Bueno, querido lector de PROYECTARIO, veo que ha comenzado a leer esta nota, quizás convocado por este título que elegí para llamar especialmente su atención y que trata de poner en duda nuestra condición de pueblo/provincia conservador/a.
Para ello aprovecho esta fecha, que aparece en las agendas de la militancia política y social como la más importante de todas las jornadas de queja y lucha que se desarrollaron durante abril de 1972 en Mendoza, para intentar un aporte en sentido contrario a lo que nos vende el poder económico concentrado, la aristocracia, la derecha menducas.
Durante los últimos días de marzo de 1972 el gobierno nacional, encabezado por el dictador Alejandro Agustín Lanusse, anunció un aumento del 300% en las tarifas eléctricas. Esta situación provocó un descontento general en diferentes sectores sociales de nuestra provincia.
El 29 de marzo se realizó una asamblea a la que asistieron 700 personas. Allí se decidió por unanimidad no pagar la luz, no permitir este nuevo atropello de la dictadura, organizarse y luchar. Esta experiencia se popularizó rápidamente y en horas de la noche la gente se movilizaba en diferentes lugares del Gran Mendoza.
El martes 4 de abril de 1972, pese a la prohibición del gobierno provincial, se concentró una masa heterogénea compuesta por uniones vecinales, trabajadores y estudiantes que contó con la presencia de 20000 personas aproximadamente frente a la Casa de Gobierno.
Previo a esta concentración, las fuerzas armadas reprimieron. Y ante el ataque policial la población se armó con palos, piedras y otros objetos que recogieron en los alrededores. Quienes lucharon fueron obreros, empleados y estudiantes. Luego de tres horas de combate, Mendoza fue declarada “zona de emergencia”. Las emisoras locales desinformaban y distorsionaban los hechos, ya que estaban bajo la dirección de intervenciones militares, en el contexto del final de una dictadura que se encontraba pronta a caer.
En las últimas horas de ese día el gobernador de facto, el “demócrata” Francisco Gabrielli, renunció. Una vez más los gansos colaboraban con una dictadura. Y desde Buenos Aires anunciaron que se mantendría el régimen tarifario sin modificación alguna.
Estos tópicos, con origen en una investigación universitaria, han sido contrastados con varios militantes de aquellos hechos, que se emocionan al relatar historias diversas en torno al armado de las columnas que, desde todos los rincones del Gran Mendoza, confluían a la gran movilización en Casa de Gobierno.
A la altura de movilizaciones similares desarrolladas en todo el país por esos años, como se ha dicho, Mendoza no fue en saga de las luchas por el retorno del estado de derecho y el final de la proscripción del peronismo.
La misma Mendoza que poco tiempo después encumbraría a Martínez Baca, quizás el gobernador más revolucionario que ha dado el oeste argentino. La misma Mendoza que votó a la Alianza para pasar la hoja tremenda de los diez años de menemismo/neoliberalismo/ucedeísmo. La misma Mendoza que votó a Cristina para ungirla Presidenta y luego para reelegirla. La misma Mendoza que juzga a los jueces que trabajaron en acuerdo con la última dictadura militar…
La misma Mendoza que ante varios hechos individuales y colectivos, que nos proponemos coleccionar aquí en PROYECTARIO, ha dado muestras de no ser una provincia conservadora. Valgan estas líneas para dejar sembrada en usted nuestra necesidad de rearmar nuestra mirada acerca de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Una vez más subrayamos la necesidad que nos dejara instalada la Presidenta, de crear un nuevo relato que nos permita vernos en nuestra verdadera dimensión frente a nosotros mismos y a la historia. Este es el desafío para afrontar en estos años de reposicionamiento del Pensamiento Nacional, Popular y Democrático.