Cada tanto lo vemos; algunos medios de comunicaciòn hegemònicos lanzan
campañas donde se presentan como supuestamente escandalizados sobre los
ìndices de inflaciòn. Que los utensilios escolares aumentaron 20% en un
año, que la verdura subiò de precio -nunca sale en TV cuando baja-, que la
vestimenta està 15 ò 20% màs cara que el año anterior.
Estas campañas chocan con el màs elemental sentido cómún, pues si el
poder adquisivo de la población hubiese bajado en un 15 ò un 20% en un
año, no se explicarìa que exista aumento del nivel de consumo en casi
todas las capas sociales, aumento de venta de automóviles que incluso
dificulta el trànsito, posibilidad de vacaciones para un amplio espectro
social que en tiempos de De la Rùa pasaba el verano en casa con el mate y
la catrera, mejora de las condiciones de acceso a electrodomésticos y toda
clase de artefactos de uso familiar. Esto ha sido publicado a menudo por
los mismos que remiten al aumento de precios, lo cual constituye -de su
parte- una contradicciòn nada menor.
¿Se miente al afirmar que las cosas han aumentado? Habitualmente no. Es
cierto que existe en el paìs un aumento notorio de los precios; podrà
exagerarse mostrando sòlo lo que sube y no lo que no sube, o poniendo en
pantalla sólo a los que protestan y no a los que tienen otro tipo de
opiniòn. Pero no existe mentira abierta, pues es verdad que hay un
corrimiento notorio de precios, que el ciudadano reconoce cuando va al
supermercado o a comprar al negocio de la esquina.
Pero aunque no es mentira plena, funciona igual que si lo fuera. Porque
jamàs se agrega la información de cuánto subieron en ese mismo lapso los
salarios, cuánto las jubilaciones, cuánto la Asignaciòn por Hijo. De tal
manera a menudo, en realidad, aun con precios mayores la población ha
salido ganando. Si la inflación fue del 20% y me aumentaron sueldo el 23%,
las cosas no estàn 20% más caras; estoy con un 3% de aumento en mi
posibilidad de compra.
Por ello el tema no es la inflación, es el poder adquisitivo; algo de lo
cual casi no se habla a la hora de esta discusiòn. Y por ello es que estas
campañas no dejan de dañar un tanto, pero jamàs han desestabilizado al
actual gobierno; todo el mundo sabe, aun cuando nada conozca de estos
temas, que no està sufriendo una situación económica afligente (excepto los
sectores sociales de desocupados y marginalizados, hoy de menor cantidad
que hace ocho años, y que al menos tienen el necesario auxilio de los
planes sociales, que también se van actualizando).
Poco aporta toda la charlatanerìa en torno al INDEC, cuyos índices jamàs
le han interesado a la población argentina y hoy aparecen como sùbitamente
dignos de atención. La crìtica a ese organismo peca a menudo de liviandad,
pues los índices de inflación no se miden en una sola ciudad ni sobre un
solo rubro; son un paquete complejo que implica a todo el territorio
nacional. Por ello, si bien los ìndices del INDEC han tendido a mostrar
menos aumento de precios que el que percibimos cotidianamente, sòlo una
buena investigación podrìa demostrar su posible distorsión, y en su caso
cuál es el monto de la misma. Pero tal distorsión posible no habilita a las
denominadas "consultoras privadas" ni a sospechosos académicos cuya
ideologìa pro-empresarial cualquiera puede advertir. Los ìndices de
consultoras son tan interesados como podrìan serlo los del INDEC, pero en
sentido contrario. Tienden a exagerar la inflación, y jamás hablan del
poder adquisitivo. Miden mal la inflación (pues no tienen infraestructura
ni personal idóneo para desplegar en todo el país), y disimulan
cuidadosamente las mejoras en capacidad de adquisiciòn y consumo existentes para la mayorìa de las capas sociales de la Naciòn.
Hoy se discute los salarios en paritarias, con una libertad de
negociación sindical que rara vez se ha visto en la Argentina. No seràn
fàciles las pròximas negociaciones, habida cuenta de lo movido que està el
avispero en el entorno de Moyano y de la CGT por un lado, y de los gremios
opositores de diferente signo por otro. Cabe esperar demandas desmesuradas
en algunos casos, y sensatas en muchos otros. Lo cierto es que los salarios
van a subir, como hace poco subieron fuertemente las jubilaciones. Eso no
aparece en los índices de inflación, cuya muestra suele ser una tìpica
maniobra de decir la verdad a medias para terminar configurando una
mentira.