ARGENTINA / Todos ganan / Escribe: Alfredo Zaiat






Cuando se comienza a descubrir el funcionamiento del mercado financiero la sugerencia de operadores habituales es no incorporar la moral al momento de analizar el comportamiento de los protagonistas. Ni evaluarlos con categorías amigos-enemigos suponiendo la imposibilidad de alteraciones de situaciones que se presentaban inicialmente como inmodificables o de desenlace inexorable. La recomendación tiene el objetivo de colaborar en la comprensión de cómo se desarrollan los negocios en el mundo de las finanzas desreguladas. En ese curso acelerado de secretos de la city se enseña que el principal combustible del motor emprendedor de los grandes especuladores es obtener la mayor ganancia sobre el capital invertido en el menor tiempo posible. Si se entiende ese marco general de la conducta del financista, no debería causar sorpresa que fondos de inversión internacionales con bonos de deuda argentina estén negociando con fondos buitre con bonos de deuda en default para un arreglo extrajudicial, sin la intervención directa de Argentina. No lo hacen por filantropía, simpatía política o porque la noche de Buenos Aires los encandila. Sólo tienen el interés de cuidar sus inversiones y ganar mucho más dinero. Esta pulsión incontenible de financistas esta vez está jugando a favor de Argentina, aunque la vanidad y celos de esos millonarios de las finanzas pueden hacer naufragar el acuerdo.


El reciente documento del Cefid-Ar “Fondos buitre. El juicio contra Argentina y la dificultad que representan en la economía mundial”, de Romina Kupelian y María Sol Rivas, precisa las diferentes características de esos financistas. “Los buitres son fondos de capital de alto riesgo que compran deliberadamente títulos de deuda en default a precios muy bajos para luego reclamar por la vía judicial el valor total de esos bonos más los intereses devengados. Los holdouts son otro tipo de inversores, puesto que son tenedores de deuda que por distintas razones no aceptan las reestructuraciones sin especular con acciones legales. Y los fondos especulativos también se diferencian de los buitres porque aceptan las condiciones del mercado.” Explican que la metáfora del buitre refiere a que su estrategia, cuando se trata de deudas soberanas, se basa en esperar a que la economía de algún país entre en crisis y no pueda afrontar sus deudas para, en ese momento, lanzarse en picada a atacar a su presa moribunda adquiriendo bonos públicos devaluados a bajísimo valor y luego, con demandas judiciales y mediante distintos métodos de presión –embargos, operaciones de lobby y campañas de prensa desprestigiando a los Estados deudores–, fuerzan a los gobiernos a pagarles el valor total de los títulos adquiridos más los intereses devengados.

Los fondos buitre NML Capital, de Paul Singer, y EM Ltd., de Kenneth Dart, ganaron en primera y segunda instancia el juicio contra Argentina en los tribunales de Nueva York, sede de la meca bursátil y financiera Wall Street. La Corte Suprema de Estados Unidos además no consideró la apelación del país para revisar el fallo y es cercano el rechazo al pedido que la Cámara en pleno se ocupe del caso. Queda pendiente una segunda apelación ante la Corte Suprema, con escasa probabilidad de prosperar. Argentina está perdiendo este juicio que es el más importante por el monto involucrado. Otros treinta litigios exigiendo embargos sobre activos argentinos en el exterior en otras jurisdicciones tuvieron resultados desfavorables para los buitres. Incluso a mediados de la semana pasada la Justicia alemana desestimó una demanda de acreedores con bonos argentinos en default. El juicio de los buitres en Nueva York en cambio ha estado avanzando hacia una sentencia en contra.


Pese al festejo de la hinchada local que juega con entusiasmo a favor del visitante, todos los involucrados saben que deberán anotar pérdidas con el desenlace más probable a mediados del año próximo de la Corte Suprema de Estados Unidos desestimando la apelación argentina. Cada uno, por distintos motivos –los buitres, Argentina y los grandes fondos de inversión–, tienen algo que perder.

Los buitres sólo anotarían el triunfo moral y político de haber ganado el juicio en tribunales amigos de Nueva York, pero no recibirían los dólares por su apuesta especulativa de comprar muy barato con el default para luego cobrar vía judicial.

Argentina estaría obligada a incumplir pagos (default técnico) de bonos emitidos bajo legislación de Nueva York, no porque consideraría ese fallo injusto al ordenarle privilegiar a unos acreedores (los buitres) sobre otros, sino porque no podría hacerlo debido a que por normas de emisión de los nuevos bonos estaría obligada a reconocer esas mismas condiciones especiales de cobro de los buitres a los inversores que participaron de las dos rondas de canje (2005 y 2010). Todo el proceso de reestructuración de deuda con quita, reducción de la tasa de interés y extensión de plazos se derrumbaría y el monto involucrado para cumplir con todos los acreedores superaría la cantidad de reservas en el Banco Central.

Los buitres ganarían pero no cobrarían; y Argentina perdería y no pagaría. Aquí interviene el tercer jugador: grandes fondos internacionales que participaron del canje y acumulan muchos bonos que han estado cobrando cada vencimiento sin problemas. En un escenario de default técnico (se define así porque no es voluntario sino que se origina por un fallo judicial), esos fondos perderían mucho dinero por la caída de las cotizaciones de los títulos que acumulan en sus carteras de inversión, además de dejar de cobrar los intereses devengados debido a que poseen papeles de deuda con legislación Nueva York. Los bonos emitidos bajo jurisdicción local no estarían alcanzados.


Esta situación que puede terminar beneficiando a la Argentina no fue por casualidad, sino por la persistente defensa en tribunales adversos que derivó en esa encrucijada financiera. En estos días trascendió el núcleo del plan elaborado por fondos de inversión para definir un arreglo extrajudicial con los buitres, que se difundiría esta semana. La propuesta tendría la siguiente secuencia:

- Esos fondos recibirían los bonos en default de los buitres.

- A cambio de esos papeles se comprometerían a pagarles el monto de la sentencia, negociando una leve quita.

- El pago lo efectivizarían transfiriendo un porcentaje (20 por ciento) de los intereses de los títulos del canje, que cobran puntualmente en cada vencimiento.

- Luego ingresarían los bonos en default de los buitres en la tercera ronda del canje, sumando más títulos de deuda argentina a su cartera de inversión.

Esta operación inédita en el mercado de deuda soberana requiere de la aprobación mayoritaria de todos los acreedores involucrados. Si finalmente se concreta, superando escollos operativos de implementación además de la vanidad de los financistas, quedarían descolocados quienes han sido apasionados lobbistas locales de los buitres.

El saldo de esa transacción sería favorable para los tres protagonistas. En la perinola saldría “todos ganan”. Los buitres ganaron el juicio y podrían contabilizar una extraordinaria ganancia especulativa pagada por otros fondos de inversión. Estos a la vez evitarían una pérdida patrimonial de un default técnico y por el contrario podrían registrar utilidades por el aumento de la cotización de los bonos despejada la incertidumbre del juicio buitre. Y Argentina, pese a perder el litigio, no tendría que pagarles a los buitres, además de sumar más bonos al canje de deuda cerrando así el capítulo del default.

Una resolución de mercado de este tipo fue forzada por la firmeza de la posición argentina en la relación con los fondos buitre defendiendo la potestad de tomar decisiones soberanas en materia financiera, como fue la renegociación de deuda en default. Quedará pendiente la cuestión política y moral del mundo de las finanzas, atributo este último desconocido en ese ambiente de negocios. Deberían ser una tarea de otros protagonistas. Las investigadoras Kupelian y Rivas convocan en ese sentido a que “en la medida en que la regulación y la Justicia a nivel global no se hagan eco de prácticas fraudulentas, los buitres van a seguir sobrevolando ante cada economía débil”.

(Diario Página 12, domingo 10 de noviembre de 2013)

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