El 4 de abril de 1972 la población de Mendoza se convertía en noticia nacional, esta vez no era por un temblor de tierra, sino por uno de origen social. Tras la consigna “No pague la luz“, en referencia a la tarifa que había sufrido un aumento repentino del 300 %, el pueblo de Mendoza dijo basta. Salió a la calle y pretendió llegar con su protesta a la Casa de Gobierno, pero el férreo cerco policial se lo impidió, generándose corridas, lanzamiento de gases lacrimógenos y hasta la acción de tanques hidrantes por parte de la policía.
Era gobernador de Mendoza el legendario dirigente demócrata “Don Pancho” Gabrieli, quien colaboraba con el gobierno dictatorial del general Lanusse. Debemos recordar que luego del “Cordobazo”, desarrollado a fines de mayo de 1969, se sucedieron otros movimientos populares en diversas provincias. El Mendozazo llegaría a ser el último antes de la vuelta a la democracia el 11 de marzo de 1973.
Precisamente no es casual este hecho. El comentario de un periodista que atribuía al general Lanusse la frase: “los hechos de Mendoza nos llevaron a una situación límite”, daban a entender que el ciclo de las políticas liberales, sostenidas con la proscripción del peronismo desde 1955, estaba agotado.
Sucesivas dictaduras de corte cívico - militar, con dos “primaveras“ democráticas (siempre con el peronismo proscripto): los gobiernos de Frondizi (1958-1962) e Illia (1963-1966), se caracterizaron por imponer por la fuerza pautas económicas de corte liberal extranjerizante, que beneficiaban a los sectores oligárquicos y a los grandes grupos económicos.
La represión a las huelgas obreras y a los intentos de expresión política por parte del peronismo, fueron una constante entre 1955 y 1973. Los sectores populares obreros y también de clase media, sufrieron esa política de expoliación con un creciente deterioro de la calidad de vida.
La paciencia de los argentinos demostró tener un límite y la clara expresión de ello fue el Mendozazo. En esas jornadas que tienen su cúlmine del 4 de abril del 1972, obreros nucleados en los gremios de la CGT mendocina, empleados públicos y docentes marcharon unidos, ya no tan solo contra el aumento intempestivo de las facturas de energía eléctrica, sino pidiendo se respete su voluntad soberana, dejada de lado por años de soberbia liberal militar proscriptiva.
La tormenta social de ese día dejó en poder de los manifestantes la ciudad de Mendoza por largas horas. Luego, en la relativa calma de días y meses siguientes, el progresivo anuncio del calendario electoral por parte del gobierno de Lanusse, traería el ansiado resplandor de la democracia, después de dieciocho años de represión y proscripciones.
El Mendozazo fue un momento, un hito importante de la Historia de Mendoza, donde el pueblo volvió una vez más, como lo haría periódicamente hasta nuestros días, a demostrar que esta no es perpetuamente ”una provincia conservadora”. Lo lamentable es que en nuestros días algunos sectores del sindicalismo mendocino, una parte en minoría, propone un accionar que nos lleve a un nuevo Mendozazo. ¡Grave error! Confundir épocas de dictadura con gobiernos democráticos, elegidos sin proscripciones y por el voto del pueblo, como ocurre actualmente.
La democracia nos permite expresar nuestra voluntad, nuestras ideas, para periódicamente renovar autoridades. Ahora se puede ejercer la paciencia, aquella que antes era colmada por la falta de libertad de expresión. Ahora se puede peticionar, manifestar, expresar libremente las ideas, con todas las garantías constitucionales y en pleno estado de derecho.
¡Vaya nuestro homenaje a aquellos hombres y mujeres que se jugaron en las calles aquel 4 de abril, por los derechos que hoy disfrutamos con suma naturalidad! A pesar de habernos soportado otra dictadura posterior (1976-1983), pero sabiendo precisamente que el Mendozazo es un hito muy importante en el camino por la lucha y consolidación de la voluntad popular.