VIENE DE LA EDICION DE AYER
Y cerraba reiterando la frase que ya había estampado en su renuncia como Protector del Perú: “La presencia de un militar afortunado es temible a los Estados que de nuevo se constituyen”.
Agregaba el general una posdata significativa: “Si no fuese a usted, Goyo Gómez u O’Higgins, con quienes tengo lo que se llama una sincera amistad y que conocen mi carácter, yo no me aventuraría a escribir a nadie con la franqueza que lo he hecho, pues se creería un exceso de orgullo”.17
Cuenta Tomás de Iriarte en sus memorias que acompañó a San Martín hasta el barco que lo conduciría al exilio definitivo: “El general San Martín se embarcó para Europa; lo acompañé al paquete hasta el momento de hacerse este a la vela. […] San Martín me aconsejó que en el momento que cayese Lavalle y su partido no debíamos perder tiempo en regresar a Buenos Aires a fin de tomar una parte activa en los negocios, y perseguir con tesón al círculo británico hasta anularlo. Balcarce, Martínez y yo habíamos, colectiva e individualmente, hecho los mayores esfuerzos para que el general San Martín esperase el término de la guerra, cuyo fin y resultado se veía ya próximo, para pasar a Buenos Aires aponerse al frente de los negocios públicos. Pero San Martín nos opuso constantemente la más incontrastable resistencia: nos dijo que deseaba vivir y morir en el país, porque encontraba un gran vacío en Europa, que le repugnaban las costumbres de etiqueta, los hábitos que estaban en oposición con su carácter franco de soldado, pero que había resuelto expatriarse y no volver al país, mientras asomase la guerra civil y la anarquía”.18
Referencias:
1 En Barcia Trelles, San Martín en Europa, López & Etchegoyen, Buenos Aires, 1948, pág. 134.
2 El Pampero, Buenos Aires, 12 de febrero de 1829.
3 Era hermano mayor del general Eustoquio Díaz Vélez, y se había desempeñado como militar y político en las guerras de la independencia y civiles. En varias ocasiones los gobiernos porteños le habían encomendado negociaciones de paz con los federales artiguistas del Litoral. Fue secretario de Alvear en su misión diplomática en Londres en 1825 y apoyó el golpe de Lavalle de diciembre de 1828.
4 Nota de San Martín a José Miguel Díaz Vélez, rada de Buenos Aires, 6 de febrero de 1829, en Documentos del archivo del General San Martín, cit., tomo X, pág. 69.
5 El Tiempo, Buenos Aires, 9 de febrero de 1829.
6 La paz con el Brasil, firmada por el conocido traidor a la patria Manuel José García, distaba mucho de ser honrosa. Perdíamos en los papeles lo que habíamos ganado en el campo de batalla en combates como los de Ituzaingó y se aceptaba la independencia de la Banda Oriental, tal como lo exigía Gran Bretaña que quería una nación en cada rivera del Plata.
7 El Tiempo, Buenos Aires, 12 de febrero de 1829.
8 La Gaceta Mercantil, Buenos Aires, 14 de febrero de 1829.
9 El general José Rondeau era jefe del Poder Ejecutivo, elegido por la primera Asamblea Constituyente del Uruguay, celebrada en la villa de San José el 1º de diciembre de 1828.
10 Eros Nicola Siri, San Martín, los unitarios y federales, A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires, 1965, pág. 45.
11 Ibídem, pág. 49.
12 Enrique de Gandía, Historia política argentina. Época de Rosas. Primera parte IX, Claridad, 1994, pág. 134. Meses más tarde Parish volvía a ocuparse de Lavalle en otro informe a Londres: “El general Lavalle ha estado un tiempo en la Banda Oriental. Me han dicho que estaba próximo a una completa enajenación mental producida por el remordimiento y el disgusto, enteramente abandonado por sus amigos y sus hermanos oficiales. Su postrada existencia en estas circunstancias es, tal vez para él, el más amargo de todos los castigos” (ibídem, pág. 143).
13 Yaben, op. cit., pág. 93.
14 Capdevila, op. cit., pág. 107.
15 Lucio Cornelio Sila, general y dictador romano del siglo I antes de Cristo, uno de los jefes del oligárquico partido de los optimates. En el año 88 a. C. entró en Roma con sus legiones, declaró “enemigos de la República” a los integrantes del partido de los “populares”, iniciando una guerra civil que se prolongó por siete años y culminó en la dictadura de Sila, que persiguió y proscribió a todos sus opositores.
16 Carta de San Martín a Tomás Guido, en Felipe Barreda Laos, General Tomás Guido. Revelaciones históricas, Linari, Buenos Aires, 1943, págs. 360-365.
17 Jacinto R. Yaben, Efemérides sanmartinianas, Instituto Nacional Sanmartiniano, Consejo Nacional de Educación, buenos Aires, 1968,págs. 87-88.
18 Luis Cánepa, «El General San Martín en las Memorias de Iriarte», en revista San Martín, Año XII, nº 36, Buenos Aires, septiembre de 1955, pág. 48.
(Fuente: www.elhistoriador.com.ar)