MENDOZA / Las horas difíciles del TOF / Escribe: Gustavo De Marinis






“Horas difíciles se viven en el TOF de Mendoza”, escribió por estos días, en su cuenta de Facebook, una detenida durante la dictadura militar. Enseguida se sucedieron cientos de “me gusta” y muchos mensajes solidarios y de aliento para la mujer que fue secuestrada cuando apenas rondaba los 19 años –militaba en la Juventud Guevarista– y privada ilegalmente de su libertad durante casi 7 años.

Al decir que se viven horas difíciles en el TOF indudablemente hizo alusión a las últimas audiencias del megajuicio por delitos de lesa humanidad que lleva adelante el TOF (Tribunal Oral Federal) Nº1 de Mendoza. Sin embargo, esa expresión de “horas difíciles” lejos está de ser una consigna angustiante o dolorosa. De hecho, en el final de ese mismo mensaje, Graciela reprodujo la letra de Todavía cantamos, de Víctor Heredia. Sí, seguramente, se preocupó por el desarrollo del juicio durante la semana que pasó y la que ahora termina. Pero también demostró, una vez más, la marca que llevan quienes padecieron el terrorismo de Estado y todos los que los rodean, acompañan y contienen. La marca de nunca bajar los brazos. Por eso el Todavía cantamos.



Pero volviendo al principio: ¿qué significa ese “horas difíciles”?. Se refiere, claro, a las dilaciones que se produjeron en las últimas tres audiencias, que hicieron que el debate tomara un ritmo más lento que el que traía y que se tradujera en que no habrá sesión hasta el lunes 27.

De todos modos, más allá de la legítima preocupación, a nada y a nadie se puede criticar, ni al tribunal ni a las partes. Las defensas de los imputados han ejercido correctamente su derecho de pedir la nulidad de las ampliaciones de imputaciones y luego, una vez que esta solicitud no fue admitida por el TOF, apelaron a su también legítimo derecho de pedir una suspensión del debate para estudiar las nuevas pruebas que llevaron a las nuevas imputaciones realizadas por la Fiscalía con la adhesión de las otras partes querellantes. Los defensores de los acusados también ejercieron su derecho de tratar de recusar a uno de los jueces, aunque en este caso hay que decir que apelaron a argumentos muy parecidos a los de otros fallidos intentos y con el mismo magistrado. Pero en fin, chicana dilatoria o no, lo pueden hacer.

En definitiva, si se analiza todo esto se puede concluir que no son horas tan difíciles y que está bien que esto pase, porque es lo que prevé la ley y es lo que garantiza la legitimidad del juicio, legitimidad que no tuvo el terrorismo de Estado, en el que los represores y sus cómplices no les dieron ningún derecho a sus víctimas. Sólo se trata, entonces, de tener un poco más de paciencia para que pasen “las horas difíciles”.

(UNO, viernes 3 de julio de 2015)

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