HISTORIA / Pugna de modelos civilizatorios: indigenismo o estados continente (tercera parte) / Escribe: Andrés Soliz Rada






(viene de la edición de ayer)

A las ideas de Bolívar y Rodríguez cabe añadir que existen múltiples y diversos mestizajes generados por el transcurso del tiempo. Cada país latinoamericano tiene su propio mestizaje que ha ido conformando personalidades diferenciadas por matices. Así existe, por ejemplo, “lo caribeño”, “lo argentino”, “lo venezolano”, “lo boliviano” o “lo chileno” que resumen, a su vez, simbiosis de sus mestizajes interiores, que mezclaron a poblaciones prehispánicas, aventureros, empresarios y corrientes migratorias. En las zonas altas de Bolivia, por ejemplo, el traslado de esclavos africanos a las minas de Potosí sólo provocó su extinción, debido a la rudeza del clima. Sin embargo, el hecho de que los españoles hubieran llegado a las regiones mineras sin sus esposas o compañeras aceleró el mestizaje al que aludía el licenciado Castro. Los mestizajes latinoamericanos están unidos por el común denominador del idioma, el que alimenta el proyecto de construir la Patria bolivariana.


LO INDO MESTIZO EN BOLIVIA

La miopía de sus clases dirigentes y la escasez de corrientes migratorias ocasionaron la lenta formación de la ínter subjetividad boliviana. El estancamiento crónico del país acentuó el regionalismo y el racismo. Las movilizaciones de repudio a los gobiernos de la oligarquía minero terrateniente, la Asamblea Constituyente de 1938, el Congreso Indigenal de 1945 y la Revolución del 9 de abril de 1952, que dio acceso a la ciudadanía de todos los habitantes del país, hombres y mujeres, junto a la reforma agraria y el voto universal, generan esperanzas de consolidar la existencia nacional. Tal vez la pregunta pertinente debería ser la siguiente: ¿Cómo explicar que Bolivia continúe existiendo? Su debilidad interna fue de tal magnitud que bastó una batalla, la del Alto de la Alianza, para que Chile nos ganara la Guerra del Pacífico. El país carecía de la fuerza interior para sobreponerse a los contrastes, lo que lo convirtió en presa fácil de agentes de la masonería chilena, vinculada, a su vez, a la Gran Logia inglesa. La Guerra del Acre, pese al despojo de extensos territorios amazónicos, cuyo valor crece con el tiempo, no afectó al eje del funcionamiento del país, que no tenía conciencia de su propia geografía. La Guerra del Chaco fue diferente. A pesar de la extensa pérdida territorial, Paraguay, pese a su sólida unidad nacional, su tradición guerrera y la ayuda logística argentina. no pudo vencer la resistencia boliviana en la decisiva batalla de Villamontes, lo que evitó su polonización, ya que otros países limítrofes se aprestaban a ocupar varias regiones de la heredad nacional ¿De dónde sacó Bolivia la energía suficiente para resistir tres años de ininterrumpidos combates, en una región ajena a la casi totalidad de sus combatientes? La dimensión del drama es aún mayor si se recuerda que miles de indígenas fueron llevados al Chaco mediante la coerción y que la incapacidad y disensiones internas en el gobierno y en los altos mandos militares eran incontrolables. Sin embargo, eran miles los indígenas que trabajaban en centros mineros o eran artesanos o asalariados en las ciudades, quienes conformaban la base del cholaje, de donde emergieron los sargentos y suboficiales, que llevaron en sus espaldas el peso de la contienda. El cholaje articuló sus sacrificios con oficiales y jefes de las capas medias, que conformaron la columna vertebral indo mestiza de sucesivos reclutamientos que terminaron por convocar a casi adolescentes y de personas próximas los 40 años de vida.

Lo indo mestizo está enraizado en las guerrillas indo mestizas de la guerra de la independencia, las que fueron precediditas por la Junta Tuitiva de la Revolución del 16 de julio de 1809, de la que formaron parte representantes aymaras. Con esta premisa, consideramos que “El Diario del Tambor Vargas”, hallado por Gunnar Mendoza, y publicado bajo el título “D iario de un Comandante de la Independencia Americana”, 1814-1825, es el eje de la historiografía boliviana. El texto demuestra que los líderes guerrilleros sabían que las tropas españolas los aniquilarían en pocos días sin la alianza indo mestiza. “El Diario…” deja constancia que los combatientes del Alto Perú reconocían la autoridad de Buenos Aires, donde el 25 de mayo de 1810, se había proclamado la independencia de Sudamérica. Este el aporte del Alto Perú al proyecto bolivariano. Otro hito de la participación indo mestiza en la historia nacional es la alianza entre el líder aymara, de origen mestizo, Juan Manuel Cáceres, y el Comandante del Primer Ejército Libertario argentino, Juan José Castelli. Después de la gesta de julio de 1809, Cáceres lideró las rebeliones aymaras en Pacajes y otros pueblos del altiplano. Apresado por el Ejército realista, fue liberado por Castelli, a quien escoltó de La Plata a La Paz. Cáceres estuvo junto a Castelli el 25 de mayo de 1811 (primer aniversario de la Revolución de Buenos Aires), cuando el revolucionario porteño anunció el fin de la mita y la servidumbre indígenas, así como la devolución de la tierra a los pueblos andinos. Cáceres formó un frente único de defensa de la Patria naciente con indios, criollos y mestizos. Cáceres y Esteban Arce, el líder guerrillero cochabambino, coordinaron acciones militares, las que estuvieron cerca de permitir el nacimiento de Bolivia sin la falla geológica que significó la ausencia de indígenas y mestizos en la Asamblea Constituyente de 1825 (27).

La esencia indo mestiza de Bolivia tuvo otra expresión en el poeta quechua, Juan Huallparrimachi, quien fuera secretario de Juana Azurduy de Padilla, nombrada, en 1816, coronela de los Ejércitos Libertadores por la Junta de Buenos Aires. Julián Apaza (Tupac Katari), líder aymara de los levantamientos indígenas de 1781 en el Altiplano paceño, estructuró la plana mayor de su ejército con tres coroneles quechuas y dos aymaras. “Organizó también un cuerpo de escribientes, mestizos letrados, quizás tan importantes como los coroneles, in visibilizados por la historia”… Katari dirigió las huestes aymaras apoyado por Bartolina Sisa, su esposa, quien era de familia mestiza muy numerosa, a la que Katari reconocía como Virreina. “Se dice de ella que fue chola intrépida y audaz… tenía don de mando incluso sobre Tupac Katari. La vida de los españoles pendía de su decisión, dictaba órdenes de proscripción o perdón por medio de su secretario Juan Hinojosa, también mestizo. Capturada el 2 de julio de 1781, fue ahorcada después de un fallo sumario, junto a su secretario” (28).

La raíz indo mestiza de la nacionalidad está presente en la Revolución del 9 de abril de 1952, el acontecimiento central de la historia patria, que conquistó el reconocimiento ciudadano a los indígenas, sometidos desde la conquista. Parte importante de ese proceso revolucionario lo conforman la expropiación a los latifundistas, la nacionalización de las minas y la construcción de la carretera Cochabamba – Santa Cruz . Infelizmente, la conducción de la gesta de abril se sometió los destinos de Washington, lo que impidió que la nacionalización de las minas fuera complementada con la instalación de hornos de fundición y que la riqueza gasífera sirviera de soporte a la modernización del país. El proceso Ovando-Torres (1969-1971) fue el mejor intento por reabrir el proceso de abril del 52, pero, una vez más, la oligarquía aliada al imperialismo y la izquierda antinacional frustraron el intento. Los hechos citados forman parte de la historia de Bolivia, en la que abundan también las masacres indígenas, los etnocidios, el trabajo semi esclavo en campos y centros mineros y todas las violaciones imaginables a los derechos humanos. Tomar conciencia de la globalidad de nuestra historia es el requisito previo para consolidar nuestra conciencia nacional.

Los sucesivos fracasos en consolidar la unidad indo mestiza explican el por qué Bolivia fue el país menos preparado para afrontar la arremetida indigenista que sobrevino con la Convenio de la OIT, de 1989, y su proyecto plurinacional. La arremetida se hizo incontenible con el reconocimiento, a partir de 1996 (gobierno neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada), de más de dos centenares de Tierras Comunitarias de Origen (TCO), convertidas después en Territorios Indígena, Originario, Campesino (TIOC). Las TCO facilitaron el reconocimiento posterior de 36 naciones indígenas, 62 áreas protegidas y 22 parques nacionales Este el escenario de disgregación acelerada, que, a pesar de vacilaciones y contradicciones, Evo Morales está tratando de detener, lo cual lo llevó a enfrentarse con las ONGs que digitan a la CIDOB, hecho denunciado por el citado libro de AGL.


LO INDO MESTIZO, EL ENEMIGO PRINCIPAL

La NCPE, promulgada el 2009, se basó en el censo de 2001, según el cual el 62.2 % de la población boliviana se declaró indígena. Sobre esta base, Bolivia se constituyó en Estado Plurinacional Comunitario, fundado en la pluralidad y el pluralismo cultural y lingüístico, para citar las características más relevantes de su artículo primero. En el segundo, se destaca la existencia pre colonial de las naciones y pueblos indígena, originario campesinos (IOC), a los que se garantiza su libre determinación, “que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la constitución de sus entidades territoriales”. Varios de estos enunciados tienen como antecedente el documento “Emancipación y contra hegemonía en Bolivia: Estrategias para destruir la dominación k’hara” (khara: término aymara que engloba a mestizos, clases medias, medias altas y empresariales). El periódico “Los Tiempos”, de Cochabamba (12-03-08), publicó un resumen del mismo, pero lo calificó de apócrifo, advirtiendo que circula en Internet desde hacía más de un año. Seguidamente, dejó constancia que AGL desmintió haber participado en su redacción. Son innegables, sin embargo, las similitudes entre “Emancipación…” y la NCPE. Ambos buscan anular la influencia del mestizaje.

Estas las partes centrales del documento:

“Hoy en día, en Bolivia se ha impuesto una lucha por el poder tanto a nivel material como a nivel subjetivo. Esta disputa parte del reconocimiento de que en Bolivia existe una distribución desigual del poder, en particular, del poder simbólico. En ese sentido, lo que se busca desde una visión indígena es destruir la dominación simbólica del mundo k' hara, es decir, la legitimidad de la representación subjetiva de lo "boliviano" y lo ‘occidental’. De esa manera, negando la legitimidad de lo boliviano y de todo aquello en lo que se sostiene, se intenta destruir el poder simbólico que hace que los excluidos y marginados acepten el orden de las cosas existente: el estado colonial republicano … No se trata por tanto de una democratización social del poder, sino de que los dominados de antes, hoy en el poder, construyan una red de relaciones que les permitan gobernar de manera absoluta en el tiempo. Los excluidos y dominados pasan a ser los dominadores y los dominadores de ayer pasan a ser los excluidos y dominados del presente . Para ello, a partir de la identificación de los "campos" en los que se asientan las relaciones de poder se busca invertir las relaciones de dominación .Esta operación es global pues abarca los campos: religioso, cultural, económico, político, artístico, científico, salud, intelectual, internacional, entre otros… De este modo, todo símbolo de poder del antiguo régimen debe ser destruido, aniquilado, arrasado, y sus representantes humillados, perseguidos, vilipendiados para mostrar la fuerza del nuevo poder. Se trata entonces de crear en la percepción individual y colectiva, el sentimiento de inevitabilidad del nuevo orden emergente y la consiguiente necesidad de subordinación a las nuevas relaciones de dominación... Bolivia es un Estado fallido pues hasta el momento no ha logrado construir un Estado Nacional. La exclusión de la población indígena es el factor que ha hecho inviable la construcción de un estado nacional en Bolivia. Este hecho no solo responde a que es la población mayoritaria del país, sino a que es también el soporte económico del Estado... (el subrayado es de ASR)

“La destrucción del poder simbólico cultural es fundamental para la creación de nuevas relaciones de dominación indígenas… Para ello será necesario debilitar el capital cultural de la sociedad k' hara: modificar el valor del idioma español, relativizándolo frente a los idiomas indígenas, obligando su aprendizaje en las instituciones publicas, incorporándolo en los medios de comunicación alternativos, atravesando la nueva reforma educativa con sus contenidos (violencia simbólica)… (el subrayado es de asr). Consiguientemente, según los nuevos códigos será mucho más meritorio ser dirigente sindical o social que tener títulos profesionales o de especialización… Este proceso de derrumbe de lo que hasta hay se conoció como la sociedad k'hara tiene un objetivo de poder muy concreto: quitar el alma a la sociedad mestiza y blanca. Los mecanismos utilizados apuntan a desestructurar las bases materiales y subjetivas que lo sostienen, principalmente a aquellos referidos a la valoración de la clase media y de los profesionales… Ser humillados, infravalorados, maltratados económicamente, quitarles sus referentes sociales y culturales, constituyen las piezas del engranaje del poder para quitarle el sentido de vida a la clase media, su sentido de existencia, haciéndolos manipulables y sin identidad. Desconocer la utilidad de sus servicios, conocimiento y experiencia es la mejor manera de matar su alma… La estrategia utilizada para invertir las relaciones de dominación en este campo se desarrollan a través del desmontaje de la democracia, la "criminalizacion de la oposición", la "judicializacion de la política" y la generación de una estructura alternativa para la emisión de información y construcción de sentidos colectivos. La principal tarea para invertir las relaciones de dominación en el campo político pasa por negar los códigos y valores de la democracia occidental. Esta se basa en la fragmentación del poder a través de la formula una persona un voto. Su núcleo es individual Y ese es el principal factor a neutralizarse por parte de la nueva relación de dominación. La democracia por tanto no debe ser individual, sino colectiva, no se legitima por el voto sino por la capacidad de movilización de los movimientos sociales (abolir lo individual para imponer lo colectivo)… La lucha por el poder en Bolivia es total, no solo abarca el control de las instituciones del Estado y de la sociedad, sino que busca el control de la subjetividad de los individuos, el mundo de la construcción de las percepciones colectivas, relaciones de sentido, se trata, par tanto, de una guerra fundamentalmente cultural y simbólica… En esa medida, conquistar el alma de los k' haras será una tarea ardua, pues estos no renunciaran de manera voluntaria a su forma de vida, a su mundo y sentido de vida. La única vía posible, consiguientemente, es la impulsada a través de la Asamblea Constituyente.

Este escenario permitirá por tanto derrumbar objetivamente los soportes simbólicos de la cultura k' hara y la forma de organización del Estado y de la sociedad. A partir de esta operación, al menos en teoría, se piensa que se allanara el camino de la conquista de su alma e identidad, se lo hará invisible, no reconocido social, cultural, económica, ni políticamente, se los hará "insignificantes” (29).


EL INDIGENISMO, UNA CONSTRUCCION COLONIAL

El documento “Emancipación…”, al igual que su vástago no reconocido, la NCPE, consideran que en Bolivia los indígenas son la mayoría nacional, lo que es falso. El ideólogo aymara, Félix Patzi, sostiene que entre indígenas y mestizos no existen diferencias culturales, ya que advierte que “…la identidad indígena aquí en Bolivia, está definida más a partir de la continuidad biológica, no a partir de los contendidos culturales. En los contenidos culturales, este indígena es totalmente moderno. Ha acoplado operacionalmente toda la globalización, toda la modernidad. Hoy el indígena no habla un idioma (nativo), entonces no puede medirse al indígena a partir del idioma. Ni puede medirse a partir de su poncho o de su vestimenta, ni a partir de su vivienda, ni a partir de su música. El indígena hoy es rapero, rockero, está en la discoteca, con sus cabellos parados, ese es el indígena de hoy. El indígena de hoy no puede ni siquiera autodefinirse. En términos de autodefinición, puede autodefinirse como mestizo, y se autodefine como mestizo, nadie puede definirse como indio ni como indígena. Precisamente el término indígena aquí en Bolivia creo que en toda América Latina, y en el mundo, ha sido totalmente estigmatizado” (30) Patzi ubica la identidad indígena a partir de lo biológico. ¿Pero como hacerlo si la población urbana en Bolivia asciende al 70 % del total, lo que provoca entrecruzamientos, nuevos mestizajes e interculturalidades que se enriquecen cada día? Hablar de continuidad biológica, a la que los nazis contribuyeron tanto a desprestigiar, sólo oscurece el tema.

Los indigenismos pretenden destruir a los Estados nacionales in constituidos. Su capacidad de proponer alternativas viables es nula. Por esta razón, se agotan en la repetición de generalidades, carentes de propuestas concretas. Y es lógico que así sea. En efecto, ¿cómo proponer algo coherente desde visiones atomizadas por cientos de pluralismos, entrecruzados por cosmovisiones incompatibles entre sí? Estas críticas son compartidas por ideólogos de pueblos originarios, como Fernando Untoja Choque, fundador del Katarismo Nacional Democrático (KND), quien anota lo siguiente: “Lo indígena y el indigenismo son construcciones discursivas coloniales, puestas al servicio del colonialismo. El indigenismo es el neo-colonialismo ejercitado por los izquierdistas para gozar del poder en nombre de “sus otros”. El indigenismo es la manera de ocuparse del colonizado, ya sea para destruir o conservarlo. Es alienar hasta el embrutecimiento y quitar los valores a una nación, destruir su identidad y hacer que juegue el papel que asigna el colonizador… Otra actitud del indigenismo es proponer la salvación del indígena: ‘36 nacionalidades’, ‘defenderlos junto al árbol’, ‘autonomía indígena’ para que no toquen el bosque; pintar su mundo de ‘pobreza’ y llevarles regalos; al mismo tiempo consolarles porque el mundo indígena es el baúl donde se guarda las virtudes de toda la humanidad” (31).

Para Untoja “la identidad es la capacidad de afirmación en el entrecruzamiento entre la cultura, la historia, la técnica y los saberes. Sobre el particular dice: “Actualmente, los blancos-criollo-mestizo, en su versión indigenista y salvadores de los ‘indios’, con la misma mentalidad feudal presentan a Bolivia como un campo de concentración con indígenas clasificados en 36 nacionalidades. El colonizador reconoce a ‘sus otros’ como indígenas, es decir como sus vasallos, esta vez con el nombre de ‘hermano indígena’, éste para ser reconocido debe deambular como un paria en el campo plurinacional y si alguna vez se rebela debe ser castigado o desterrado de su territorio” (32). El dirigente katarista no cree en el indigenismo, pero sí en lo kolla y en lo aymara, a los que considera el eje de la nación boliviana. Por esta razón pone de relieve el empuje empresarial de los aymaras, con estas palabras: “El mundo kolla en su desplazamiento es mercader, artesano, obrero, agricultor, empresario, profesional… etc. En su recorrido, establece posiciones; adquiere cuerpo, crea, traslada su cultura, su música; teje relaciones de parentesco, relaciones culturales, se adapta e impone su habitus. Este avance es el proceso de la dominancia kolla; quien ignore este proceso se encuentra en el mundo de los prejuicios feudales y por tanto niega la identidad boliviana. En la plástica está presente lo kolla, en literatura, música y lenguaje existe el retorno al imaginario y al ritmo cultural kolla, los proyectos, aspiraciones, la rebelión están destinadas a la afirmación de lo kolla; el comercio es el medio que le permite explorar e enraizarse en todos los rincones de Bolivia, Si el 80% de la población cruceña es kolla, lo camba no es nada mas que el deseo kolla de reivindicación regional” (33).

Las incoherencias del indigenismo han sobrepasado lo imaginable. Uno de sus voceros, Raúl Prada Alcoreza, plantea el retorno al Tawantinsuyo, para luego admitir la imposibilidad de conocer el pasado incaico, debido a la carencia de escritura. Sostiene que el problema será resuelto “acudiendo a la imaginación de los antropólogos” (34). El analista portugués, Boaventura de Souza Santos, considera que la NCPE corresponde a un “Estado experimental” y que, ante las dificultades creadas en el país, lo que corresponde es continuar experimentando (35). Quienes nacimos en Bolivia tenemos el derecho de preguntarnos si el impulsor europeo del indigenismo nativo haría también experimentos sociales que coloquen a su país en riesgo de disgregación. Uno de los mayores impulsores del Convenio 169 de la OIT, Rodolfo Stavenhagen, estima que “el indigenismo no tiene que hacer pedazos a sociedades bien integradas” (36). Las sociedades bien integradas son justamente las potencias imperialistas, interesadas en desintegrar a los países periféricos. No será fácil encontrar otra cita en la que un ideólogo del Convenio 169 refleje con mayor nitidez sus objetivos. Al cabo de una década, la manipulación del censo de 2001, que permitió edificar un Estado indigenista que desconoce la realidad mestiza, fue puesta en evidencia por decenas de encuestas nacionales, regionales, municipales y zonales, elaboradas por fundaciones y universidades públicas y privadas, hasta dejar en claro que divorciar lo mestizo de lo indígena en Bolivia es tan absurdo como pretender que un ser humano continúe viviendo separando sus glóbulos rojos de sus glóbulos blancos de su torrente sanguíneo. Esta constatación se produce a diario. Inclusive, el Director del Instituto Nacional de Estadística (INE), Ricardo Laruta, informó que en el censo piloto (preparatorio al censo nacional), realizado el 13 de junio de 2012, en Guaqui (población rural lacustre del Departamento de La Paz), las personas mayores se identificaron como aymaras, pero sus hijos se declararon mestizos”, de donde dedujo la necesidad de incluir la opción mestizo en la boleta censal (37). La ministra de Planificación, Viviana Caro, desautorizó a Laruta con indignación y reiteró que esa opción no será considerada por tener connotaciones raciales. La ministra no pudo salir de su propio enredo mental, al declarar que la opción mestiza será registrada por los empadronadores del censo, pero que no será contabilizada. El mismo día, AGL admitió que “todos somos mestizos” y que “nadie es auténticamente originario”, pero que la respuesta sobre el mestizaje “no contribuye a la planificación de los objetivos cruciales del país” (38).


(sigue en la edición de mañana)

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