Bien sabemos que la disputa de fondo es acerca de qué modelo deseamos para nuestra Argentina, donde Mendoza tiene un papel protagónico y una influencia considerable. Ese debate tendrá un momento crucial este próximo domingo, cuando entremos al cuarto oscuro y tengamos frente a nosotros dos de estas perspectivas, en forma de boletas electorales.
Los doce años del Proyecto Nacional y Popular han sido una maravillosa visagra que los compañeros Néstor y Cristina pusieron en torno al capitalismo, para tratar de encontrar una variante humanista, de progreso, con la formidable ampliación de derechos que han llevado adelante y la ponderación de un Estado vivo y presente.
Sin embargo queda mucho por hacer en línea con la sintonía fina de la que habló nuestra Presidenta, no hace mucho, para sintetizar esta etapa de consolidación de logros en un país que, si bien desendeudado y con todos los argentinos dentro de los presupuestos, no ha generado la democratización de la Justicia, no ha podido aplicar la antimonopólica Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y tiene aún abierto un flanco importante en torno a los fondos buitre.
La sumatoria de pendencias excede el objetivo de este artículo y, por cierto, la sola enumeración nos impediría sumergirnos en su sentido profundo, que tiene otro objetivo, que apunta a boletas, cuartos oscuros, turnos electorales y… en definitiva, a qué va a pasar en la Argentina venidera. Pero para eso faltan meses y una profunda discusión que es de orden nacional.
Vista la realidad desde nuestra provincia, las ofertas electorales de las que surgirá el próximo Gobernador tienen por un lado al senador nacional y ex intendente -muy exitoso- de Maipú, el compañero Adolfo Bermejo. Si bien ubicado entre los peronistas de larga data y con perfiles que podríamos denominar conservadores, representa claramente el acuerdo nacional que conduce el país desde 2003 bajo la denominación Frente para la Victoria.
Y en el otro rincón, el actual intendente de Godoy Cruz, el radical Alfredo Cornejo, que llega a estas instancias liderando un verdadero engendro político al que ha denominado Cambia Mendoza. En ese armado cohabitan todos los costados de la derecha decimonónica de este desierto: macristas, gansos, massistas, radicales (de derecha) y un par de actores a los que no se les cae la cara de vergüenza pero, así y todo, insisten en denominarse socialistas; y hasta los integrantes de Libres del Sur. Más el inolvidable traidor por antonomasia, Julio Cobos.
Así están las cosas. Frente a un kirchnerismo que no se cansa de exhibir blasones en torno a políticas ejecutadas para los que menos tienen y para beneficio del país, la derechización del radicalismo censor y anacrónico es casi una obviedad que mejor podríamos analizar desde las lógicas más elementales de la Física. Sin embargo preferimos dejarle esa tarea a usted, estimado/a lector/a.
Mientras nos quedamos pensando si los mendocinos habremos aprendido lo suficiente como para no volver a votar rejuntes que terminan mal (no olvidar el fiasco de la Alianza), en los que suelen refugiarse políticos sin principio, empresarios que sólo se sirven del Poder, ex militares ladrones y asesinos de todas las dictaduras y algunos que, con una inocencia que más bien parece cinismo de baja catadura, le ofrecen a estas ensaladas algunos perfiles intelectuales que, casi siempre, se quedan a mitad de camino.
El neoliberalismo, que tantos derroteros tristes le ha procurado a la Nación, ha sido el norte político de estos dirigentes, más interesados en servirnos al plato de las corporaciones que detentan el poder real, que en llevar adelante un camino independiente y soberano, en la aldea hipermundializada de hoy. Así están las cosas. De esto estamos hablando. Todo lo demás es hojarasca.