Unas ochenta personas sufrieron lesiones y heridas –en ningún caso con riesgo de vida– en el tercer accidente grave que se produce en apenas veinte meses, en el Ferrocarril Sarmiento. Como el 22 de febrero de 2012, cuando murieron 51 pasajeros y otros 700 resultaron heridos, el escenario fue la terminal de Once, donde otra vez una formación que venía llegando se estrelló contra la barrera de contención. En esta ocasión, la valla de acero cedió y el tren avanzó sobre el andén casi hasta la línea de los molinetes por los cuales los viajeros ingresan para acceder a los trenes. El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, confirmó que la información obtenida con el GPS dictaminó que la unidad ingresó a las cercanías de la estación a una velocidad de “48 kilómetros por hora cuando el promedio (habitual) es de 37”, mientras que al llegar a la zona de andenes iba a “22 kilómetros por hora, cuando debe hacerlo a 12”. Un dato, cuanto menos extraño, es que el maquinista Julio Benítez, quien quedó detenido e incomunicado, intentó llevarse escondido en su mochila el disco rígido de la locomotora, elemento clave para investigar las causas.
El disco rígido fue recuperado por agentes de la Policía Federal, que además tuvieron que proteger a Benítez cuando bajó de la máquina, porque decenas de pasajeros que iban en el tren, y otros que estaban en la estación, intentaron lincharlo al grito de “asesino”. Fuentes judiciales consultadas por Página/12, confirmaron que el juez federal a cargo de la causa, Ariel Lijo, tiene en su poder el disco rígido, que está dañado porque fue golpeado contra la CPU, al ser sacado de ésta.
De todos modos, se cree que va a ser reparado, mañana, por dos empresas especializadas. Sobre la CPU se encontró sangre que, una vez analizada, va a determinar con precisión quién fue el que sacó el disco rígido. El motorman detenido será indagado mañana. La policía encontró el disco rígido en la mochila de Benítez, cuando éste era trasladado al Hospital Zubizarreta, para ser asistido por las heridas que sufrió. El motorman “está bien, con contractura de tabique nasal y politraumatismos y fue derivado a la Aseguradora de Riesgos de Trabajo (ART) que le corresponde”, informó la ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud.
El juez Lijo también ordenó el secuestro de las grabaciones de las cámaras de seguridad instaladas en la estación Once y de las tres estaciones anteriores, Caballito, Flores y Floresta, y también de las que se encuentran a lo largo del trayecto Floresta-Once.
El ministro Randazzo, en conferencia de prensa, dijo que se habían realizado “todos los controles” necesarios, tanto de la formación como del motorman, para determinar si estaba en condiciones óptimas para cumplir su misión. Esto incluye “el control de alcoholemia” implementado el año pasado por el Ministerio de Interior y Transporte.
Además de informar sobre la velocidad a la que llegó el tren a la terminal de Once, Randazzo sostuvo que “otro dato muy importante es que el motorman nunca se comunicó con la torre de control” para comunicar alguna situación de emergencia. Randazzo dijo, en la conferencia brindada en la Casa Rosada, que “en la noche del 18 de octubre se probó el alistamiento de la unidad 05 (la que protagonizó el accidente) y ese alistamiento fue firmado por el supervisor Gustavo Paulina, quien verificó el correcto funcionamiento de los frenos”.
El ministro manifestó también “la solidaridad y el acompañamiento” del gobierno nacional hacia los heridos del accidente ferroviario y dijo confiar “en el rápido esclarecimiento” del hecho “por parte de la Justicia”. Al menos hasta la tarde de ayer, según aclaró Randazzo, la presidenta Cristina Kirchner, que sigue en reposo por prescripción médica, no había sido informada acerca de lo sucedido.
Cuando se le preguntó si hubo error humano, Randazzo aclaró que había dado a conocer “los datos objetivos que tenemos a través de la Justicia, que es la que tiene que determinar las responsabilidades; no voy a hacer ningún juicio previo contra ningún trabajador. Voy a colaborar, como lo hicimos en el caso de Castelar”, en referencia al choque entre dos trenes del Sarmiento ocurrido el 13 de junio de este año, con un saldo de tres pasajeros fallecidos y 315 heridos.
Como cierre, Randazzo expresó su agradecimiento “a los bomberos, la policía, al secretario de Seguridad, Sergio Berni, y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”, por la labor desarrollada en la emergencia, lo que permitió que el tren accidentado fuera evacuado en 45 minutos. Las declaraciones del ministro se dieron en el contexto de su enfrentamiento con los sindicatos ferroviarios por la instalación de cámaras en las cabinas de los conductores. La medida, tomada después del feroz accidente también en Once, hasta ocasionó un paro. Los sindicalistas criticaron al ministro ayer, como se informa aparte.
El accidente se produjo a las 7.25 cuando un tren del Sarmiento, identificado con la chapa número 5, que cumplía el servicio Moreno-Once, chocó contra el paragolpes del andén 2 de la estación Once, precisó la Unidad de Gestión Operativa Mitre Sarmiento (Ugoms).
La ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud, informó que en el Hospital Ramos Mejía “fueron atendidos 44 pacientes trasladados por el SAME; en total fueron 80 las personas heridas o lesionadas, ya que muchos llegaron a distintos hospitales por sus propios medios”. Anoche se dijo que quedaba una sola persona internada, en observación, fuera de peligro. Era una mujer de 35 años que había sufrido un golpe en el abdomen.
El accidente fue menos grave de lo que podría haber sido, por dos razones: en el tren no iba mucha gente, por ser sábado, y porque, a diferencia de lo ocurrido en febrero de 2012, la valla de contención cedió ante el impacto y los daños sufridos, tanto por la máquina como por los vagones delanteros, fueron de mediana importancia. Según explicaron a Página/12 fuentes del gobierno nacional, el sistema de paragolpes instalado luego de aquel siniestro ayer funcionó evitando “el acaballamiento de los vagones” que podría haber causado daños de mayor gravedad.
En el operativo de rescate de los pasajeros heridos participaron ambulancias del SAME, personal de Bomberos, de las policías Metropolitana y Federal. El titular del SAME, Alberto Crescenti, informó que trabajaron 80 ambulancias y dos helicópteros, que no fue necesario utilizar.
En la estación, minutos después del accidente, Julio, uno de los pasajeros, comentó que había versiones que indicaban que el motorman “se venía durmiendo porque en las dos estaciones anteriores frenaba mal, y en Once directamente ni frenó”. Jorge, otro de los viajeros, coincidió en que “en Flores y en Caballito tenía problemas para frenar, parecía que se iba a pasar de los andenes”.
Jorge opinó que en Once “el conductor se quedó dormido porque venía a mucha velocidad”. Luego del impacto “la gente estaba tan enojada que intentó lincharlo; estoy seguro de que se quedó dormido –insistió–, porque de otra forma no hay explicación por lo que hizo”.
“Yo tuve la suerte de viajar en el tercer vagón, sólo sufrí golpes, pero fue un desastre”, agregó. Horas después de lo ocurrido, varios testigos comentaron que “apenas se produjo el golpe, muchos pasajeros que estaban en la estación o que venían en el tren, se fueron encima de la máquina y buscaron al maquinista, pero al principio no lo encontraron”. Cuando Benítez salió, llevado por la policía, se le fueron encima y quisieron golpearlo mientras le gritaban “asesino” y lo insultaban.
Mario, un pasajero que iba en el cuarto vagón, relató que cuando llegaban a la terminal de Once “nos pareció que iban muy rápido”. Cuando se produjo el impacto contra el paragolpes “las puertas se trabaron y no las podíamos abrir; tuvimos que salir por las ventanas, pero por suerte las puertas se volvieron a abrir, porque el pánico es lo peor que te puede pasar en estos casos”.
Josefina, que había subido al tren en Ramos Mejía, sostuvo que, de todas maneras, “el miedo y la desesperación fueron grandes, porque todos nos imaginamos lo ocurrido antes en este mismo lugar. A nuestro alrededor vimos gente golpeada y ensangrentada, por eso tuvimos que asistirlos, a ellos y a muchos chicos que estaban llorando, desesperados”.
César Rojas, que hizo filmaciones con su celular, dijo que “aunque no fue tan grave, lo que vivimos fue un infierno, pensamos que nos íbamos a morir todos; esto no puede pasar nunca más”. Junto con las primeras ambulancias y los bomberos, se hicieron presentes en el lugar el secretario de Seguridad nacional, Sergio Berni, y el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro.
(Diario Página 12, domingo 20 de octubre de 2013)