MENDOZA / Encuentro Nacional por el “Día de la Mujeres de las Américas” / Nota






Mendoza, Legislatura Provincial, 18 de febrero de 2013 a las 18:30 hs.

Panel: La participación de la Mujer, referentes nacionales y provinciales.

El fallo del juicio por el caso de Marita Verón rebela de qué manera se acallan las voces de las mujeres. En este caso las víctimas de trata y sus testimonios no alcanzaron para condenar a los acusados. La voz de las mujeres es no audible. Recuperar la palabra y promover la participación activa no solo es un derecho, sino un deber de todos y todas.


A partir de la "Década de la Mujer" establecida por las Naciones Unidas (1975-1985) el tema de la "Violencia hacia las Mujeres" es instalado en la Agenda Internacional respondiendo a la demanda de los movimientos de mujeres de todo el mundo, que le asignan un carácter prioritario a su consideración y tratamiento. Un paso importante fue, primero, su reconocimiento como un problema social y, posteriormente, su inclusión como una violación de los derechos humanos de las mujeres.


La lucha constante y en forma silenciosa en pro de los derechos humanos de las ciudadanas, fue la inspiración para la creación de la Comisión Interamericana de la Mujer, CIM, quien decide conmemorar desde 1982, el Día de la Mujer de las Américas cada 18 de febrero.

El principal objetivo del Día de la Mujer de las Américas es estimular y crear nuevas alternativas para el establecimiento de programas de acción orientados a involucrar a las mujeres de manera plena.

Podemos afirmar que la participación de las mujeres en los asuntos públicos y la igualdad en el acceso a los cargos públicos son reconocidas como derechos fundamentales tanto en el sistema interamericano como en el sistema universal de protección de derechos humanos. La obligación de crear las condiciones para que las mujeres puedan ejercer de forma plena sus derechos políticos, libres de toda forma de discriminación, surge de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (“Convención de “Belém do Pará”) y la Convención para la Eliminación de Todas la Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). En este sentido, el consenso internacional e interamericano que plantea la garantía de la participación política plena de las mujeres, libre de toda forma de discriminación, es indispensable para la protección de sus derechos humanos que se encuentra en los Objetivos del Desarrollo del Milenio, la Conferencia Internacional de la Mujer “Conferencia de Beijing”, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo “Conferencia de El Cairo”, y el Consenso de Quito, adoptado en la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.


Pese a ello y sin perjuicio del reconocimiento en la normativa internacional, las mujeres latinoamericanas continúan enfrentando obstáculos para acceder a puestos de poder, lo cual deriva en una sub-representación en los ámbitos de gobierno y en todas las esferas de la vida política de los países de Latinoamérica.

La instauración de la democracia tras avasallantes dictaduras ha permitido en América Latina el fortalecimiento de la ciudadanía puesta de manifiesto, principalmente, a través de la participación social y política de las personas en el compromiso colectivo por el bienestar común y la lucha constante por proteger los derechos reconocidos en las cartas magnas.

No obstante, el aprendizaje de vivir en democracia aún no acaba de consolidarse, ya que son numerosos los sectores de la sociedad todavía excluidos, ya sea por razones de discriminación, por la falta de recursos para acceder a los estratos comunitarios participativos o, simplemente, por desconocer que se cuenta con tales derechos.

En el caso específico de las mujeres, los procesos de redemocratización han permitido cristalizar la importancia del rol femenino más allá de la reproducción y se ha logrado que poco a poco las instancias públicas abran paso a su incorporación y participación como ciudadanas de hecho. Sin embargo, la ciudadanía plena es un reto presente para las mujeres que, a pesar de los logros conseguidos, no se consolida con garantías que la respalden en igualdad de oportunidades, que las ubiquen como protagonistas en el escenario político contribuyendo de este modo al fortalecimiento de la sociedad civil y, como señala Judith Astelarra, a la ampliación de la democracia (2002:9).

Son numerosas, y demasiado arraigadas las barreras que obstaculizan la autonomía de las mujeres y su participación en los espacios de poder. No se trata sólo de “querer estar” sino de “poder estar” presentes en la toma de decisiones que afectan la vida cotidiana de hombres y mujeres.


Las mujeres tenemos tareas importantes en los tiempos actuales y futuros, como sabemos somos las refundadoras de una sociedad que en el 2001 tuvo su más alto punto de crisis, y fuimos nosotras quienes llevamos adelante los comedores y las ollas populares. Es así que llevamos adelante nuestro rol de organizadoras de lo cotidiano, la gestión comunal, que luego dará lugar a intervenciones en organizaciones, uniones vecinales, centros integradores comunitarios, centro de jubilados etc. Pero esta fortaleza se ve opacada, con la capitalización de dicha participación por parte de los varones, que se apropian del valor agregado de dichas acciones.

Los nuevos tiempos exigen movimientos liderados por mujeres, en donde la unión y la organización son imprescindibles. Otra tarea es la de interactuar con los movimientos sociales y ambientales. Las mujeres sumamos una nueva forma de militancia, una mirada humanizante de la política, más horizontal, y más participativa. Una energía puesta al servicio del cambio de agenda de temas políticos, pero es importante que las mujeres no avancemos solas con nuestras propias demandas.

Reconocemos que esta geografía ha sido y es hoy, hostil para el desarrollo y debate de las temáticas de género y diversidad, por ello creemos necesario este sea el puntapié inicial para la discusión, debate y acciones necesarios a seguir.

Así proponemos las siguientes esferas de debate:

1-La autonomía física
2-La autonomía política
3-La autonomía económica

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