Mañana lunes 17 de marzo de 2014, "dos potencias volverán saludarse" exactamente un año después del primer encuentro ya como Papa, Francisco (Jorge Mario Bergoglio), y como presidenta de los argentinos Cristina Fernández de Kirchner. Ha sido, sin dudas, un año muy duro para ambos, pero allí volverán a encontrarse cara a cara para hacer un balance y, seguramente, alambrar algunas cuestiones de geopolítica –si es que es posible utilizar este término en el siglo XXI– y compartir agendas comunes respecto de aquellos temas que en Argentina preocupan a ambos. Pero, lejos de minimizar los 12 meses argentinos, los días que conmovieron al mundo occidental fueron los que ya lleva como Sumo Pontífice, quien fuera el cardenal primado de la Argentina.
Desde el 13 de marzo del año pasado, Bergoglio llevó adelante una política de gestos sumamente importantes hacia el interior y el exterior de la Iglesia Católica, sobre todo teniendo en cuenta en el mundo semiótico en el que se desempeñan los príncipes de la Cristiandad (entendida como civilización occidental judeo-cristiana o cristiana-judía). Repasemos:
I) Se hizo llamar Francisco (en homenaje a Francisco de Asís, convocado a reformar la Iglesia)
II) Invitó a las católicos a no convertir a la Iglesia en una "ONG compasiva".
III) El Domingo de Ramos, ante más de 250 mil personas, acometió en su discurso contra las guerras, los conflictos económicos, el ansia de dinero y de poder, la corrupción y los crímenes contra la vida humana y contra la Creación. E invitó a los cristianos "a no ser personas tristes" y evitar que alguien "les robe la esperanza".
IV) El Jueves Santo realizó un signo realmente contradictorio para las curia romana reaccionaria: en la Basílica de San Juan de Letrán, lavó, secó y besó los pies a 12 reclusos, entre los que había dos mujeres, y una de ellas de religión musulmana.
V) En mayo, recibió en el Vaticano al Patriarca de Alejandría, Teodoro II, en un intento de acercamiento recíproco hacia la unidad plena del cristianismo. Era el segundo encuentro en la historia entre las máximas autoridades de Roma y de un líder copto.
VI) Creó el Consejo de Cardenales para estudiar la reforma dentro de la Curia Romana y revisar la Constitución apostólica. También formó una comisión especial para la protección de los menores víctimas de abusos sexuales y para la lucha contra los curas pedófilos, otra para investigar al IOR, y otras dos para llevar adelante la administración económica y financiera de la Santa Sede. Y convocó a un sínodo de obispos para estudiar las posibles reformas en materia de familia a realizarse en 2014.
VII) Viajó a Río de Janeiro, para la Jornada Mundial de la Juventud, y allí aconsejó mundano y sencillo que los jóvenes debía "hacer lío" dentro de sus diócesis. Convocó a más de tres millones de personas en las playas de Copacabana y confirmó su estilo pastoral y comunicacional abierto y moderno.
VIII) Escribió la encíclica La luz de la Fe y la exhortación apostólica. La Alegría del Evangelio, en la que realizó una dura crítica contra el capitalismo neoliberal.
Una buena definición de la doctrina de Francisco la realizó esta semana el sacerdote argentino domingo Bresci, en este diario, cuando expresó: "En la última exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Francisco también realiza su propio adoctrinamiento especialmente en la parte donde habla del bien común y la paz social. Cualquiera que lo lea, podrá ver que es un programa de formación política con cuatro bolillas: la primera, señala que el tiempo es superior al espacio; la segunda, dice que la unidad prevalece sobre el conflicto; la tercera, advierte que la realidad es más importante que las ideas; y la cuarta, reza que el todo es superior a las partes. En la exhortación apostólica está el programa de formación política de Francisco y ahí se mete hasta los huesos. Es una concepción sociopolítica que también aplicará a la conducción de la Iglesia, pero que ahora incluye en un documento papal, algo insólito. También rescata lo mejor de la Doctrina Social de la Iglesia con su postura antimercado, antisistema financiero internacional, con una crítica anticapitalista, que está en línea con documentos que el Vaticano sacó el año pasado sobre el sistema financiero internacional".
ROMA, AÑO UNO. El balance de los primeros 12 meses de Pontificado de Francisco ha sido, sin ninguna duda, positivo. Pero es en este 2014 y en 2015, donde se definirá, creo yo, la suerte de su impronta en la historia de la "asamblea de los católicos". ¿Podrá superar lo "gestual" como forma de conducción de la Santa sede? ¿Querrá hacerlo? ¿o las propias limitación de lo estatuido lo condenarán a convertirse en apenas un relegitimador del Vaticano para que nada cambie? Son incógnitas que aquellos que profesan el cristianismo –es decir la fe en Cristo y no sólo están inmersos en la cristiandad– se hacen cada vez que aprueban un gesto de Bergoglio en una acción política pública.
Porque no es fácil la tarea: Francisco, para reformar o transformar la Iglesia debe dotarla de cristianismo más que de cristiandad. Y tiene una serie de desafíos más que importantes que ahora deberá enfrentar con hechos:
1) la relación de la Iglesia con la modernidad, con el liberalismo político, la individualidad, el laicismo, el compañerismo –ya no mero diálogo– "interreligioso", el relativismo cultural, la debilidad de los Grandes Relatos;
2) la concepción del Vaticano como una corporación conservadora, reaccionaria y cómplice de todos los polos de poder económico en todos los rincones del mundo;
3) el constante avance del neoliberalismo económico en los centros financieros de Europa –Alemania, Italia, España– frente a la voz que surgió de la Exhortación que el propio Francisco escribió;
4) una clara reforma del "Código Penal" de la Iglesia Católica. Por ejemplo, ¿cómo es posible que un sacerdote como Christian Von Wernich, condenado por delitos de lesa humanidad pueda continuar celebrando misa y una mujer, católica, humilde y llena de virtudes cristianas no pueda siquiera comulgar un domingo cualquiera porque por haberse "equivocado" en cuestiones de amor debió separarse y formar una nueva pareja? ¿Cómo se entiende que sea más condenatorio utilizar un método anticonceptivo para evitar muertes seguras que abusar de un menor aprovechándose de la autoridad que da el ministerio sacerdotal? La misericordia, evidentemente, no puede seguir teniendo un parche de pirata en el ojo derecho. Ni el amor puede ser más peligroso que la muerte;
5) La relación de la Iglesia Católica y de la cristiandad con los derechos igualitarios de la mujer;
6) una acción verdaderamente transformadora en materia social y no meramente piadosa con los millones de pobres en el mundo,
7) la libertad hacia el interior de la Iglesia Católica, el diálogo, la reforma del celibato, la revisión de algunas cuestiones de reproducción sexual y de reconciliación con el placer, la conversación y no la imposición verticalista de una fe que, quizás, ya esté alejada de la madurez racionalista de millones y millones de cristianos;
8) ayudar a reparar las grandes desigualdades de América Latina intercediendo con los poderes centrales del mundo;
9) Preñar a la Iglesia de cristianismo.
Hans Kung, quizás uno de los teólogos más profundos y más injustamente vapuleados por la ortodoxia romana en las últimas década escribió en su monumental libro Ser Cristiano: "No se puede ser cristiano renunciando a ser hombre. Y viceversa: no se puede ser hombre renunciando a ser cristiano. Lo cristiano no puede ponerse encima, debajo o al lado de lo humano: el cristiano no debe ser un hombre dividido… Los cristianos no son menos humanistas que otros humanistas. Pero ven lo humano, lo verdaderamente humano, ven al hombre y a su Dios, ven la humanidad, la libertad, la justicia, la vida, el amor, la paz y el sentido a la luz de Jesús, que es para ellos el criterio concreto, Cristo. En esta perspectiva estiman que no pueden ser partidarios de un humanismo cualquiera, que se limite a afirmar lo verdadero, lo bueno, lo bello y lo humano. El suyo es un humanismo radical, capaz de integrar y asumir lo no verdadero, lo no bueno, lo no bello y lo no humano: no sólo todo lo positivo, sino también –y esto es lo que decide el valor de un humanismo– todo lo negativo, incluso el dolor, la culpa, la muerte, el absurdo… Hace al hombre verdaderamente humano porque lo pone en contacto con la humanidad de los demás: le abre radicalmente a quien tiene necesidad de él, al 'prójimo'."
Hoy, Hans Kung y los teólogos liberacionistas se encuentran no contenidos por la Iglesia Católica. Y es una verdadera pena. El Papa Francisco es consciente, obviamente, de estas dificultades y de los grandes desafíos. Su gestualidad ha tenido brotes de "radicalidad" indubitable en algunos temas, aún cuando se lo pueda considerar un conservador moderado. Los meses próximos lo encontrarán haciendo. Y es un desafío titánico. No debe ser fácil estar en sus sandalias de pescador andando por los pasillos de esa brutal maquinaria de poder.
De los alcances de su acción política podrá saberse, finalmente, si la Iglesia Católica se quedará en una simple relegitimación de la propia cristiandad o podrá desparramar semillas que siembren un camino de transformación hacia el cristianismo.
(Diario Tiempo Argentino, domingo 16 de marzo de 2014)








