En una clara actitud la Presidenta transparentó su decisión de no hacer jugar la causa AMIA en “el ajedrez de los intereses políticos externos.”
Veamos de que se habla: hace casi 19 años, en pleno gobierno de Carlos Menem, aquel de las “relaciones carnales” con EEUU, la investigación fue predeterminada por los intereses políticos mas poderosos de la época.
EEUU necesitaba, con o sin pruebas fehacientes, que Irán resultara culpable para hacerlo encajar en los intereses estratégicos norteamericanos y de su principal aliado en el área, Israel.
El Mossad intervino públicamente en la recolección de pruebas “iniciales” y la justicia argentina colocó en manos del juez Galeano la conducción del proceso jurídico. Galeano terminó procesado y destituido.
El terreno del horrendo crimen, enturbiado de entrada por “investigadores imparciales”, empantanó la causa convirtiéndola en un proceso interminable, tortuoso y fundamentalmente poco contundente. Descartada la “pista siria” y otras alternativas, el fiscal Nisman - sostenido hasta ahora por los dirigentes de la comunidad judía- fue artífice de un camino que se convirtió en un callejón sin salida con la imputación a funcionarios iraníes, trabadas por un gobierno ortodoxo que hasta ahora no ha hecho gala precisamente de flexibilidad.
Pero hoy las condiciones son otras y si bien el ajedrez de los intereses externos enfrenta básicamente a los mismos actores, hay nuevas fichas en el tablero. Netanyahu acaba de sufrir un serio traspié electoral que le dificulta la prosecución de una intransigente política refractaria al diálogo. Y Obama no quiere estar limitado a la alianza con Israel y abre el juego a Egipto y otros países árabes.
En ese sentido la presión internacional que se cierne sobre nuestro gobierno es menos consistente Y nuestro Gobierno, haciendo gala de autonomía creó condiciones para este acuerdo histórico, como bien twiteó Cristina, que abre una nueva etapa en búsqueda de memoria, verdad y justicia.
Pero hay que señalar un intento de colocar la causa AMIA en medio del ajedrez de intereses políticos nacionales. No otra cosa es el inicio de una campaña, seguramente prolongada, con que Clarín y La Nación, azuzan a la dirigencia de la DAIA y la AMIA para que rechacen lo que constituye el primer intento serio de destrabar la investigación, colocando la barrera de “cosa juzgada” a lo que no ha sido sino un despeñadero que la colocó en un punto muerto.