Reflexiones en torno al Nunca Más / Escribe: Juan Carlos Aguiló






Mucho se ha escrito y hablado sobre el imprescindible ejercicio de la memoria para que las sociedades sean capaces de procesar sus eventos traumáticos y no repetirlos a lo largo de su historia: Nos encontramos viviendo en la Argentina en una situación que parecía inalcanzable en las primeras décadas de la democracias argentina donde, por debilidad o por traición, la impunidad era la regla vigente para los responsables de los crímenes cometidos durante la ultima dictadura cívico-militar. Con sostén de la inconmensurable entereza y dignidad de la inclaudicable lucha de los Organismos de Derechos Humanos, a partir de la presidencia de Néstor Kirchner en mayo de 2003, se comienzan a tomar las decisiones políticas que permiten llegar – sorteando los obstáculos que han planteado los personeros de ese pasado tenebroso todavía enquistados en muchas instituciones - a este presente de vigencia del inclaudicable concepto de Memoria, Verdad y Justicia.



Sin embargo, y a pesar de la contundente e incontratable evidencia presentada por las victimas y sobrevivientes de aquellos años de horror respecto al accionar crimina de militares y civiles al servicio de aquella maquinaria delictiva, resulta indispensable en el marco de la coyuntura actual de nuestro país mantener viva la llama de la memoria y no descansar en la militancia política que deviene en practica pedagógica que explique y explicite los mecanismos y acciones que se desarrollaron en aquellos aciagos años. Imprescindible en el marco de la actual coyuntura porque al calor de hechos lamentables y repudiables de inseguridad ciudadana reaparecen discursos deslegitimadotes de la plena vigencia de las garantías constitucionales en materia de derechos humanos. Huelga decir que los casos internacionales mas exitosos en materia de control del crimen organizado son aquellos que han llevado adelante estados democráticos utilizando mecanismos bajo la plena vigencia de los marcos legales y constitucionales. Seguramente esta temática será tratada por otros compañeros con profunda experiencia académica y profesional que pueden sostener con solvencia y claridad que no es imposible el combate al delito organizado en el marco de la vigencia de la ley.

Quisiera aportar al debate una mirada complementaria respecto a otro de los efectos que denominado “Proceso de Reorganización Nacional” tuvo en nuestro país. La dictadura militar iniciado en 1976 no solo significó el régimen más horrendo vivido por el país en términos de vaciamiento democrático y violación de los derechos humanos, sino que fue el punto de inflexión entre dos modelos de país en cuanto a lo económico, lo político y lo social. La vieja sociedad argentina que con todas sus particularidades y vicios institucionales había resuelto los problemas de integración social desde el fin de la segunda posguerra comenzaba, a partir de 1976, a dar paso al país de la fragmentación y la exclusión social.

La reflexión sobre esta hipótesis y los profundos efectos acaecidos en la estructura económica, política, institucional y social de la Argentina durante la dictadura militar, nos conduce rápidamente a otro ejercicio intelectual insoslayable: la necesidad de entender y explicar la más reciente década del noventa o segunda década infame como algunos se han animado a definir. En definitiva, nos termina conduciendo a la necesaria e imprescindible interpretación del momento actual de nuestro país. Pienso que la discusión sobre esta idea que ubica los orígenes del cambio de modelo societal en la Argentina a mediados de la década del 70 es central porque va a permitirnos iluminar dos temáticas a mi juicio fundamentales para nuestra sociedad en la actualidad. La problematización de estas temáticas podría intentar resumirse en las siguientes preguntas: ¿Por qué pasó lo que pasó? y ¿Cómo va a construirse el futuro?

El primer ejercicio intelectual, ¿Por qué pasó lo que pasó?, o en otras palabras, entender y explicar la no naturalidad de los procesos sociales vividos en nuestro país, nos ubica a los militantes políticos y sociales en un rol central. Debemos ser capaces de explicar y transmitir con claridad que este ejercicio conceptual, no tiene como objeto regodearse en el dolor del pasado, sino la intención de determinar responsabilidades y comprender como la ausencia de los mecanismos e instituciones democráticas y el imperio de visiones unilaterales afectó la vida y el futuro de millones de compatriotas. A la consigna del “Nunca Más” en cuanto a la violación de los derechos humanos y del orden democrático, hay que sumarle un “Nunca Más” en cuanto a la destrucción de los mecanismos de regulación colectiva y a la imposición acrítica de la primacía salvaje del mercado. Pienso que entender cómo la sociedad más igualitaria de América Latina que se enorgullecía de su vastísima clase media y de sus niveles de integración social, dilapidó en 25 años lo construido durante casi un siglo, como fue esto posible, nos llevará a contar con más elementos que nos permitan estar a la altura del desafío intelectual que implica enfrentar la segunda de las discusiones que me he animado a plantearles: ¿Cómo va a construirse el futuro? o, en otras palabras, cuales serán las visiones e intereses sociales que se tendrán en cuenta en la construcción futura del país .

La segunda de las discusiones es el desafío que enfrentamos en la actualidad: ¿qué tipo de sociedad pretendemos para el futuro? La sociedad argentina está en un momento histórico fundamental, luego de haberse dejado conducir a la peor de sus crisis lleva mas de una década reconstruyendo su tejido económico-productivo, sus instituciones, sus lazos sociales, sus condiciones de acceso y garantización de la ciudadanía social, en definitiva, ha camino el dificultoso camino, no exento de intervenciones destituyentes, de la reconstrucción política y social: Los debates han sido y seguirán siendo sobre la superación de la pobreza; los mecanismos de redistribución del ingreso, la justicia y la palabra; las nuevas formas institucionales de representación política; la profundización de los mecanismos democráticos; la responsabilidad y rol de los medios de comunicación social; la relación sector privado-sector publico; en fin, la discusión sobre la forma de construir una nueva sociedad incluyente, equitativa y democrática.



Lo logrado con tantas dificultades desde el 2003 hasta nuestros días en materia de recuperación de la política y del rol del Estado que ha permitido llevar adelante el inconcluso desmantelamiento del andamiaje legal e institucional del modelo neoliberal iniciado el 24 de marzo de 1976 debe ser sostenido y defendido en todos los ámbitos de debate. Especialmente porque para su profundización hay que desmantelar otro de los perversos legados del paradigma neoliberal. La concepción filosófica del hombre que éste tiene implícita: imaginar la sociedad formada por sujetos totalmente autónomos que solamente buscan maximizar la satisfacción de sus intereses particulares. Este reduccionismo antropológico que desconoce el resto de las dimensiones presentes en la vida social ha pasado a formar parte del sentido común imperante en nuestros días.

Ardua y convocante es la tarea política para aportar a la construcción de la sociedad futura del Nunca Más a un Estado terrorista y Nunca Más a la destrucción del modelo económico y productivo que privilegie la integración social por sobre los intereses de la especulación financiera. Convocante y motivante por la memoria de los 30.000 desaparecidos.

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