Las causas sobre trata de personas tienen complejidades procesales y también desnudan los prejuicios de los operadores judiciales. En ambos puntos coinciden fuentes de la Justicia, conocedoras de las dificultades de estas investigaciones. “Cuesta instalar el concepto de trata en los sectores judiciales, es un concepto tabú y lo que suele ocurrir es que se identifica a la víctimas con prostitutas y de allí parten los prejuicios”, explicó el ex fiscal federal de Mar del Plata Gustavo Rodríguez, hoy defensor público en Bahía Blanca. “Se crea la figura de una víctima inocente, un ideal social de cómo deben comportarse las mujeres y cuando se apartan, no les creen”, comentó Raquel Asensio, titular de la Comisión sobre Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación. “Estos casos se pueden resolver, pero hace falta una perspectiva de género”, aseguró Susana Medina, presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina (AMJA).
Según informó un comunicado de la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán, que absolvió el martes pasado a los trece imputados por el caso de Marita Verón, hubo “una absoluta ineficacia” en las pruebas testimoniales. Si bien durante buena parte de la investigación no existía aún la ley de trata, impulsada por la madre de Verón, Susana Trimarco, “hubo en la instrucción testimonios mal tomados, otros que fueron ensuciados o desaparecieron en instancias posteriores del proceso”, comentó Zaida Gatti, titular de la Oficina de Rescate a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación.
“Lo difícil es sostener los testimonios. Además, los discursos de las víctimas de trata son discursos aleccionados y lo dicen los profesionales psicólogos que estudiaron el tema. Entonces, también cuesta conseguir testimonios imparciales”, enumeró Rodríguez. Para este ex fiscal, es importante que los testimonios sean tomados el mismo día del allanamiento: “Un día después cambia por las presiones”. Y quien lo tome debe ser un profesional que brinde contención a la víctima, como ya lo hace la Oficina de Rescate. “Muchas veces utilizábamos los informes de esos profesionales en el juicio para no revictimizar a las personas rescatadas”, recordó.
La evaluación de estos testimonios, agregó Rodríguez, debe darse sobre el entendimiento de cómo operan las redes de trata, “que aprovechan las condiciones de vulnerabilidad de las personas, la pobreza y la condición social”. Otra dificultad, propia de los estamentos judiciales, es que se juzguen actores y no actos. “Muchas víctimas pasan a ser objetos de pruebas y tienen que superar un escrutinio judicial para ser creíbles. Los prejuicios y estereotipos que tienen los operadores judiciales son los mismos que hay en la sociedad. Se impregnan. En el Poder Judicial también existe y se ejerce la discriminación sobre las víctimas”, comentó la defensora.
Por otro lado, Asensio advirtió que faltan mecanismos de protección. “Se podría utilizar la cámara Gesell, hay que discutirlo, porque es necesario evitar la revictimización en los procesos penales”, apuntó la defensora, quien destacó que el Estatuto de Roma prohíbe que se pregunte sobre antecedentes o comportamieto sexual en casos de víctimas de delitos sexuales. “Si a diez años de la desaparición y luego de un juicio de diez meses no hay responsables, esto muestra la ineficacia del sistema de justicia para resolver estos casos, más aún cuando es una causa emblemática que sirvió para sancionar una ley y también implementar políticas públicas”, opinó.
La titular de la AMJA afirmó que las redes de trata implican “variadas aristas de difícil investigación” por ser un delito que precisa participación y apoyo logístico de mucha gente. “En el caso de Verón el delito de trata no estaba tipificado. El derecho está en los libros, lo que la vida reclama no está escrito en ningún lado. Se necesita una mirada abarcativa, inclusiva, capacitación y perfeccionamiento y un estudio profundo del tema”, dijo Medina, ministra del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos.
Las pruebas testimoniales en el caso Verón, agregó, fueron contundentes y se mantuvieron en el tiempo. “En estos delitos no se van dejando pruebas que no sean testimoniales. Es como la violencia de género. El marido le pega a su esposa en la casa, cuando está sola. Entonces ese testimonio cobra particular importancia, sobre todo cuando las víctimas fueron rescatadas, luego de ser torturadas y abusadas. Ellas, que muchas veces no saben leer y escribir, se atreven a declarar, se exponen ante los jueces y la sociedad. Si ese relato no es convincente, ¿qué es convincente?”, inquirió Medina.
(Diario Página 12, jueves 13 de diciembre de 2012)