Hace unos días tuve ocasión de participar en la celebración del 40° Aniversario de las relaciones bilaterales argentino-chinas. Una de las primeras reflexiones que me generó esta experiencia fue relacionada con nuestras Malvinas: ¿cómo logró China deshacerse del colonialismo inglés y portugués en su territorio? ¿qué pasos diplomáticos y políticos transitó para hacerlo posible? Una primera respuesta cae por su propio peso: a partir de constituir una nación política, económica y culturalmente fuerte en el contexto internacional y ser consecuente con sus intereses nacionales. En este sentido y yendo a Malvinas, si bien la Argentina no es una potencia comparable, ni es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, sí es capaz de concitar en defensa de una causa justa a toda una región. Una segunda reflexión tiene que ver con el sostenimiento de una posición basada sólidamente en la historia, la geografía y especialmente en la primacía de la política.
En esta lógica, y volviendo a Malvinas, un paso fundamental lo constituyó la Resolución 2065 del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, durante la presidencia de Dr. Arturo Illía, lograda a partir de una amalgama política unida a un eficiente correlato diplomático. A partir de ese momento, la agenda de descolonización incluyó de manera inocultable para el Reino Unido una situación colonial imposible de desconocer. El desafío actual, del Gobierno y del Congreso, es lograr que la agenda colonial se aligere de este asunto de tan alto significado para todos los argentinos.
¿Quién puede dudar hoy que Malvinas es una causa nacional y popular, pero también hemisférica y global? La Declaración de Ushuaia votada por unanimidad por todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, sumado a los crecientes apoyos regionales e internacionales a los que se han incorporado incluso algunos insospechados miembros americanos del Commonwealth, están inclinando claramente la balanza diplomática a favor de nuestra posición. En la apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso del pasado 1 de marzo, la Presidenta Cristina Fernández destacó la persistencia histórica de esta comunidad de intereses, así como los beneficios que genera trabajar sobre sólidos acuerdos políticos.
A esta altura del relato resulta claro que incorporar en el lugar más relevante de la agenda de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados el tema Malvinas no es una elección casual. Se trata de la consolidación de una política exterior compatible con un modelo de desarrollo productivo con inclusión social, sin alineamientos automáticos pero priorizando la “construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social” como en su oportunidad lo definiera Néstor Kirchner. Es por ello que la “Declaración de Ushuaia” será remitida a todos los parlamentos de mundo para dar a conocer las razones y las legitimas pretensiones que sostenemos en torno a la causa Malvinas.
Recientemente el Canciller Héctor Timerman expresó con claridad la posición argentina al definirla como una causa que hace a la esencia de la Nación. “La integridad territorial es el eje sobre el cual se debe discutir el tema de la soberanía”. Tomando una editorial del diario The Times, el canciller razonaba que cuando Gran Bretaña negociaba por Hong Kong, con siete millones de habitantes, no preguntó a esta población que pensaban o que querían hacer, negoció con China. No es ni más ni menos lo que está pidiendo la Argentina.
Nuestro país tampoco aceptará las acciones unilaterales adoptadas por el Reino Unido en materia económica, ni resignará los recursos pesqueros e hidrocarburíferos que podrían ser explotados para beneficios de todos los argentinos. También insistiremos en denunciar el potencial riesgo ambiental que pende sobre el Atlántico Sur por las actividades que ejerce el ocupante ilegal, sin desconocer los intereses estratégicos que el Reino tiene sobre el Continente Antártico y las reservas de agua dulce allí disponibles.
El próximo 14 de Junio llevaremos el reclamo argentino al Comité de Descolonización. Con la fuerza y el apoyo de todos los países que nos acompañan seguiremos bregando por alcanzar, por la vía del dialogo y la negociación, una solución pacifica y definitiva a la disputa, que permita superar una situación colonial que vulnera el principio de integridad territorial de la Republica Argentina. Hay una política de estado en torno a Malvinas sostenida en la legitimidad de las instituciones políticas: lo expresó acertadamente nuestra Presidenta el 7 de febrero “sin soberanía popular, sin democracia, no puede haber ningún gesto de soberanía hacia adentro o hacia afuera, es una distinción clave para entender desde qué lugar abordar la cuestión Malvinas, tanto el Gobierno como la mayoría absoluta de los argentinos”.