INTERNACIONAL / El 80% de los jóvenes italianos evalúa irse del país por la crisis / Escribe: Dolores Alvarez






Hasta hace dos años no conocía a nadie desocupado o que tuviera problemas. Ahora, en donde vivo, los casos de personas con problemas laborales y económicos se multiplican con el pasar de los días." Virna es una joven desocupada que vive en Macherio, una pequeña localidad de la Lombardía, una de las regiones más ricas de Italia.

En 2004 comenzó su experiencia como periodista profesional con entusiasmo y con todas las premisas para tener un gran futuro. Primero trabajó en un semanal, después pasó tres años en Radio Popolare –la histórica emisora de la izquierda de Milán– pero, en 2008, el año en el que comenzó a sentirse la crisis en la península, también iniciaron sus problemas.


Por ese entonces, la joven de 30 años trabajaba en una revista quincenal que cerró sus puertas porque "las cuentas no cerraban" y logró salir adelante gracias a un subsidio de desocupación del Instituto Nacional de Previsión de Periodistas Italianos. La licenciada en Letras pasó un año "tirando" con el aporte del Estado y con "alguna que otra colaboración", hasta que, en 2011, consiguió un nuevo trabajo en E, un mensual financiado por la Organización No Gubernamental (ONG) Emergency. Después de un año en el que lo peor parecía haber pasado, volvió a perder su fuente de trabajo: la revista cerró sus puertas porque los editores dijeron que no había más dinero.

Hoy, otra vez con el subsidio de desocupación de mil euros, la joven dice que "no quisiera dejar el país" pero que, antes o después, analizará "seriamente" la posibilidad de transferirse al exterior "en busca de un futuro mejor".

Según una encuesta reciente del Instituto de Investigación Demos, ocho de cada diez jóvenes como Virna están convencidos de que, para "hacer una buena carrera", hay que dejar Italia, y muchos de ellos abandonan la península para no volver. Después de Alemania, país que atrae a los mejores jóvenes del Viejo Continente, Italia es el país "más viejo" de Europa. En el país, los jóvenes son cada vez menos y la tasa de natalidad media por mujer es de 1.4: una de las más bajas del mundo. Si hace un tiempo el declino demográfico del país se interrumpió fue sólo gracias a la llegada y permanencia de los inmigrantes.

Francesca también estudió Letras y desde que se recibió hizo siempre trabajos de oficina. En septiembre de 2012 no le renovaron el contrato y se quedó sin una ocupación. Desde entonces recibe un subsidio por desempleo del Instituto Nacional de Previsión Social de 500 euros y, mientras salta de coloquio en coloquio para encontrar una nueva fuente de subsistencia que le permita "independizarse" (dejar la casa de sus padres e irse a vivir con su novio), redujo sus gastos superfluos al mínimo: no más cenas o cines los fines de semana.

En septiembre del año pasado, momento en el que Francesca perdió su trabajo, según el Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), la tasa de desocupación juvenil registró un nuevo récord: en la península, menos de dos cada diez jóvenes tienen una ocupación y el nivel general de desempleo tocó el 12,5%, el punto más alto desde 1977. Una de las consecuencias de la falta de recursos es que, siempre según los datos del Istat, casi ocho de cada diez italianos entre los 18 y 38 años vive aún con sus padres.

Para el Ministerio del Trabajo, "es particularmente grave la situación del sur, donde la tasa de desocupación llega al 45% y el índice de ocupación está bloqueado en el 13,2%; frente al 18,6% a nivel nacional y el 32,8% de la media europea.

Además, según la autoridades es "preocupante", en particular, el fenómeno de los jóvenes que tienen entre 15 y 24 años y que no tienen un trabajo y no estudian. El 21% de los jóvenes italianos forman parte de los llamados NI-NI (ni estudian, ni trabajan) y el porcentaje crece en el sur donde alcanza el 30% en algunas de las regiones más importantes del "Mezzogiorno", como Calabria, Campania y Sicilia.


Entre los jóvenes de la península, esta condición es precedente a la crisis pero, en los últimos años se multiplicó. Desde 2007, Italia registró el tercer incremento más alto después de Grecia y Turquía. Los jóvenes se enfrentarán a un tibio 2014 en materia económica, según pronósticos.

Historia de un joven inmigrante

Abdu llegó a Milán desde Senegal en 2005. Hasta hace seis meses tenía un trabajo seguro y un contrato "a tiempo indeterminado" que le permitía vivir tranquilo. Lavaba autos cerca del centro de la capital financiera de Italia hasta que un día su jefe le dijo "no puedo seguir sosteniendo tu puesto" y lo echó, sin mayores explicaciones.

Desde entonces, el joven de 26 años, quien asegura que "no volvería a mi país porque no hay trabajo", vende libros para niños por la calle y comparte un departamento de dos ambientes en Sesto San Giovanni, en las afueras de Milán, con otros cinco inmigrantes. Por el alquiler de su casa, Abdu y sus amigos pagan 600 euros. "Entre todos nos ayudamos. Entre nosotros todavía existe la solidaridad y, por suerte, muchos de mis amigos todavía tienen trabajo", dice mientras propone, con una sonrisa, un libro a 6,9 euros pero no se lamenta cuando recibe sólo 5 a cambio.

La gente en la calle lo ignora. Abdu intenta ofrecer los libros que vende y contar a los pasantes parte de su historia, pero los milaneses parecieran estar siempre a punto de apagar un incendio. Nadie se detiene ni un minuto para escuchar lo que este joven tiene para decir. Nadie lo mira siquiera a los ojos.

Cuando se hace referencia a su permiso de estadía (el documento que le permite residir en Italia "regularmente" y que está ligado a la existencia de un contrato de trabajo estable), Abdu asegura que "por suerte" todavía es válido por dos años y está convencido de que en ese tiempo "las cosas cambiarán" y su situación mejorará, porque piensa que en Italia todavía le espera un futuro mejor.

(Diario Tiempo Argentino, domingo 1 de diciembre de 2013)

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