MENDOZA / Superar los vicios ultraliberales / Escribe: Alfredo Caferatta







El sano concepto de libertad, nacido con la Revolución Francesa, traído hacia nosotros por la Revolución de Mayo, es la base de nuestra legislación, la que hoy más que nunca ha alcanzado su desarrollo, poniendo al día los derechos laborales, humanos, de género, sexo o religiosos , tan solo por citar algunos a la manera de ejemplos.


Pero el concepto de libertad puede tener distintas visiones, puede apuntar a dar valor principal a la libertad individual por encima de la solidaridad, la que creemos se constituye en acción natural de una libertad madura, por parte de las personas con conciencia social. Mientras el individualismo, alimentado por el liberalismo capitalista, con más fuerza aun en la era del imperialismo (siglos XX y XXI) se contrapone a la concepción solidaria que actúa en la sociedad, llegando a regir políticas de estado.
Hoy en los países latinoamericanos, es el espíritu solidario el que ha ganado a los pueblos y se plasma en la política de muchos gobiernos, a los que hemos dado en llamar “del interés nacional y popular”. Precisamente una de las razones de consolidación de la UNASUR, ha sido la iniciativa conjunta de los gobiernos populares de avanzar en la defensa del interés común de sus pueblos, para consolidar la inclusión social y acentuar el avance hacia una mejor calidad de vida de su gente.
Pero la concepción liberal de la política, que hace a una conducta en lo socio-económico, ha hecho mucho daño en Latinoamérica y en función de ello, atendamos al caso particular de la Argentina. Pocos han sido los períodos donde el interés nacional y popular fuera defendido o hubo actuado desde el gobierno. En el siglo XX: Irigoyen, 1916-22 y 1928-30; Perón 1946-55 y el peronismo 1973-76 y por supuesto ahora con Néstor y Cristina Kirchner desde 2003.
Por el contrario, el liberalismo económico y social no solo ha gobernado por largos períodos, sino que ha modelado la educación y la conducta social, imponiendo a la política y a la sociedad misma, usos y costumbres que son vistos como vicios liberales desde el concepto de lo nacional y popular. Por ejemplo, si el Estado nacional se esfuerza por contener las divisas evitando que éstas fuguen hacia el exterior, surge la protesta de los sectores medios "tradicionales", los que se sienten "asfixiados" por no poder operar con dólares libremente, conducta acicateada día a día por los medios hegemónicos privados. La sobrevaloración del "libre mercado", embrión básico de la balcanización que asoló a la América Latina por doscientos años y acentuado como política de estado por el "consenso de Washington" en la década del '90, es una tendencia que por influencia de la concepción liberal, hoy perdura entre nosotros.
No solo en las provincias, (hasta disfrazada de falso federalismo) sino también en los municipios. Esta actitud es proclive a suprimir en cortos lapsos de tiempo, el esfuerzo acumulado de varias generaciones, tal como ocurrió en la citada década del `90 del siglo pasado. En ese período todo se puso en función de un ultraliberalismo mandante en el mundo entero, al que había que someterse. Era la época del individualismo, siendo lo solidario cosa del pasado. Alimentándose así vicios liberales de usos y costumbres, que ya venían de otras épocas. Conductas de gobiernos liberales que se trasmitían a la sociedad: ¡Comprar todo importado y a buenos precios! No importa si esas oportunidades eran producto del "dumping" para destruir a la industria nacional.
Tampoco importaba si el vecino, el amigo o el hermano, no tenían trabajo. Pero cuando la situación cambia y sí sobra el dinero producto de buenas ganancias, como ahora, se compran dólares y se los esconde o saca del país ¿Invertir? ¡Nooo!!! “Porque no hay seguridad jurídica”, “la economía argentina siempre fue inestable”.
Pero en los últimos nueve años ha sido estable y previsible nuestra economía, a pesar de tantos años de inestabilidad, incertidumbre y enajenación. Hoy el camino es invertir, gastar con confianza. Mientras siga su conducta operativa el gobierno nacional, no puede haber inestabilidad, como intentaron implantarla algunos sectores especulativos, sin éxito. Los vicios liberales deberán pasar a ser cosa del pasado, por la fuerza de los hechos, que obliga a reflexionar a sectores sociales de buen pasar, a los que les va muy bien. Aunque desde los medios hegemónicos les digan “que todo anda muy mal”.



El espíritu solidario, el valor de lo social, es lo que hoy se impone por encima del individualismo del “sálvese quien pueda”. Los empresarios, de todos los niveles, deben entender que el mejor negocio es invertir productivamente, fomentando el crecimiento del empleo, la circulación de dinero en el mercado interno. Ahí actúa de hecho el espíritu solidario, superador del individualismo mezquino. Los argentinos, como latinoamericanos que somos, debemos saber que el confiar en nosotros mismos es lo que vale.

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