MENDOZA / Fallo contra Dow Química (Monsanto) en Colombia / Escribe: Alberto Lucero






Hoy vamos a compartir con ustedes una gran noticia para nuestro castigado planeta, lamentablemente silenciada por los grandes medios, quienes a través de sus canales, radios y diarios deberían informarnos adecuadamente, pero no siempre ocurre así.

Se trata de un fallo del día 2 de Junio de la Corte Constitucional de Colombia, (como si fuera nuestra Suprema Corte de Justicia), que obliga a una empresa química multinacional de inmenso tamaño, a resarcir los daños que produjo al medio ambiente allá por 1989, cuando derramó en la bahía de Cartagena de Indias, donde funciona una planta de su propiedad, 280 kilogramos del plaguicida Lorsban, una sustancia considerada letal para toda la vida acuática, ocasionando severos perjuicios al ecosistema con el masivo exterminio de criaturas marinas y que provocó pérdidas al sector pesquero estimadas entonces en cinco millones de dólares.



En aquel momento arreciaron las protestas de las comunidades locales, ante las impactantes fotografías de peces muertos, en medio del dolor de pescadores y lugareños; pero tuvieron que pasar más de 25 años de reclamaciones, para que la empresa Dow Química Colombia, culpable del derrame de acuerdo con este fallo, asumiera la restauración ecológica de la región y que pida perdón público por lo acontecido.

Excelente y ejemplificador fallo de la Corte colombiana.

Dow Química Colombia produce agroquímicos, polietileno, fármacos y productos de limpieza; tiene dos fábricas en Colombia, una en Cartagena de Indias y otra en Barranquilla y es una filial del gigante estadounidense Dow Chemical Company, ubicado en el estado de Míchigan, que tiene presencia en 175 países, 43.000 empleados y ventas anuales por 49.000 millones de dólares.

La compañía Dow Chemical registra antecedentes preocupantes desde 1964, cuando contrató a un dermatólogo de la Universidad de Pensilvania para que realizara ensayos con dioxinas en setenta reclusos de la prisión de Holmesburg, en Filadelfia. Las dioxinas son las sustancias más dañinas que se conocen ya que, además de cancerígenas, son cinco millones de veces más tóxicas que el cianuro. Nunca se puso al alcance de la comunidad científica el resultado de estos ensayos y nunca llegó a saberse qué fue de los reclusos utilizados para los experimentos.

Mas adelante, entre 1970 y 1971, la planta de la Dow Chemical en Michigan, derramó más de 17.000 millones de litros de aguas residuales, que terminaron en el río Brazos y en el Golfo de México.

Desde hace un tiempo, los diarios de Nicaragua informan que miles de agricultores están contaminados por el pesticida Nemagón, un producto de la Dow Chemical que elimina las plagas.

Pero la obra más conocida de Dow Chemical es el Agente Naranja, diseñado por la empresa para ser utilizado como desfoliante por el ejército norteamericano en los bosques y los arrozales durante la guerra de Vietnam y cuyo uso afectó a millones de vietnamitas e incluso a muchos soldados estadounidenses y que más tarde comenzó a ser fabricado por otras empresas químicas importantes.



Hoy, podríamos decir que la llegada de la revolución industrial y el crecimiento exponencial de la producción y el conocimiento, trajo indudablemente, un gran progreso y muchos beneficios a la humanidad, pero esos progresos, inicialmente pensados para el hombre, han llegado a transformarse en un vehículo para su destrucción.

Un ejemplo es el complejo militar-industrial norteamericano, que ha impulsado la investigación en todos los frentes y la sociedad recibe una parte de esa investigación, como puede ser el horno de microondas o internet, pero el grueso de las investigaciones permanecen bajo 7 llaves y están destinadas a sostener la supremacía de los EE UU en el plano militar.

En Wall Street es donde cotizan los grandes de la fabricación de armamentos, como Boeing, Northrop Grumman, Lockheed, General Dynamics o MacDonnell, pero también existe otro sector cotizando, que es la industria química, farmacéutica y biotecnológica la cuál, si bien menos visible, también ocupa una posición central en el amplio entramado de intereses políticos, económicos y militares de ese complejo militar-industrial y, operando casi siempre en un segundo plano, esas grandes empresas de la industria química y farmacéutica son los otros: “señores de la guerra”.

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