Proteger la industria nacional, al valor agregado de lo que producimos, al mercado interno y a la exportación de esos productos, es blindar al país frente a la caída de las economías de las potencias centrales.
No tuvo demasiada repercusión. La inversión de 38 millones de dólares para la construcción de un nuevo horno industrial y una planta de composición en Berazategui, por parte de la empresa Rigolleau, mereció un titular más entre tantos. A lo mejor porque nos estamos acostumbrando a mirar a nuestro país como plaza previsible para las inversiones y hasta para la incorporación de más trabajadores al mundo del trabajo.
O quizás no le demos demasiada importancia, porque contradice algunas previsiones agoreras, que amanecen diariamente recitando profecías que pretenden sean autocumplidas. Desde que iniciamos este modelo de país con inclusión social, nos auguran el ocaso: que las variables económicas, que la macroeconomía, que el aislamiento internacional, que la crisis de los países industrializados, que la Argentina no está preparada. Felizmente no todo es finanzas en el mundo y no todos los que más tienen invierten dinero en dinero. También hay quienes lo hacen creando o acrecentando fuentes de trabajo.
Rigolleau fue fundada en nuestro país en 1882 y podríamos decir que no hay ninguna generación que no haya consumido algo envasado en vidrio primero y luego, desde 1945, algún artículo de mesa. Podría decirse que Rigolleau, afincada en nuestro país, es una de las vidrierías más grandes del mundo y ahora, a pesar de la utilización de otros tipos de envases, como el tereftalato de polietileno, más conocido como PEP, decidió seguir creciendo y aportando a la sustitución de importaciones que orienta nuestro gobierno. Como señalara la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “queremos generar trabajo aquí en la Argentina y no tener que importar ni siquiera un clavo. Queremos que todo lo que se construya y se plante en la Argentina sea producto del trabajo argentino.”
Tampoco apareció como demasiado importante el incremento en la fabricación de aceros especiales, destinado a sustituir la importación por parte de las terminales automotrices y por 120 millones de dólares. O la inversión decidida en la industria naval para la construcción de barcazas y remolcadores que serán exportados. Como lo fueron hace muchas décadas, cuando tuvimos una Marina Mercante de bandera y nuestra industria naval era considerada una de las más importantes de mundo. Industria naval que se está recuperando y que se conjuga con la recuperación de nuestras terminales portuarias en la provincia de Buenos Aires, que recibirán la inversión de 1300 millones de dólares para mejorar la exportación de nuestros productos a América Latina y al mundo.
Todo esto, que para algunos parece no tener su peso en la consideración de la realidad de nuestro país, significa un aporte sustantivo al crecimiento sostenible de la economía. Pero sobre todo supone nuevas manos argentinas trabajando, construyendo. Estamos sustituyendo importaciones por exportaciones con valor agregado. De nada vale la inversión financiera o improductiva. Necesitamos asegurarles trabajo a todos los argentinos. Hace pocas horas se sumó a todo esto la entrega de certificaciones de 47 proyectos productivos del programa de créditos del Bicentenario, por 800 millones, lo que conlleva la creación de más de 2000 nuevos empleos.
Y aunque algunas voces nos digan que somos proteccionistas, seguiremos avanzando en políticas activas para la inversión. No hay en el mundo países que no sean proteccionistas de su frente interno. Son proteccionistas hasta cuando se quejan del proteccionismo de otros. Porque proteger a la industria nacional, a la industrialización del país, al valor agregado de lo que producimos, al mercado interno y a la exportación de esos productos, es blindar al país frente a la caída de las economías de las potencias centrales.
Y sobre todo, es reconocer la importancia de los hombres, mujeres y jóvenes que con su trabajo construyen el país. Ese es el mejor valor agregado que tenemos. Por eso, como lo dijera la presidenta, “la clave está en desarrollar cada vez más la inversión y ampliar la producción para que se amplíe el mercado laboral”.
(Diario Tiempo Argentino, 18 de febrero de 2012)