La política es capaz de alquimias inesperadas y sorprendentes contubernios, pero nos es fácil fabricar una mayoría electoral desde un escritorio. Mauricio Macri escuchó a su asesor Jaime Duran Barba que creía que el peronismo era piantavotos y rechazó una alianza con Sergio Massa. Pero después de que los candidatos se contaron las costillas, el alcalde porteño concluyó que si hubiera sumado al tigrense tal vez hubiese ganado.
La política es capaz de alquimias inesperadas y sorprendentes contubernios, pero nos es fácil fabricar una mayoría electoral desde un escritorio. Mauricio Macri escuchó a su asesor Jaime Duran Barba que creía que el peronismo era piantavotos y rechazó una alianza con Sergio Massa. Pero después de que los candidatos se contaron las costillas, el alcalde porteño concluyó que si hubiera sumado al tigrense tal vez hubiese ganado.
Tan es así que lo que Macri llamó el "círculo rojo" presiona ahora para que realice con Massa algún tipo de arreglo que permita sumar los votos de uno a otro. Creen que en la soledad del cuarto oscuro, los electores respetarán a ciegas un pacto de cúpulas tejido entre gallos y medianoche.
Los medios opositores y el establishment no saben cómo hacer para evitar que Daniel Scioli llegue a la presidencia, porque si bien no tienen con él tanta inquina como con Cristina, los preocupa mucho las compañías del candidato del FPV.Pero en la desesperación, olvidan la regla número uno de la política, que indica que no siempre dos más dos es cuatro. Massa y Macri comparten el sentimiento de franca oposición al kirchnerismo, pero el tigrense tiene un pasado peronista y el jefe de Gobierno porteño es antiperonista, por más que quiera maquillarlo ahora. De modo que no es correcto sumar el 30% de Cambiemos con el 20% de UNA, porque allí hay gorilas que jamás hubiesen votado nada que tenga tufillo peronista y peronistas que no hubieran votado ni ebrios a un gorila contumaz.
Una prueba de que las alquimias antinaturales no sirven ni como negocio, es el resultado que están obteniendo los radicales después de haberle alquilado su estructura a sus antiguos adversarios, los conservadores. Por el momento, sólo consiguieron junto al PRO la gobernación de Mendoza y un puñado de candidaturas a diputados nacionales. Mejor les fue con los socialistas, en una alianza más natural, con la cual consiguieron ganar en Santa Fe y le mojaron la oreja al PRO en la Capital Federal.
La imposibilidad de un acuerdo Massa-Macri no está dada sólo por razones ideológicas y de camiseta política, sino además porque la ley electoral impide que se produzca una alianza después de las PASO. En consecuencia, el único modo de producir un pacto post-primarias sería que uno de los dos renuncie a su candidatura.
Obviamente, Macri le diría al tigrense que el que debe bajarse es el que obtuvo menos votos. Pero eso implicaría el suicidio político de un dirigente de 43 años que tiene futuro en la política nacional y que puede ser muchas cosas, pero no tonto.
Massa defraudaría a sus electores y dejaría un tendal de candidatos a diputados, intendentes y concejales del Frente Renovador al desnudo, si aceptara renunciar a su candidatura, a cambio de que Macri le deje libre el camino en sitios tales como la Provincia de Buenos Aires. Mentes afiebradas imaginan que si María Eugenia Vidal renunciara a su candidatura a gobernador, los electores antiperonistas de Cambiemos correrían al cuarto oscuro en masa para sufragar por el peronista Felipe Solá. Quieren mezclar agua y aceite. Pero la alquimia, también la política, tiene sus leyes.
(Tiempo Argentino, jueves 13 de agosto de 2015)