MENDOZA / Estudiantes trabajan junto a vecinos en la producción agrícola urbana / Nota






Nuestras tierras, aunque urbanas, también alimentan es el nombre del proyecto de extensión Prof. Mauricio López cuyo fin es promover la producción agrícola en zonas urbanas con la finalidad de garantizar la soberanía alimentaria. El mismo es ejecutado en el Bº Zapata, de Las Heras, y en él participan estudiantes de Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Ciencias Básicas coordinados por el docente Carlos Salcedo.

Con el objetivo de “construir un espacio educativo, de investigación y promoción de la agricultura urbana promoviendo prácticas comunitarias sustentables para garantizar la soberanía alimentaria”, un equipo de extensionista trabaja junto a vecinos en el territorio del Bº Zapata, en articulación con la Asociación Vecinal Fomento Edilicio, del municipio de Las Heras.

La Asociación Vecinal Fomento Edilicio tuvo su origen en el año 1953, cuando fue fundada por los primeros habitantes de la zona con la finalidad de generar integración y resolver conflictos comunitarios. El trabajo llevado a cabo entonces produjo una fuerte identidad barrial arraigada en valores solidarios, que entró en decadencia durante la década de los ’90 a causa de las políticas públicas que en esa época se instalaron.


Más recientemente, el espacio fue reactivado gracias al impulso producido por “la activa participación de jóvenes que se involucraron en la regularización de la situación”, logrando la refuncionalización del mismo. María Raquel Zárate, vecina del barrio, aseguró que a ella le gustaría que el club fuera “un contenedor de niños, porque toda la base del futuro está en los niños”, y asegura que en el mismo “se les enseña cosas positivas”. “Por eso me he sumado, para ayudar un poco más”, dijo la vecina.

El proyecto nace a partir de que, luego de que se realizaran diversas actividades relacionadas con la permacultura en la Asociación, la comunidad viera la necesidad de conocer más sobre la temática, a partir de que pudieron tomar conciencia del uso que los vecinos podían dar a los restos orgánicos y reducir lo desechado desde sus hogares.

Manuel Chidiak, extensionista y estudiante de Historia, contó que cuando armaron el proyecto, la idea fue “ir generando talleres teóricos prácticos y acercarlos a las comunidad”. Mientras tanto, se realizó “la construcción de un horno y una hornalla para olla de 45 litros para el locro y las comidas que se hagan en los festivales del club”.

El equipo, coordinado por Carlos Salcedo, docente de la Facultad de Ciencias Agrarias, está conformado por alumnos de las licenciaturas en Trabajo Social e Historia, los profesorados en Ciencias Básicas y Filosofía, y la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables.

Todos ellos son los que llevan a cabo una “estrategia de gestión coordinada a través de prácticas participativas y técnicas interactivas, lo adecuadamente estructuradas para lograr la concreción del proyecto, pero lo suficientemente flexibles para incorporar las demandas de la comunidad”, aplicando metodologías de pedagogía popular y organizando los talleres en encuentros en los cuales se tomen en conjunto las decisiones sobre el qué, cuándo y cómo realizar las acciones de manera participativa y horizontal.

Como se acostumbra en la ejecución de los Mauricio López, el proceso conlleva una relación de intercambio de saberes comunitarios y académicos. Manuel aseguró que los extensionistas perciben este diálogo “sobre todo en la huerta, donde la relación con las plantas es un tema ancestral; por ejemplo, nuestros abuelos tenían una relación más cerca con el tema de cultivar sus alimentos”.

Entre los objetivos concretos del proyecto, se encuentra la implementación de una huerta bien equipada, conformada como un espacio “preparado para ser una planta piloto demostrativa, donde se desarrolle la investigación y difusión de la agricultura urbana”, además de la multiplicación de la experiencia en los hogares de los beneficiarios.

En la redacción del proyecto, los extensionistas se apoyan sobre la premisa de que las “prácticas educativas basadas en la construcción colectiva y el intercambio de saberes empoderarán a la población destinataria de las herramientas y conocimientos necesarios para lograr la sostenibilidad del proyecto y fortalecer los lazos comunitarios”.

Respecto a la relación de la Universidad con la comunidad, Manuel dijo que para él “en la Universidad no está tan integrada la práctica educativa con la teoría”. “Para que la enseñanza pedagógica sea más eficiente deberíamos estar más expuestos a situaciones de ese tipo”, aseveró el estudiante.

(Secretaría de Extensión de la UNCuyo, 11 de noviembre de 2013)

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