El nuevo ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, adelantó en un reportaje exclusivo a Página/12 que su cartera ya está analizando las distintas cadenas de valor del sector para mejorar la competitividad de los productores. Esto implicará revisar tanto los mecanismos de producción como el sistema de comercialización para cada una de las cadenas. El trabajo se está desarrollando en conjunto con la Jefatura de Gabinete, a cargo de Jorge Capitanich, y con el ministro de Economía, Axel Kicillof. El nuevo ministro apostará a generar un mayor volumen de producción en los distintos cultivos y carnes, y mayores saldos exportables sin dejar de lado la inclusión social. Valor agregado en origen, Plan Estratégico Agroalimentario, asociativismo y diálogo con todas las entidades del sector y no sólo con la Mesa de Enlace serán algunas de las claves para su gestión.
–¿Cuáles serán los principales ejes de su trabajo?
–En una primera lectura hay cuestiones coyunturales, que no son de hoy a la tarde, sino de este tiempo político, y temas estructurales de mediano plazo. Ya comenzamos a revisar las cadenas de valor de las distintas producciones. Estamos en un proceso de análisis de cada una de ellas, evaluaremos la competitividad pero con una mirada mucho más sistémica, holística e integrada. Esto incluye una visión de la competitividad que inevitablemente involucra la cuestión de la inclusión y la equidad. Vamos a desalentar la mirada estrictamente eficientista, para pasar a una concepción socioeconómica de las distintas cadenas de valor. Vamos a avanzar cadena por cadena, preservando a los productores y consumidores.
–¿Cuál será la primera cadena de valor sobre la que trabajarán?
–Seguramente empezaremos con el maíz, el trigo y la carne, no solamente bovina, sino de cerdo y pollo. Ahí tenemos algunas ideas para reenfocar la producción de maíz hacia el sistema de producción de carne de cerdo.
–¿Cómo llevarán adelante esta iniciativa? ¿Con estímulos fiscales o económicos? ¿Qué instrumentos aplicarán?
–Estamos evaluando las alternativas en un trabajo conjunto con el jefe de Gabinete (Jorge Capitanich) y con (Axel) Kicillof. Como se dijo, no habrá anuncios rimbombantes, vamos a trabajar en aspectos comerciales y productivos. Básicamente, propondremos el aumento de la producción por productividad y no por incremento de la superficie sembrada, sobre todo en aquellas economías más tradicionales de granos. En cuanto a la ganadería,queremos incorporar cada vez más productores en lo que tradicionalmente se llama áreas marginales, como el NEA y el NOA, que han crecido fuertemente en la producción ganadera.
–¿Están evaluando revisar el sistema de comercialización del trigo, que en los últimos años produjo tensiones con parte de la dirigencia agropecuaria?
–En este momento estamos revisando todo junto al Ministerio de Economía y Jefatura de Gabinete. Se están colocando todos los elementos sobre la mesa. Hay una apertura para la discusión en profundidad sobre todos estos temas.
–¿Cómo podría ser el cambio en el sistema de comercialización de trigo, por ejemplo?
–En el trigo quisiera ser cauteloso porque en este momento existe una situación de heladas en la zona triguera de la provincia de Buenos Aires y estamos esperando hasta el lunes o martes para ver qué pasará en la próxima temporada. Si hay daño o no, eso cambiará la estrategia que llevemos adelante. Sería una gran irresponsabilidad decir algo taxativo en este momento. De todas maneras, como principio de análisis político, lo que se pretende es aumentar la producción, garantizar el consumo interno y aumentar los saldos exportables. Este es el concepto. Y que haya más productores involucrados en el proceso.
–¿Cómo les otorgarán competitividad a los productores sin afectar a los consumidores, por ejemplo, vía devaluación?
–La competitividad no sólo es rentabilidad, no es eficiencia económica. Es revisar no sólo los mecanismos de producción, sino los mecanismos de comercialización y no solamente el mercado en término de transferencias de recursos, sino el mercado como mecanismo administrativo para que se conduzca tranquilamente. Cada una de las cadenas está diferenciada en su manejo y comportamiento comercial. Las problemáticas de los productores vitivinícolas son distintas de los productores de peras y manzanas. Por eso yo hablo de territorios, en función de lo que ocurre en el interior de sus relaciones politicoeconómicas. No vamos a salir a promocionar algo genérico para las economías regionales. Para nosotros, la economía pampeana también es una economía regional. Reconozco el peso de lo pampeano pero no quiero desconocer el resto de las provincias, es decir el 70 por ciento de la superficie del país. Entonces, los diseños de instrumentos responderán a cada uno de los problemas. No serán soluciones generales.
–Las entidades nucleadas en la Mesa de Enlace afirman que las economías regionales “no dan más”, y lo mismo en sectores de la Pampa Húmeda. ¿Cómo manejará la relación con este nucleamiento empresario?
–Los elementos de análisis y discusión sobre las cadenas de valor, economías regionales y el desarrollo territorial los vamos a analizar con todas las conducciones de los productores. Esto implicará trabajar con el 100 por ciento de las entidades con cierta representación. No vamos a hacer nada que no tengamos discutido con los implicados en el sector.
–¿La Mesa de Enlace no es representativa de todo el sector?
–No, de ninguna manera es representativa de todo el sector. Hay miles de productores que no tienen un grado de representación formal en las entidades hoy vigentes. Está perfecto, reconozco que existen. Pero vamos a discutir la problemática ganadera con todos aquellos referentes del sector. El diálogo con todas las organizaciones está garantizado. Pero las condiciones del diálogo las vamos a definir nosotros.
–¿Por qué cree que la Mesa de Enlace sostiene una hipótesis de conflicto permanente con el Gobierno?
–Nosotros decimos que hay cuestiones por resolver, reconocemos que hay trabajo por hacer para aumentar el proceso de desarrollo y transformación del país, con lo cual no estamos diciendo que está todo bien. ¡Pero guarda!, porque hay muchas cosas en las que sí evolucionamos como pocas veces en la historia del país. Un país que tuvo una tasa de crecimiento del 8 por ciento en forma continua, por diez años, no ocurrió nunca en nuestra historia. Algunas cosas han funcionado bien. Este contexto macro ha permitido que el sector alcanzara las 105 millones de toneladas, un crecimiento en la venta de maquinaria agrícola del 75 por ciento en 2013 en comparación con el año anterior, el aumento de la fabricación de tractores nacionales, la sustitución de importaciones. A menudo se oculta o no se dicen las cosas que funcionan bien, y se enfoca permanentemente en lo que va mal. Cuando se dice que todas las economías regionales están mal, hay que tener cuidado.
–En un reportaje a este diario en noviembre de 2011, usted había dicho que uno de los objetivos del Plan Estratégico Agroalimentario era reducir la superficie sembrada de soja. ¿Continuará con este lineamiento?
–Lo que estamos diciendo es que si proyectamos incentivar un aumento de la superficie de trigo, maíz, sorgo, etc., en términos relativos, lo que planteamos es una baja en el nivel de superficie de soja. No es que vamos a reducir la superficie de soja, sino que apostaremos a que haya una mayor siembra de otros productos. Si se cumplen las metas del PEA, aumentará la superficie del resto de los cultivos.
–En los últimos dos años el PEA estuvo frenado. ¿Cómo van a continuar con este trabajo?
–El PEA logró definir un rumbo, diagnóstico y metas. Tuvo un proceso de debate profundo, participativo y democrático. Ahora habrá que buscarle la vuelta. Estamos revisando la actualización de las metas y empezando a diseñar las estrategias. El escaso tratamiento en el último tiempo no inhabilita todos los lineamientos de largo plazo esbozados. Sin embargo hay que ajustar algunos números. El PEA ya es un proyecto de mediano plazo, el 2020 está a la vuelta de la esquina, por eso ya debemos pensar en el 2030, con una estrategia de país, sumada a una mejor articulación con el Mercosur. El PEA fue y es una acción de política institucional y colectiva interesante.
–Uno de los objetivos será aumentar los saldos exportables. ¿Se profundizará la venta de commodities o habrá algún cambio en materia de valor agregado?
–China mete 30 millones de habitantes a la clase media por año. El tema es que ellos plantean la compra de productos primarios para luego generar su propio proceso de valor agregado. Nosotros tendríamos que venderle alimentos para ganado o personas, alimento con la transformación hecha en la Argentina.
–El cambio que implica generar valor agregado en origen está circunscripto a un ordenamiento del comercio mundial. ¿Cómo puede romperse esa lógica?
–Es un tema complejo. La Argentina acaba de abrir el mercado del maíz a China, pero nosotros queremos transformar ese grano en proteína. ¿Cómo hacemos? A través de una política que genere un equilibrio y siendo responsables con los pactos internacionales de comercio. Por otro lado, no- sotros exportamos maíz a algunos países a los que les terminamos comprando los cerdos, como Brasil y Chile. Actualmente tenemos capacidad en nuestro sistema productivo como para revertir esto.
(Diario Página 12, domingo 1 de diciembre de 2013)