ARGENTINA / La razón de sus vidas / Nota






Por primera vez se plantea un repaso biográfico de las dos mujeres más emblemáticas del peronismo. Como aclara la historiadora, no se trata de una comparación sino “de una interpretación de lo que sucedía cuando una generación tomaba la posta de la otra”.



Capítulo 3. El amor.


Eva definió su encuentro con Perón como “su día maravilloso”. Cristina, después de que conoció a Néstor Kirchner, simplemente dijo: “Me enamoré.”
Eva tenía veinticuatro años y Perón cuarenta y nueve, tardaron un año y nueve meses en contraer matrimonio aunque, muy rápido, iniciaron una disimulada convivencia. Cristina de veintiuno y Néstor de veinticuatro lo resolvieron en apenas seis meses: se casaron y, después de un tiempo, se fueron a vivir al sur.
El 15 de enero de 1944, se produjo en la provincia de San Juan un movimiento sísmico que destruyó el noventa por ciento de los edificios de la ciudad capital. Distintos sectores de la comunidad nacional, entre ellos, la colonia artística, organizaron colectas para ayudar a las víctimas.
En el gobierno nacional habían sucedido cambios importantes. El presidente Ramírez fue remplazado por el general Edelmiro Farrell. La dirección de Trabajo se había transformado en la secretaría de Trabajo y Previsión, donde los coroneles Juan D. Perón y Domingo Mercante recibieron a un grupo de actores, entre los que estuvieron Oscar Valicelli, Luisa Vehil, Nuri Montsé, Enrique Muiño, Silvana Roth y Pepe Iglesias, quienes acudieron a ofrecer su colaboración.
El 22 de enero de 1944 se realizó en el Luna Park un festival artístico para recaudar fondos. Fue en esa ocasión cuando Eva se acercó al coronel Perón. Según varios testigos, esa noche compartieron la cena y, desde entonces, no se separaron más.
Así lo recordó Evita en La razón de mi vida: “Todos, o casi todos, tenemos en la vida ‘un día maravilloso’. Para mí, fue el día en que mi vida coincidió con la vida de Perón. El encuentro me ha dejado en el corazón una estampa indeleble; y no puedo dejar de pintarla porque ella señala el comienzo de mi verdadera vida.”
En una conversación más íntima, precisó detalles de cómo se había producido el encuentro, cuando ella, que estaba en compañía de su amiga Rita Moreno, ocupó la silla que había quedado vacía al lado del coronel: “Yo no puedo decir ahora cómo me animé a hacerlo. No lo pensé, porque si lo hubiera hecho me habría quedado donde estaba… Pero el impulso lo hizo todo. Vi el asiento vacío y corrí hacia él, sin pensar si correspondía o no. Me vi de pronto junto a Perón, que me miraba con aire un tanto asombrado y empecé a hablarle… Hablarle de cualquier cosa, de la fiesta, de la necesidad de colaborar… Qué sé yo… Ni me acordaba de mi amiga, ni miraba las caras de los presentes, sorprendidos quizá por mi desparpajo. Lo real es que yo estaba allí, conversando con Perón, roto ya el hielo inicial, y sin que nadie hiciera nada por sacarme de ese lugar. No podían hacerlo. Ya estábamos hablando como si nos conociéramos de toda la vida…
Los números artísticos se iban sucediendo, y compartíamos los aplausos y el entusiasmo de la gente. Cuando el acto terminó, Perón me invitó a que lo acompañara a comer algo por ahí. Acepté y fuimos. Quedé marcada a muerte. Fue, como lo dije tantas veces, mi día maravilloso.”
El 21 de septiembre de 1974, Cristina estudiaba en casa de Omar Busqueta y Ofelia “Pipa” Cédola, compañeros de facultad con los que estaba preparando un parcial de la materia Derecho Civil IV. A Omar le avisaron que había fallecido una tía, y Pipa dijo que lo acompañaría al velorio. Al rato, apareció Néstor.
Así lo relató Cristina: “Venía de festejar el Día del Estudiante y estaba ‘re-puesto’, alegre como nunca… ¿la verdad?, estaba borracho. Mientras yo estudiaba Derechos Reales, él me gastaba, se burlaba. Al principio me puse loca, después me empecé a divertir con sus ocurrencias y gracias de borrachito. Esa fue la primera vez que estuvimos mucho tiempo solos.”
Néstor era un muchacho que en 1969 había llegado a La Plata desde la provincia de Santa Cruz también para estudiar Derecho. Le decían “Lupín” en alusión al personaje de historieta creado por Guillermo Guerrero para la revista Rico Tipo, publicada durante la década de 1950; el personaje representaba a un piloto de aeroplanos con un notable parecido a Kirchner.
Según el testimonio de sus compañeros de estudio, Néstor lucía un aspecto descuidado, con el pelo largo y lacio, y los anteojos culo de botella.
Tres décadas después de su encuentro con Kirchner, en un programa de televisión, la senadora Cristina Fernández recordó el aspecto que él tenía cuando lo conoció: “Cuando llegó a casa, mi madre casi se muere. Tenía un look muy Mayo Francés. ¿Se acuerdan de esos anteojos cuadrados, negros, el pelo largo por acá (y señala un poco más arriba del hombro), flaquísimo, campera verde…” “¿Y qué te gustó de eso?”, replicó el periodista; y ella respondió: “Ay, es que era la época. Pero, además, una cabeza importante.”
En aquellos tiempos, el Lagarto Cafferata se preguntó lo mismo, cuando todavía soñaba con reconquistarla. “¿Qué le vio a este tipo?” Los encontró sentados en un bar de la calle 7, en el centro de La Plata. Al poco tiempo vislumbró la respuesta cuando volvió a cruzarse con ellos, esta vez en un micro en el que regresaban desde la Ciudad de Buenos Aires. “La vi sentada atrás con Néstor y unos amigos. Se la veía feliz, espléndida. Se reía y se notaba que la pasaba bien”, confesó después.




Muchos años más tarde, siendo primera dama, cuando le preguntaron “¿Qué te enamoró de Néstor?”, Cristina contestó: “Si te digo la inteligencia sería obvio. Su forma de ser, frontal, no es cortesano y nunca perdió esa condición. Todavía recuerdo un congreso en Parque Norte. Año 1996. Menem estaba presidiéndolo, y todos los gobernadores sentados al lado de él. Kirchner era el único gobernador que no subió a sentarse al lado de él. Y se somete a votación una cosa como que se aprobaba todo. Y me acuerdo de que Lorenzo Pepe, que era el presidente del congreso, dijo: ‘Se aprueba por unanimidad.’ Yo estaba ahí, mirándolo (a Néstor), porque era congresal igual que él. Y el tipo se paró frente a Menem y dijo: ‘Por unanimidad, no, yo no estoy de acuerdo.’ Este es el tipo con el que me casé.”
Militante peronista en sus pagos, en cuanto pisó la facultad, Néstor se encuadró en la Federación Universitaria por la Revolución Nacional (FURN), una agrupación nacida un par de años antes para promover el debate político sobre el peronismo en la universidad y que, además, organizaba actos públicos que desafiaban la proscripción.
El mismo año en que él llegó a La Plata, cuando Cristina cursaba el tercer año de la escuela secundaria, se acentuaron las reacciones ante la dictadura, entonces encabezada por el general Juan Carlos Onganía. En mayo de 1969 se produjo en Córdoba una manifestación protagonizada por obreros y estudiantes, conocida como “el Cordobazo”. Un mes después, y como repudio a la visita del empresario y enviado oficioso del gobierno norteamericano, Nelson Rockefeller, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) incendiaron simultáneamente 15 supermercados Minimax. Tres días más tarde, Augusto Vandor, máximo dirigente sindical de la Unión Obrera Metalúrgica, se convirtió en la primera víctima del sindicalismo, al ser ultimado por grupos armados, acusado de haberle disputado el liderazgo a Perón y de negociar con los militares.
Al año siguiente, el 29 de mayo de 1970, la organización Montoneros –creada por Fernando Abal Medina, Carlos Ramus, Mario Firmenich y Norma Arrostito– cometió un golpe espectacular con el secuestro del general Pedro Eugenio Aramburu, responsable de los fusilamientos de 1956 y de la desaparición del cadáver de Eva Perón. El cuerpo de Aramburu fue encontrado dos meses más tarde en un campo de la provincia de Buenos Aires.
En agosto, la misma organización asesinó de catorce balazos al dirigente del gremio del vestido, José Alonso. Como contrapartida, en septiembre de 1970 y durante un tiroteo contra la policía, cayeron dos de los fundadores de Montoneros: Abal Medina y Ramus.
El resultado de estas acciones produjo la renuncia de Onganía. El mando pasó al general Alejandro Agustín Lanusse, quien seguía impidiendo el regreso de Perón y se proponía encabezar el Gran Acuerdo Nacional (GAN), una fuerza política con la que creía podría lograr el acceso al poder en elecciones democráticas.
El 21 de marzo de 1972, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) dirigió un resonante operativo que movilizó al gobierno argentino, al de Italia y hasta al Vaticano, con el secuestro del director general de la FIAT Argentina, Oberdan Sallustro. En abril, la policía descubrió varias células de la organización guerrillera y encontró el cadáver del empresario en una de las llamadas “cárceles del pueblo”. Ese mismo día fue asesinado el comandante del Segundo Cuerpo del Ejército, Juan Carlos Sánchez.
El 22 de agosto, se produjo la “Masacre de Trelew”: dieciséis guerrilleros de los diecinueve que estaban presos en la Base Aeronaval Almirante Zar fueron ejecutados por los marinos, tras la fuga de sus dirigentes de la cárcel de Rawson.
Fue entonces cuando la dictadura tuvo que “tragarse el sapo” de que volviera Perón, el 17 de noviembre de 1972. Con el General en la Argentina, se profundizó el enfrentamiento de los sectores internos del peronismo, que procuraban lugares de poder.

Las enseñanzas de Jauretche

“Quienes investigamos la historia, sabemos que es necesario un período de tiempo razonable que nos separe de los personajes o de los períodos que vamos abordar y esto no me era posible aplicarlo con Cristina… Entonces, vino a mi memoria un párrafo de don Arturo Jauretche, a quien considero un maestro, y que, cuando lo leí hace muchos años, quedó resonando en mí y cada tanto vuelve, como ahora: ‘Será necesario otro momento histórico, un momento de revisión social e ideológico, que provoque la sugerencia de las fuerzas reales de la sociedad, para que se cree el ambiente propicio a repensar la historia, a comprender desde otro punto de vista las estructuras artificiales que se han creado, y para cuya subsistencia se hizo una historia también artifical.’ Y después este otro imperativo para que los historiadores no nos convirtamos en simples ‘anticuarios útiles’, sino que contribuyamos a ‘esta nueva vida del pueblo con sus enseñanzas, a medida que en el análisis histórico fueran desentrañando los hechos sociales, económicos y culturales que surgían de su análisis’”.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 27 de mayo de 2012)

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