
De cómo algunos sectores nos tenderán nuevamente sus trampas dialécticas, para dejarnos sumidos en una confusión de la que no es fácil recomponerse y emerger. Por eso hay que estar tan atentos por estos días, cuando la Argentina comienza a tratar un tema por demás polémico.
Estimado lector de PROYECTARIO ¿cómo dice que le va? Hoy nos encontramos con un tema por cierto muy delicado, pero que a la vez se puede perfilar con alta inteligencia -en base a la más elemental de las lógicas-, si somos capaces de despejar la hojarasca e ir al hueso de las significaciones.
En una Argentina que cada vez más va dando visibilidad a problemáticas, que quedan negro sobre blanco en letras con fuerza de ley, la cuestión es ver cómo resolvemos un grave problema que tiene existencia tan real que no puede suprimirse y, a estas alturas, ni siquiera silenciarse.
Recientemente, en la jornada “El aborto, un problema de salud pública”, el doctor Mario Sebastiani, del Servicio de Obstetricia del Hospital Italiano y presidente del Comité de Bioética de ese hospital, explicaba que en la Argentina se registra casi un aborto por cada embarazo llevado a término, es decir, más de 500.000 al año.
La clandestinidad de esta práctica genera al año más de 50.000 internaciones por abortos mal realizados y más de 200 muertes de mujeres en edad fértil. Estos son los números que obligan a dejar de pensar en el aborto como una cuestión moral para entenderlo como un aspecto principal de la salud pública.
Explica el doctor Sebastiani: “Hay algunos lugares donde esto está relegado a la clandestinidad, a la inseguridad, a la enfermedad y a la muerte; y en otros donde es un triunfo de la salud pública. Lo que significa que aún siendo terriblemente dificultoso el problema del aborto desde el punto de vista moral, religioso, humanitario, la salud pública les dice a las mujeres que no las va a desproteger ni les dará la espalda. La salud pública les ofrecerá a esas mujeres un procedimiento absolutamente seguro que interrumpa la gestación, luego las asesorará a los efectos de que no vuelvan a tener una repitencia y de que no vuelvan a tener un embarazo no deseado. Esta escenografía se contrapone a la clandestinidad que resuelve el problema cuanto antes y de las peores maneras”
Estas líneas, tan contundentes como despojadas, que provienen de un profesional de la salud, se las debemos a un conjunto de organizaciones que tienen este como uno de sus temas, como una de sus banderas de combate en nuestra democracia. Hablo de Mendocinxs por la Igualdad, Libres por la Diversidad, Juana Azurduy, Coordinación de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – UNCuyo, Movimiento Universitario SUR y Libres del Sur en el Frente Amplio Progresista.
Las cito porque son elocuentes por demás y si bien podríamos pasar ahora mismo a las consideraciones morales, religiosas, humanitarias, la cuestión es no caer en esa trampa. Claro, ocurre que los sectores más conservadores de algunas confesiones (la Católica fundamentalmente) tratarán de llevar el debate hacia allí, para que nada cambie
Pero de lo que se trata es de blanquear esta realidad, que no necesariamente va a crecer por cambiar su estatus dentro de las políticas públicas. Si el Estado realmente se convierte en el espacio para que el aborto se realice con las medidas de asepsia recomendadas y con todas las garantías que otorga la investigación y la práctica médicas, vamos a tener un Estado más verdadero, más para todos, más real…
A ver, que quede claro: en su sano juicio, nadie está a favor del aborto. Repito: en su sano juicio, nadie está a favor del aborto. No caigamos en esa gran trampa dialéctica que generalmente nos deja noqueados, balbuceando, sin poder hilvanar argumentos para salir del trance. Pero lo que se tendría que imponer es un Congreso Nacional apostando una vez más a mirar de frente a nuestro pueblo, dando contención estatal a una realidad que no va a cambiar. Pero que podría ser mucho menos negativa en términos de sufrimiento y muerte.
Le pido disculpas si en el título de esta nota jugué con la dualidad, pero necesitaba que usted ingresara a leer mi posición. Creo que puedo contribuir -junto con tantas y tantos- a que este debate que comienza hoy, discurra por los mejores carriles.






