Pavón Arriba (Provincia de Santa Fe) y Ramos Mejía (Buenos Aires) fueron los lugares que lo vieron crecer en Argentina y ya desde los 8 años empuñar su guitarra en busca de algún escenario donde pudiera expresarse. Con menos de 20 años se radicó en México, donde comenzó su carrera profesional y en medio de los 6 años en que vivió lejos de su país, tuvo la oportunidad de actuar en muchísimas ciudades de todo el mundo.
En el exterior obtuvo varios reconocimientos, pero alcanza una extraordinaria aceptación masiva al regresar a Argentina y editar su primer disco a fines de 1988.
A partir de ello, ha transitado con su particular estilo y su irrenunciable compromiso, cientos de escenarios, entre los que se destacan en el país los Estadios Luna Park y Obras, los teatros Opera y Gran Rex, estadios del interior (como el Mundialista de Mendoza, Chateaux Carreras de Córdoba, Guaraní de Misiones, Velódromo. Polideportivo y Super Domo de Mar del Plata, etc.), y en los principales locales de toda la Argentina así como de otros países (Uruguay, Chile, Paraguay, Colombia, México, España e Italia).
Además su presencia es permanente en los principales medios de comunicación y es constante su asistencia a cuanto acto solidario se le convoque.
La espalda de Matías lleva una carga
que pesa cada día un poco más y él se la aguanta.
La espalda de Matías
no tiene alas,
pero yo juraría que lo vi mientras volaba.
Quitándose de encima
como esquivando balas,
garrotes, policías, cascotes y trompadas.
Y mientras más lo herían
al borde de la cancha,
La espalda de Matías cada vez se hizo más ancha.
Juega… Matías juega,
jugándose hasta dar lo último que queda,
como los náufragos remando contra el viento y las mareas.
El juego de Matías, es dar la vida entera.
Ahora juega… Matías juega,
a remontar la cuesta de cualquier manera,
mientras hay otros que se achican, él no baja las banderas.
El juego de Matías, es redoblar la apuesta.
El pecho de Matías
late y agranda,
al mismo corazón que vos y yo, bajo esta banda.
El ojo de Matías
jamás descansa
hasta librarse de las pesadillas más amargas.
Y miren que podría
quedarse donde estaba,
tranquilo y en la cima de las glorias pasadas.
Sabiendo que Matías
no precisaba nada,
bajó a jugarse entero, y en el juego a dar el alma.
Juega… Matías juega,
a dar en cada metro su mejor pelea,
va desatando viejos nudos en cualquier lugar que sea.
Besándose el escudo para que todos vean.
Que ahora Juega… Matías juega,
donde lo pongan y a la hora que usted quiera,
con la vergüenza y el orgullo y las agallas de una fiera,
la fuerza de Matías es nuestra propia fuerza.