El tema de la llamada "Revolución Cultural" ha recorrido insistentemente el ámbito universitario y extrauniversitario del país. No es para menos; la victoria popular que le ha dado marco al gobierno del Dr. Cámpora ha abierto la posibilidad histórica, no sólo de liquidar el inmenso poder material del bloque oligárquico imperialista sino de barrer definitivamente su superestructura cultural.
Nuestro escenario es la Argentina y estamos dispuestos no sólo a apoyar, sino a promover desde nuestra acción práctica toda Revolución Cultural que implique en sus aspectos sustanciales el reencuentro de los grandes sectores populares de nuestro país con su tradicíón histórica. Este aspecto específico constituye el punto de partida para la revalorización de nuestras actividades
culturales y científicas en general aún de aquellas aparentemente más alejadas de la temática histórico-política.
Quizás sea esta la hora histórica que ha de permitirnos comprender en toda su dimensión la importancia decisiva que estos aspectos tienen para el futuro de la revolución argentina y latinoamericana.
Amplios sectores de las clases medias se han desplazado al campo nacional movidos por el impulso decisivo de la destrucción que corroe a la Argentina oligárquica y del aporte incuestionable de los intelectuales proscriptos en su propia patria. que desde hace más de tres décadas han enunciado los variados aspectos de esta crisis.
La crisis oligárquica de la que hablamos ha tenido en el campo de la cultura un efecto característico. Las instituciones culturales creadas por el viejo país han perdido su capacidad para establecer un puente de comunicación ideológica que permitió tutelar a clases medias. El antiyrigoyenismo, la detracción de los caudillos federales, la afirmación “científica” de nuestra escasez de recursos naturales, la idea sarmientina de la vagancia natural del criollo y el antiperonismo han dejado de ser verdad científica. Sin embargo la cultura institucional, universidades, colegios, textos siguen pesando como una inmensa rémora que ha quedado a trasmano en la historia.
LA REVOLUCION CULTURAL YA SE HA PRODUCIDO
La disociación entre las instituciones de la cultura y el país real es un hecho anterior en muchos años al triunfo de marzo de 1973. Y ella ha sido el resultado de la separación de las clases medias del campo de la oligarquía y su aproximación al campo de la clase trabajadora sobre todo en su especificidad nacional. Aparte de los aspectos objetivos -crisis económica- han operado dos factores concurrentes: la presencia masiva del gran movimiento nacional que a partir de 1945 cobra una envergadura jamás alcanzada, ahora por la concurrencia mayoritaria del proletariado, la acción sostenida de los intelectuales nacionales como Scalabrini, Ortiz, , Jauretche, Puiggros, Hernández Arregui y otros y la producción orgánica del marxismo de la Izquierda Nacional cuyos expositores más notorios son Jorge Abelardo Ramos y Jorge E. Spilimbergo.
Los sectores más dinámicos de las clases medias en el campo de la actividad cultural y politica encontraron en esos factores las fuentes principales que contribuyeron a otorgarle razón ideológica a la nueva alianza plebeya que se expresó por vez primera en la práctica transformadora de1 Cordobazo.
Por lo tanto cuando nosotros hablamos de “Revolución Cultural” nos referimos específicamente al modesto trámite casi administrativo, de poner a las instituciones culturales al día con el país real. Nacionaliza el ámbito de las universidades y las escuelas incorporando la cultura nacional que se ha sintetizado hoy tras un esfuerzo que abarca los 150 años de Historia Argentina.
No queremos decir que hasta e presente no ha existido la cultura nacional. Queremos decir que hoy ella está en condiciones materiales de institucionalizarse. Aquellos autores ávidamente consumidos por estudiantes, profesionales o maestros, al margen de los círculos aúlicos, fuera de las venerables bibliotecas de la oligarquía, deben ocupar el claustro universitario. Los textos por ellos escritos, aparecidos en la mayor parte de los casos en pobres ediciones de batalla, deben ser profusamente producidos por las editoras del Estado, para que ellos constituyan el arsenal formativo de las nuevas generaciones de argentinos que acceden a los diversos niveles de la enseñanza.
Más allá de este “primer tiempo” inmediato, la “Revolución Cultural” podrá ser tema de discusión para los diversos sectores que integran la colectividad cultural, abriendo el campo a la investigación científica, diversificadora en todas sus líneas los aportes básicos de la cultura incorporada, discutiendo los métodos pedagógicos, planificando la integración de los diversos niveles de la educación, etc., etc.
La cultura nacional institucionalizada por el gobierno popular será el arma eficiente que permitirá desmontar la superestructura de la cultura oligárquica. La “Revolución Cultural” no está vacía de patrimonio, ella se ha enriquecido en el laboratorio de la historia, la han producido las clases. Si el gobierno popular no atiende a estas circunstancias, las universidades y las escuelas corren el riesgo de seguir siendo el centro de acaloradas discusiones sin contenido para las grandes masas.
(Publicado en Izquierda Popular, Año 1, número 18, segunda quincena de julio de 1973)