´ Es difícil saber cómo hubiera impactado sobre el electorado el fallo de la Corte Suprema de Justicia que declaró la constitucionalidad de la ley de medios audiovisuales, si se hubiera conocido antes de la elección legislativa. Pero un día después de los comicios, resultó un bálsamo para las heridas abiertas en el kirchnerismo por la certificación de que Cristina Fernández de Kirchner ya no volverá a ser candidata presidencial –al menos en 2015- y por la derrota en los cinco grandes distritos del país. La bocanada de aire sirvió para recordarle a la militancia del Frente para la Victoria que debe regresar al territorio a disputar la sucesión.
Si bien no ocurrió la catástrofe electoral que describen algunos medios, tampoco el gobierno está para tirar manteca al techo. Los más equilibrados no se rasgan las vestiduras, porque evalúan que sumaron diputados, perdieron un solo senador y el FPV sigue siendo la fuerza más importante a nivel nacional. Creen que el mal humor obedece a que al oficialismo se le exige que gane por goleada como los campeones. En todo caso, lo cierto es que los grandes medios lograron instalar la idea de que el gobierno sufrió una verdadera catástrofe. De nada sirvió que haya sumado un par de puntos con respecto a la legislativa de 2009, o un millón y medio a las primarias. En realidad, los títulos de los grandes diarios nacionales y los de los noticieros podrían haber sido redactados un día antes con la calificación de la "dura" derrota.
Una encuesta que indagara acerca de cuál fue la fuerza más votada a nivel nacional y cuál tendrá a partir de diciembre la mayor cantidad de legisladores nacionales mostraría claramente la distorsión informativa que produce un oligopolio que obviamente prioriza sus negocios. Probablemente constataría que la mayoría cree que perdió el gobierno porque hizo "la peor elección". Pero desconocería otros datos de la elección. Se quedaría sólo con el mensaje político, pero no tendría claro el escenario institucional que describió. Cuando se defienden desesperadamente intereses económicos concretos, se desinforma, se manipula, y hasta se miente lisa y llanamente. El deseo supera a la realidad.
Por supuesto que la generación de una interpretación falaz sobre un hecho político no es nueva, pero certifica una vez más la necesidad de replantear el reparto de licencias de radio y televisión. Aunque se preanuncian nuevas chicanas legales, el comienzo del proceso de desguace es un tiro para el lado de la justicia. Hebe de Bonafini advirtió que el monstruo sigue vivo. El abogado del grupo Clarín, Damián Cassino, confirmó que el grupo apelará el procedimiento administrativo ante la justicia y el contenido de la ley ante tribunales internacionales. El titular de la AFSCA, Martín Sabbatella, estimó con optimismo que el proceso llevará entre seis meses y un año. Si demorara dos años, el nuevo régimen mediático se habrá llevado un mandato y medio de Cristina Fernández. Pero la presidenta le dejará con esta ley su mejor herencia a la democracia.
El mismo día que Sabbatella concurrió a informar al grupo Clarín en nombre del Estado sobre la apertura del proceso de desinversión, el nuevo candidato presidencial del grupo, Sergio Massa, se reunió con los representantes de las patronales periodísticas (ADEPA) para firmar su compromiso con la libertad de prensa. Una vez más vino a la memoria de muchos lo que repetía con su voz cascada por tres atados de cigarrillos diarios el ex presidente del bloque de diputados radicales, César “Chacho” Jaroslavsky: "Clarín ataca como partido político y se defiende con la libertad de prensa".
Massa no se expresa abiertamente contra la Ley de Medios porque no quiere que le recuerden que era jefe de Gabinete de Cristina Fernández cuando se terminó de redactar el proyecto oficial para enviarlo al Congreso, pero una de sus diputadas electas, Mirta Tundis, deslizó que en los fallos de la Corte Suprema de Justicia suele haber "contradicciones". ¿Quién no las tiene?
Otro antiguo protegido del grupo, Mauricio Macri, ya anda blandiendo el engendro legal que hizo aprobar en el distrito federal para frenar la operatividad del proceso de desinversión y proteger a Clarín. A fines de mayo, el alcalde "decretó" la libertad de prensa al interior de la General Paz, el Río de la la Plata y el Riachuelo, mediante un decreto que se arroga facultades federales. El plumazo fue sancionado luego por la Legislatura porteña y en uno de sus artículos reivindica para el Gobierno de la Ciudad la facultad de "regular la prestación de servicios de difusión, de señales, programas y contenidos audiovisuales, cuyo soporte técnico se realice mediante vínculos físicos que configuren redes ubicadas dentro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires". También señala la norma que corresponde al gobierno porteño "otorgar autorizaciones para la instalación o explotación de señales de difusión por suscripción a través de vínculos físicos por medio de redes ubicadas dentro del territorio de la CABA". Los "vínculos físicos" de los cuales habla la ley porteña son los cables. En suma, que lo que se intenta defender es el mejor negocio del grupo Clarín: TN. Por entonces, el alcalde dijo en cambio que la norma trataba de proteger a los periodistas del autoritarismo del gobierno nacional, pero días después, la Policía Metropolitana la emprendió a balazos contra los cronistas que cubrían el desalojo de instalaciones del Hospital Borda. Quedó claro entonces que, en todo caso, la protección es para las empresas y no para sus asalariados.
Macri le declaró abiertamente la guerra a Massa el mismo día en que ambos celebraban sus respectivos triunfos distritales. El alcalde se plantea como un renovador de la política, no quiere ex ministros y propone una "tercera vía". Por supuesto que no se trata de la "tercera vía" difusamente progresista de Tony Blair, sino que refiere a una alternativa claramente neoliberal a los dos partido partidos populares y mayoritarios: el PJ y la UCR.
No está claro si Massa abjurará totalmente del peronismo para volver a las fuentes en las que bebió en sus comienzos, la Ucedé, pero sí que ambos intentarán avanzar por la vía de la derecha en su intento por llegar a la Rosada, en un tránsito que preanuncia choques y un nuevo escenario fragmentado para la oposición con miras a 2015. Cuando Cristina regrese respuesta al ruedo, se encontrará con un radicalismo que intenta renovar su alianza con los socialistas como soporte de la casi segura candidatura de Julio Cobos, dos fuerzas de derecha que aspiran a conquistar el mismo perfil de votantes, y un justicialismo que seguramente tendrá que dirimir liderazgos en elecciones internas. Tal vez entonces se irá aclarando si el kirchnerismo tendrá un candidato propio para aspirar a la sucesión o si apostará a desgano por Daniel Scioli, el mejor posicionado, pese a la derrota. En tanto, deberá lidiar con las restricciones por la escasez de divisas, para marcharse en dos años sin haberles dado el gusto al club de devaluadores y ajustadores seriales.
(Diario Tiempo Argentino, sábado 2 de noviembre de 2013)