ARGENTINA / Delegados / Escribe: Alfredo Zaiat






Uno de los rasgos importantes de la economía argentina es el elevado dinamismo de la organización sindical de los trabajadores. Es una característica histórica desde la acción de grupos anarquistas, socialistas y comunistas de principios del siglo pasado hasta el salto cuantitativo con el peronismo desde mediados de la década del ’40. Desde sus comienzos ha habido intentos de debilitar el movimiento obrero con violenta represión y prisión a dirigentes, luego con una política antisindical y persecución a partir del golpe del ’55, con la desaparición física de delegados y proscripción durante la dictadura militar, y con el disciplinamiento social derivado de un elevado desempleo y cooptación de líderes sindicales en el período neoliberal de los ’90. Diferentes investigadores del mercado laboral coinciden en que desde 2003 se inició una nueva etapa en ese intenso recorrido, que tiene como marca de origen la revitalización de los sindicatos y de las comisiones internas. Este proceso tuvo como resultado una ampliación de la representación de los trabajadores y de ese modo la posibilidad de negociar en mejores condiciones el salario, lo que se ha reflejado en un aumento de su poder adquisitivo en términos reales. Esto ha tenido como expresión la consolidación de una intensa puja distributiva, o sea la tensión sobre cómo se reparte la riqueza entre el capital y el trabajo. Esa pelea entre el salario y la tasa de ganancia empresaria se encuentra en la base de las actuales fuentes inflacionarias.


En todos los países existe puja distributiva. El aspecto relevante es observar su intensidad, el perfil de los protagonistas, el rol del Estado en esa tensión y la profundidad de la organización sindical, además de la normativa institucional referida al funcionamiento del mercado laboral. Desconocer las características de esos factores en la economía argentina y, por lo tanto, cómo intervienen en el despliegue de la puja distributiva al momento de comparar tasas de inflación con otros países sólo orienta a la confusión analítica. O puede ser la estrategia de aturdimiento de representantes de la ortodoxia basada en el permanente repiqueteo de la inflación como el principal problema de la economía, abonando así el camino para facilitar la aceptación social de políticas de ajuste (reducción de subsidios, brusca devaluación, fuerte suba de tasa de interés, metas de inflación, freno al gasto público) cuyos destinatarios serán los trabajadores. Exagerando el miedo a la inflación van construyendo el escenario social para que algunos sectores atenten contra sus propios intereses. Dirigentes sindicales de diferentes vertientes no deberían hacerse los distraídos o ser cómplices de esa situación.

El sistema de relaciones laborales en Argentina está configurado sobre la siguiente base:

1. Organizaciones sindicales estructuradas por rama de actividad.

2. La unicidad de la representación sindical para negociar con los empresarios.

3. La extensión de los resultados de la negociación colectiva a los trabajadores no afiliados al sindicato.

4. La posibilidad de elegir a los representantes de los trabajadores en los lugares de trabajo.


Son pilares principales del mercado laboral que arrojan como resultado una importante dinámica de la negociación paritaria, un porcentaje considerable de asalariados comprendidos en las convenciones colectivas, una tasa de afiliación sindical relativamente alta y una fuerte presencia de los representantes de los trabajadores en los lugares de trabajo. Estos rasgos no se encuentran todos juntos en otras economías, lo que no es un dato menor al momento de hacer evaluaciones comparativas o analizar fenómenos económicos como la inflación por puja distributiva.

La recuperación de la fortaleza gremial es un proceso significativo en estos años y, en especial, el aumento de la presencia de delegados en las empresas. En “Representación sindical en los lugares de trabajo”, publicado por el Ministerio de Trabajo en la Serie Estudios/11 Investigaciones sobre Protección Social y Relaciones Laborales, David Trajtemberg, Cecilia Senén González, Carla Borrón y Gabriela Pontoni precisaron que el 39 por ciento de los asalariados registrados del sector privado trabaja en establecimientos en los cuales se ha elegido al menos un delegado sindical. Es una estimación elaborada con dos encuestas del Ministerio de Trabajo: la Encuesta a Trabajadores de Empresas y la Encuesta de Indicadores Laborales.

En el régimen gremial argentino los delegados representan a los trabajadores ante las empresas y ante el sindicato y pueden constituir una continuidad del sindicato en la empresa. Los delegados ocupan la función central en los lugares de trabajo porque dan respuestas a las demandas inmediatas de los trabajadores, pero el sindicato es el sujeto principal fuera de la compañía porque detenta toda la capacidad de representación.

Ese 39 por ciento es una cifra elevada en comparación con otros países de América latina como Brasil o Chile, y ubican a la Argentina en un “lugar privilegiado respecto de la presencia sindical en el lugar de trabajo”, indicaron esos investigadores. En esos dos países no existe presencia sindical dentro del establecimiento. En Brasil sólo se encuentra la Comisión de Prevención de Accidentes, de carácter no sindical, compuesta por delegados de personal de seguridad e higiene que sólo cumplen la función de prevenir los riesgos de trabajo. En el documento esos especialistas mencionaron que esa figura no es asimilable a la del delegado sindical argentino y que además no existe reconocimiento estatal para conformar esos espacios y los delegados no cuentan con garantía propias de la labor sindical.


La presencia de delegados de base es un mecanismo de democracia por el cual los trabajadores eligen a sus representantes ante los empleadores. En la investigación se señala que, como era de esperar, a mayor tamaño de empresa, lo que significa mayor cantidad de trabajadores en el establecimiento, es más importante la presencia de representantes sindicales en el lugar de trabajo. “Esto queda reflejado en que la presencia de delegados comprende al 14 por ciento de las empresas en el ámbito privado”, apuntan.

La investigación está basada en el Módulo de Relaciones Laborales de la Encuesta de Indicadores Laborales. De su análisis surge que del universo de asalariados comprendidos en la encuesta un 35 por ciento trabaja en grandes establecimientos (más de 200 empleados), un 33 por ciento en empresas medianas y un 31 por ciento en pequeñas empresas. La tasa de afiliación sindical es del 37,7 por ciento, pero la mitad de los asalariados trabaja en establecimientos donde la afiliación sindical es menor al 25 por ciento. Entre las empresas con delegados, la tasa de afiliación asciende al 49,4 por ciento, mientras que para las empresas sin delegados es del 30,3 por ciento.

Las ramas de la industria y del transporte presentan un mejor desempeño en materia de tasa de afiliación sindical y una mayor inserción de los delegados gremiales en los establecimientos. En cambio, el asalariado de empresas de la rama servicios si bien está bajo convenio colectivo tiene una muy baja tasa de afiliación.

En las grandes empresas la presencia de la representación sindical es más frecuente que en las pequeñas y medianas. Este resultado sería un indicio de que los sindicatos encuentran mayores dificultades para organizarse en los establecimientos de menor tamaño. En éstos el porcentaje con delegados es de 11 por ciento, en las medianas de 32 por ciento y en las grandes alcanza el 70 por ciento.

Esto explica que si bien sólo el 14,2 por ciento de las empresas declaró contar con al menos un delegado gremial, el porcentaje de trabajadores comprendidos en esas empresas representa el 39 por ciento del total. Trajtemberg, Senén González, Borrón y Pontoni concluyen que la revitalización de las comisiones internas en la vida sindical se apoya en las mejoras sustanciales de la actividad socioeconómica post 2003, y “esto ha sido fundamental en el incremento de los debates acerca de la actualidad del modelo sindical y sobre la participación de los trabajadores”.

(Diario Página 12, sábado 2 de noviembre de 2013)

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