Acerca de la crisis del Estado de Bienestar / Escribe: Norberto Colominas






En una nota reciente del diario “La Nación”, el economista Orlando Ferreres sostiene que la crisis de Europa no se explica por el hundimiento del estado de bienestar sino por el estatismo que lo sostuvo con recursos públicos durante medio siglo, lo que consumió más del 50 por ciento de su producto y cuya continuidad en el tiempo provocó lo que él mismo llama “la crisis del
endeudamiento”.



Tácitamente Ferreres reconoce que la igualación (relativa) de oportunidades es incompatible con el capitalismo. En realidad, lo es más todavía con un sistema basado en la renta financiera que ha subordinado a todas las otras formas de ganancia (industrial, agraria, tecnológica), con grave daño para el empleo y la producción. Según la ONU ya hay en el mundo 200 millones de desocupados. En España, por caso, hay 5,3 millones de personas sin empleo, la mitad de los cuales hace un año o más que no trabaja. Y unos 2,6 millones son menores de 30 años.

El estado de bienestar fue un sistema que proponía la igualdad de oportunidades para todos los estratos sociales de Europa. Fue generado por la socialdemocracia, una ideología pret-a-porter que ya en el siglo 21, al entregar sus banderas al liberalismo, fue duramente castigada por los electores.

Su invención fue producto del miedo de las burguesías europeas ante a la expansión del comunismo ruso tras la segunda guerra mundial. Pero el muro de Berlín cayó hace 23 años. Esas burguesías ya no necesitan sobornar a sus trabajadores para que no adopten una ideología anti capitalista. Ergo: ¿para qué seguir financiando la contención de un peligro que ya no existe? ¿Por qué mejor no reducir el empleo y los salarios para poder acumular más ganancias? Total, ¿qué puede hacer la gente ahora como no sea indignarse y protestar?

Esta es la verdadera explicación de la caída del estado de bienestar. En paralelo las autoridades políticas de la mayoría de los países fueron cediendo porcentajes sustantivos de la autonomía nacional a manos de Bruselas, primero; del euro, después, y finalmente de la banca, que hoy toma decisiones tan insólitas como la de elegir a sendos tecnócratas al frente de los gobiernos de Italia y Grecia, ante el estupor general.

No en vano el candidato a presidente del socialismo francés, Francois Hollande, habiendo aprendido de los graves errores del Partido Socialista Obrero Español, sostiene que dentro de unos meses no confrontará con el candidato de la derecha, el actual mandatario Nicolás Sarkozy, sino contra el mundo financiero, verdadero responsable de las desgracias europeas.

Nada de esto forma parte de la interpretación de Ferreres, quien sólo nos dice lo caro que costaba el estado de bienestar, pero nada de su génesis ni del formidable negocio que resultó la financiación de las deudas nacionales por parte de la gran banca europea. Ni de la decisión alemana de aprovechar a fondo la crisis para capitalizar la concentración de capitales que inevitablemente provocará. Ni la de desplazar a Gran Bretaña y negociar con Francia (su socia menor) el ajuste generalizado como vía de salida, más el reparto de los beneficios. Ni de que los bancos se cobrarán finalmente con los despojos del "welfare state".



Cosas veredes, Sancho, que no crederes, aunque las diga Ferreres.

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