de encima?
–Por lo pronto, los argentinos votaron a Cristina Kirchner con el 54 % de los votos, avalando la Ley de Medios de la democracia, que rige a medias por una cautelar.
–Esperamos que pronto estos grupos se adecuen a la ley que apoyó la mayoría del pueblo, y que apoyaron la mayoría de los periodistas, y que las cosas tomen su curso.
–Se está avizorando un futuro muy interesante en las relaciones económicas en América Latina, en las inversiones de grupos latinoamericanos. ¿Cómo cree que va a seguir proyectándose esa cooperación?
–El esquema del Mercosur por un lado, y la ampliación de ese esquema a prácticamente todo el continente, y ahora la que yo creo casi segura incorporación de México, dentro de lo que permite su situación geopolítica, pero con una nueva realidad política que habrá a partir del 1 de julio –donde las elecciones las ganará una de las dos fuerzas claramente partidarias de mirar hacia el sur, como lo es el PRI históricamente, y también el PRD– que es muy auspiciosa. El PAN afortunadamente no tiene ninguna posibilidad de continuar en el gobierno. Veo las mejores posibilidades para una integración mayor de América Latina que nos permita pasar una década que se viene encima muy difícil, porque lo de Europa es grave y va a durar mucho, una crisis muy profunda, que va a tardar mucho en aterrizar por el sobredimensionamiento total que tuvo. Nosotros necesitamos robustecer nuestro ámbito. Creo que el eje Argentina, Brasil y México es fundamental, sin olvidar otros países como Colombia, y lo veo con muchas posibilidades por la necesidad que nos genera esta situación internacional y por este cambio político que se producirá en México.
–Es inminente ese cambio. Todo parece definirse, como usted dice, entre Peña Nieto y López Obrador (PRI y PRD). A propósito del gran movimiento juvenil que se llama El 132, que tiene a Peña Nieto como objetivo a condenar, ¿qué incidencia puede tener este movimiento, puede ser que López Obrador gane las elecciones de julio?
–Hoy, la moneda está en el aire. Creo que Peña Nieto lleva una ventaja. Está por verse cuál será la influencia que pueda tener el movimiento estudiantil sobre la jornada electoral. Mi impresión personal es que Peña Nieto ganará la elección, pero ajustadamente. ¿Por qué el movimiento juvenil se expresó así sobre Peña Nieto? Porque se visualizó que el principal grupo de medios, Televisa, era el que apoyaba a Peña Nieto. No es un tema tan lineal, pero este fue el motivo del rechazo, y algunos manejos equivocados del candidato priista. En los dos casos, habrá una mirada hacia Sudamérica que no ha existido con el PAN, salvo hacia el Pacífico con esa desafortunada alianza reciente que generó Calderón con Colombia, Perú y Chile.
–¿Qué opinión tiene de Cristina Kirchner?
–Es una gran compañera, una gran presidenta, con el mejor nivel intelectual que hemos tenido, admirable en muchos sentidos, un lujo para la Argentina.
–¿Y a Juan Manuel, su hijo, en la jefatura de Gabinete, como lo ve?
–Lo veo muy bien. Me pone muy contento toda esta generación nueva, cómo los Kirchner han sabido mover las fibras más intimas de la Argentina. No le voy a negar que la actuación de mis hijos, en especial la de Juan Manuel, me provoca orgullo. Cuando los hijos, en mi caso mis cinco hijos –Juan Manuel, Santiago, Fernando, María Dolores y Paula– son tan iguales y siguieron nuestros mismos caminos, parece entonces que tan equivocados no estábamos. Todos bancando el proyecto.
–Lo llevo un poco a los ’70. ¿Conocía las negociaciones sobre Malvinas entre Perón y el Reino Unido?
–Conozco el tema, lo conocí en aquel entonces. Sí, tuvo importancia, sin duda, pero la muerte del general truncó el acuerdo. Hay que decirlo: no estábamos al borde del acuerdo tampoco. Fue una iniciativa de soberanía compartida. Para Inglaterra era muy oneroso, muy gravoso sostener Malvinas.
–Este 17 de noviembre se cumplen 40 años del retorno del General Perón a la Argentina. La fecha pasó a la historia como el Día de la Militancia, en homenaje a todos los que protagonizaron e hicieron posible el Luche y Vuelve. Pensaba en su exilio interno tras el golpe, en la Embajada de México, y el posterior destierro. ¿Nunca se le ocurrió volver a radicarse en la Argentina?
–(Se hace un silencio) Lo más probable es que eso suceda pronto. En lo que queda del año.
Solidaridad con Esteban
Nada de lo que sucede durante una guerra es bueno, ni deseable. La guerra produce héroes, es cierto, pero muchos más cadáveres que alimentan cementerios. La de Malvinas todavía duele. Es una herida que cicatrizará en un futuro muy lejano. No habrá discursos únicos por décadas, sino un relato coral, y habrá que aceptar que así sea. ¿Cómo tener un discurso unánime cuando fue decidida por el terrorismo genocida para perpetuarse, sabedor del histórico espíritu anticolonialista de los argentinos? Esta sola definición encierra complejidades filosóficas, políticas y culturales prácticamente inabordables para mí.
En los homenajes por los 30 años del conflicto, Cristina Kirchner habló de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Desclasificó el Informe Rattenbach y profundizó una estrategia pacífica y democrática para recuperar las islas. Pero no habló de gesta. Habló, más bien, de algo que nunca tendría que haber ocurrido, aunque haya ocurrido. Habló de una guerra que produjo más muertes por suicidio tras la derrota que mientras sonaban los disparos. También reconoció al CECIM La Plata y esto provocó malestares con otras tendencias que tienen interpretaciones propias de los sucesos. El desafío, entonces, es la convivencia.
Hace pocos días, en este mismo diario, el ex combatiente argentino César González Trejo tuvo calificativos inapropiados para el también ex colimba argentino Edgardo Esteban. No vamos a reproducirlos, no corresponde, son de otro tiempo. Respetuoso de las diferencias existentes en una historia a la que entro en puntas de pie, consciente de las fragilidades que componen esta trama, exijo mínimamente como director de un diario donde todas las voces se ven expresadas que estas no ayuden a sostener prejuicios ni persecuciones infamantes.
Desde estas líneas, mi solidaridad con Esteban.