La relación personal entre Miguel Galuccio, presidente de YPF, y Emilio Lozoya, titular de Pemex, fue fundamental para la resolución del litigio entre el gobierno argentino y Repsol por la compensación que ésta reclamaba tras la expropiación de las acciones de YPF. Pero esa misma relación podría ser todavía más trascendente en el camino que empezará a recorrerse de ahora en más. El cierre del litigio con Repsol podría significar para YPF algo más que haber destrabado posibilidades de inversión extranjera en Vaca Muerta. En las próximas semanas se darán a conocer asociaciones y acuerdos que significarían el efectivo lanzamiento de YPF al terreno internacional, un escenario con el que Galuccio se esperanzó cuando fue convocado a encabezar la gestión en la actual etapa, y que ahora estaría empezando a cimentar.
“Vamos a trabajar para desa-rrollar con Pemex una asociación con múltiples facetas, que podrían incluir algún tipo de participación en Vaca Muerta y de intercambio de conocimiento y tecnología para el desarrollo convencional en México”, confió Galuccio esta semana, cuando lo consultaron acerca de las proyecciones de un acuerdo con la petrolera azteca. La idea en la que trabajan los especialistas más cercanos a uno y otro CEO petrolero es el conocimiento acumulado por YPF en recuperación secundaria en yacimientos maduros de las cuencas patagónicas. Es un área de trabajo a la que Galuccio, desde su arribo a YPF, le prestó particular atención, no sólo porque es un tema de su específico conocimiento profesional, sino porque además confió en que, por vía de la recuperación de reservas en yacimientos maduros (de muchos años en producción y con una extracción declinante), podría obtener resultados que comenzaran a revertir la caída en la producción antes de que la producción no convencional se haga notar en las estadísticas. Los hechos le están dando la razón: a lo largo de este año, la curva de producción de YPF no sólo detuvo su caída (venía de una década de descensos casi sin interrupción) sino que inició un leve pero perceptible repunte, que le permitirá cerrar el año con aumentos de extracción tanto en gas como en petróleo del orden del 3 al 5 por ciento.
Justamente, el abandono de esas técnicas de recuperación de reservas en yacimientos viejos había sido el detonante que produjo el vuelco de campana de la política petrolera en el año 2012. Ni YPF en manos de Repsol, ni la mayoría de sus competidoras en materia de perforación y extracción mostraban disposición por arriesgar inversiones en yacimientos que, se suponía, tenían ya poco para dar. Fue así que cuando el gobierno nacional, a partir de fines de 2011 y con la crisis de divisas por el balance energético (una sustitución al revés, aumento de importaciones para reemplazar producción local, en declinación), se encontró con que no solamente las concesiones más antiguas en manos de Repsol YPF habían dejado de producir. La serie de rescisión de contratos sólo se detuvo cuando se decidió la expropiación de YPF y se declaró de interés público a los hidrocarburos y todo el proceso en torno de los mismos, desde su producción hasta su consumo como combustibles.
Los logros en materia de técnicas de recuperación secundaria podrán ser ahora la carta de presentación de YPF en yacimientos extrafronterizos. El territorio mexicano y los pozos operados por Pemex le darían esa oportunidad. Las conversaciones entre Galu-ccio y Lozoya al respecto empezaron hace meses. Ambos se conocen, por lo menos, desde que a Galuccio le tocó dirigir la operación de la empresa Schlumberger en tierras aztecas, aseguran allegados al CEO de YPF. Galuccio se hizo cargo de YPF en abril del año pasado, y Lozoya llegó a la titularidad de Pemex a fines del mismo año, de la mano del ascenso de Enrique Peña Nieto a la presidencia, a quien había acompañado como asesor en toda la campaña. Vale recordar que la postura frente al futuro de Pemex fue uno de los temas sensibles de esa campaña presidencial, en la que Peña Nieto debió lidiar con las sospechas de que llegaba con la intención de privatizarla. Lozoya era el elegido, desde antes de las elecciones, para ocupar precisamente esa silla caliente.
Desde los primeros meses de este año, Pemex, a través de Lozoya, empezó a bregar por un acuerdo entre Repsol y el gobierno argentino. Seguramente habrá pesado en ese posicionamiento la amistad con Galuccio y la necesidad, para los planes de éste, de encontrarle una salida cuanto antes al asunto. También, y muy pronto quedó explicitado, el interés de Pemex de participar en algunos de los planes que empezaba a ofrecer YPF. En particular, en la proyección de los trabajos en petróleo y gas no convencional en la formación Vaca Muerta, en Neuquén, considerada una de las tres potencialmente mejor dotadas en su tipo en el mundo. Pero la sociedad de Pemex con Repsol, de la que es titular del 9,3 por ciento de las acciones, trababa la posibilidad de un acuerdo con la firma en la que la petrolera española tenía plantado un litigio internacional.
De cualquier modo, las conversaciones entre Pemex e YPF siguieron adelante, elaborando alternativas hipotéticas de asociación, explorando las intenciones y planes de cada uno para encontrarle puntos en común hasta encontrar fórmulas de complementación. Lo demás fue esperar que las negociaciones entre Repsol y el gobierno argentino llegaran a un acuerdo definitivo, para lo cual cada uno, en diferentes veredas (Galuccio en el gobierno argentino, Lozoya operando sobre Repsol), aportó lo suyo.
Con el acuerdo casi cerrado esta semana, Pemex e YPF comenzaron a elaborar los borradores de los acuerdos de asociación que los unirán. No tienen fecha establecida, pero la alianza entre ambas quedará sellada no bien se rubrique el acuerdo de pago de la compensación a Repsol. Los más optimistas creen que podría ser antes de fin de año. Es decir, este mes.
En su primera etapa, la asociación entre ambas incluirá la participación de Pemex en un área a desarrollar dentro de Vaca Muerta, para su posterior explotación por método no convencional (fracking), a la que aportará tecnología e inversiones. En tanto que YPF se incorporaría a la operación de algún área convencional en México, donde aplicaría sus conocimientos en la explotación por recuperación secundaria, en la primera “salida” de YPF a operar en el exterior en materia petrolera desde la llegada de Galuccio.
Pero no sería ésa la única combinación que ambos jefes de equipo tienen en carpeta. Galu-ccio y Lozoya parecen coincidir en la necesidad de darles mayor proyección internacional a sus respectivas empresas, y que en la actual etapa de disputa petrolera no hay mejor solución que sumar entre pares antes que quedar como socio menor de un gigante. Podría hasta pensarse en una proyección regional de la estrategia, sumando a Petrobras y Pdvsa, pero por ahora los funcionarios a cargo de las petroleras mexicana y argentina parecen encontrar mejor empatía entre sí que con sus colegas venezolanos o brasileños.
Por algo en el entorno de Galuccio y de Lozoya no se habla de asociación o acuerdos, sino de “alianza”. El conflicto con Repsol era el obstáculo. Su resolución, ahora, pasó a ser la oportunidad.
(Diario Página 12, domingo 1 de diciembre de 2013)