Hay momentos en la historia en que el poder económico queda a la vista, porque el enfrentamiento de intereses contrapuestos se agudiza y la deja al desnudo. En nuestro país, en 1945, en 1969, en 1972, en 1973, en el 2008, entre otros momentos, quedó al descubierto lo oculto detrás del escenario. Resulta llamativa la nerviosidad de lo que el programa 6-7-8 caracterizó y popularizó como la OPO o la CORPO y que desde el PRO, en un acto de sincericidio denominó “el círculo rojo”. Son distintas alias del poder económico. Y llama la atención porque las alternativas de los posibles candidatos presidenciales van desde aquel que integra el círculo rojo como el hijo de Franco Macri , un oportunista ex intendente del Tigre en declive difícilmente reversible, que fue el candidato del poder económico mientras aparecía como la simbiosis de sectores de peronismo más conservador con retazos de ideología neoliberal, y por otra parte desde el oficialismo el candidato que mejor mide es una expresión light del proceso que ha producido modificaciones importantes en sus 12 años de gobierno y que despierta en el kirchnerismo duro, dudas profundas precisamente por su cercanía con el poder económico. El Papa Francisco simpatiza con Daniel Scioli al que considera “fácil de pastorear”. A su vez desde el riñón kirchnerista preocupa que sea “pastoreado” desde el poder económico.
El otro candidato del oficialismo, Florencio Randazzo retrasado por el momento en sus posibilidades, se lo valora por lo que ha hecho en materia de gestión, pero se desconoce en profundidad la sinceridad de su pensamiento con los avances de más de una década. Abocado a encarar problemas que los resolvió con eficiencia, mantuvo hasta hace unos meses silencio sobre las decisiones políticas concretadas por el gobierno que integra.
El kirchnerismo ha provocado del poder económico un rechazo desproporcionado, basado fundamentalmente en fijar limitaciones a su accionar, en establecer regulaciones al accionar del mercado, en no mostrarse sensible a sus inquietudes, en no ponerle la alfombra roja a su poder, en cuestionar la falsa historia mitrista, el levantar la bandera de los derechos humanos y llevar a los ejecutores e instigadores del terrorismo de estado al banquillo de los acusados, el establecer un alineamiento exterior con aliados no tradicionales en el marco de una política latinoamericana, el expropiar parte de la renta agraria a través de las retenciones, el insertarse en los sectores más desposeídos, el mejorar la distribución del ingreso y la participación de los asalariados en el PBI, el haber contribuido a la recuperación y el mejoramiento económico de la clase media, la reconstrucción del Estado, el haber hecho hincapié en el consumo que produjo una reactivación industrial hasta el límite de la capacidad productiva, lo que no constituyó ningún obstáculo sino un estímulo para que los balances de las empresas reportaran notables utilidades.
Aquí la ideología de los empresarios y franjas numerosas de clase media, es un impresionante obstáculo para que comprendan la realidad que se diseña con gobiernos populares. La burguesía argentina se caracteriza por ser capitalista pero no burguesa en la medida que en lugar de reinvertir fuga capitales. Es una clase dominante pero no dirigente. A su vez algunos sectores asalariados que por ingresos ascienden a clase media baja suelen asumir estereotipos de su nueva ubicación social. Ahí suele predominar los prejuicios típicos de los sectores medios que si le va mal el culpable es el Estado y si le va bien es por mérito propio.
EL MIEDO DEL PODER ECONÓMICO Y SUS MEDIOS (1)
Desde siempre, su candidato es Mauricio Macri, que es el gobierno en poder de sus dueños históricos. Candidato con precariedades de ideas y discurso ha ido aprendiendo las reglas básicas de la política y ha concretado un proceso de maduración. De aquel que hace un tiempo respondía a un grupo de periodistas con un apuntador atrás que le soplaba las respuestas al actual que realizó una jugada fuerte apostando casi todas sus fichas, contra los deseos del círculo rojo, a un candidato de tan poco carisma como Horacio Rodríguez Larreta contra Gabriela Michetti de buena imagen a pesar que el contenido revela profundas carencias, hay sin dudas un cierto progreso personal.
Cuenta Gabriela Cerruti en su libro “El Pibe” que Franco Macri le decía a Carlos Grosso cuando era directivo de Socma, en referencia a Mauricio: “Deciles, deciles, deciles lo que te digo siempre…..Como me gustaría que fueras mi hijo en lugar de este pelotudo….” (Página 91)
El triunfo categórico fortificó a Macri, y parte del círculo rojo, el más poderoso, siguió insistiendo en la alianza opositora que incluya a Sergio Massa.
Mientras este sufría el efecto puerta 12, cuyos intendentes más significativos se aglomeraban para irse, el candidato a gobernador del Frente Renovador Francisco de Narváez se bajó de su candidatura y ante Marcelo Bonelli, el segundo mejor empleado del grupo Clarín, afirmó por Radio Mitre: “En una reunión en mi casa en que estaba Sergio Massa, con Jaime Durán Barba, el asesor de PRO "me dijo que Cristina es imbatible porque la economía de bolsillo sólo va a mejorar y, en ese contexto, el PRO prefiere perder solo, con los puros". Y si eso no fuera suficiente agregó: "dividir es jugar para (la presidenta) Cristina (Kirchner) y la soberbia no es el camino".
Ante una situación en donde los columnistas de los medios hegemónicos instigados desde el poder económico pronosticaban el fin de ciclo inexorable del kirchnerismo, la nerviosidad y desconcierto atraviesa al círculo rojo y sus voceros. Sólo en el último fin de semana, los escribas se desnudaron impúdicamente. El columnista sabatino de Clarín Alberto Amato, el 6 de junio, escribió sobre el gobierno algo que podía ser una autocrítica: “… la tendencia de algunos gobiernos de América Latina, puede, entre tantas cosas, alterar la realidad con palabras que ya no definen lo que deberían, y crean, en cambio, una brecha entre la realidad y lo que expresan. A eso se le llama relato”
Las explicaciones elementales de los críticos que se cobijan bajo la bandera del “periodismo independiente”, los prejuicios actuales similares a lo que llevaron a la incomprensión del peronismo histórico, demuestran la certeza de la frase de Marx en “El 18 Brumario”: “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”.
Un analista lúcido del establishment como Eduardo Fidanza escribió en La Nación del 6 de junio: “…..un grupo de empresarios analiza cual puede ser la mejor fórmula opositora para vencer al oficialismo. La mayoría piensa que la oposición se tiene que juntar, que es la única forma de impedir que Cristina se salga con la suya. Ya están hartos de ella. En realidad estos empresarios la han soportado aunque algunos también hicieron en su momento buenos negocios con el Gobierno. Otros no, castigados por el sector de la economía que les tocó o por el estigma que oportunamente les indilgó el kirchnerismo”.
Desde el establishment se intenta transformar a Macri de político en estadista. Así Joaquín Morales Solá escribió en La Nación del 6 de junio: “El jefe radical, Ernesto Sanz, estaba más seducido por esos potenciales acuerdos electorales. Su formación política y partidaria le impide a veces entender el idioma de Macri. Por ejemplo, cuando éste dice que los acuerdos los debe hacer la sociedad y no los dirigentes. "La política se construye ahora desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo", repite mientras golpea las puertas de argentinos humildes, que ni siquiera saben qué es el "círculo rojo". El establishment lo mira asombrado: no puede entender cómo salió así un hijo dilecto del empresariado. Macri les responde que las comunicaciones han cambiado tanto como la manera de la sociedad de relacionarse con la política. Ésos son los parámetros del macrismo, que prefiere una división clara entre lo nuevo y lo viejo.”
Jorge Fernández Diaz en el mismo medio y día apuntaló en el mismo sentido: “El círculo rojo no entiende nada de política, clausuró Macri. Una frase histórica”.
Y nuevamente Morales Solá en la nota citada desnuda lo que hay detrás del escenario: El "círculo rojo", una metáfora para nombrar a los sectores empresarios más influyentes del país, rodeó a Macri en días recientes para empujarlo a un acuerdo opositor. Esos hombres importantes de la economía temen, más que nada, la continuidad del cristinismo con otro nombre. Al revés de Massa o de Daniel Scioli, a Macri no lo atemoriza el "círculo rojo": nació dentro de él, los conoce desde adolescente a casi todos los grandes empresarios y es crítico de lo que éstos han hecho durante el kirchnerismo. Cuestiona, sobre todo, que hayan aceptado hasta lo inaceptable. "Buscan la protección de ustedes, no un país diferente", le dijo a uno de ellos en la cara.”
Desde Clarín, el caricaturista Sabat lo dibuja como una mezcla de Napoleón y general de la independencia del siglo XIX.
Pero mientras los medios hegemónicos intentan transformar a Macri en un estadista, su aliada Elisa Carrió le baja el precio, diciendo el 7 de junio según Página 12: “No se entiende lo que dice Macri porque es ingeniero, pero hay que ser optimista porque mi hermano era igual pero se está haciendo culto”.
La oposición es acicateada desde los medios del poder. Así escribió Julio Blanck el 7 de junio en Clarín: “Pero nadie puede asegurar que unos y otros hagan algo distinto a lo que hicieron hasta ahora para evitar que el kirchnerismo se perpetúe en el poder”.
La decepción después de tantas tapas calamitosas para el gobierno, de una guerra sin cuartel desde el 2008, se traduce en la columna de Eduardo van der Kooy del 7-06-2015 “Un abismo separa el desahogo con que el kirchnerismo encara un mes decisivo del calendario electoral con las complejidades que enredan aún a la oposición”.
Mientras Morales Solá eleva la figura de Mauricio Macri escribiendo: “En el fondo, o en el frente, la decisión de Macri desafía también a la sociedad argentina. ¿Es cierto que son los argentinos (o una decisiva mayoría de ellos) los que necesitan y quieren al peronismo? ¿O todo consiste, acaso, en que la política no pudo elaborar una alternativa sólida y diferente frente a un electorado condenado a votar lo que hay, al peronismo o a las mezclas del peronismo? ¿Por qué no dejar que sea la propia sociedad la que decida si quiere algo distinto de cualquier versión del peronismo? Frente a esa decisión, podrán objetarle a Macri la eventual eficacia de su teoría, pero nadie podrá negarle audacia política y personal.”
En cambio le baja la banderita a su anterior ensalzado Sergio Massa y lo castiga sin contemplaciones: “El vertiginoso derrumbe de Massa trabó cualquier posibilidad de acuerdo. ¿Qué efecto hubiera tenido, por ejemplo, una candidatura a gobernador de Massa aliado con Macri? ¿No hubiera llegado Massa a esa instancia como un candidato devaluado después de explorar empecinadamente una candidatura propia a presidente? ¿Cómo explicarles ahora a los bonaerenses que puede ser un buen gobernador cuando no pudo ser presidente?
En la desesperación de los últimos días, sólo reclamaba un papel como actor de reparto. La última carrera electoral de Massa no deja de ser una tragedia política y personal. Hace apenas ocho meses era el candidato presidencial con más intención de votos. Cometió errores, hizo promesas políticas que no cumplió, confundió a sus aliados o los agravió (como el caso Reutemann), anunció cosas que nunca sucedieron.
Cansado y debilitado, casi con la lengua afuera, lo buscó a Macri quién lo esperaba, pero para decirle que no, cobrando el desplante que él sufrió de parte de Massa en las elecciones de 2013. Ninguna política nueva le quita a la política su eterna dosis (¿necesaria, tal vez?) de dureza y frialdad. La mejor síntesis la hizo un viejo massista: "Ya es tarde para todo".
EL MIEDO DEL PODER ECONÓMICO Y SUS MEDIOS (2)
A pesar de los muchos flancos débiles del gobierno, de un relato que cae en absurdos indefendibles sobre los índices de pobreza e indigencia frutos de una tergiversación groseras de índices estadísticos, de un retroceso injustificable en la bandera de los derechos humanos manteniendo al general César Milani, de funcionarios que no pueden justificar sus patrimonios, de surfear sobre una crisis económica con inteligencia postergando decisiones de profundización que más temprano que tarde deberán afrontarse, todo lo cual le ha permitido a Cristina Fernández llegar como nadie a la finalización de su mandato y de su posible influencia posterior, es porque las transformaciones realizadas, los avances concretados superan largamente a sus déficits. Es lo que dejado en offside a los críticos más empecinados. Lo expresa Rosendo Fraga, autor de un libro del 2010 titulado “FIN DE CIKLO. Ascenso, apogeo y declinación del poder kirchnerista” y ahora sostiene: "Hay que ver que a cuatro meses -de las elecciones- el oficialismo que parecía perdido, recupero posibilidades y hoy es una alternativa competitiva".
Otro crítico persistente en el tiempo, el escritor y periodista Jorge Asis, autor de “El kirchnerismo póstumo”, pocos meses antes que Cristina Fernández obtuviera el 55% de los votos, sostiene ahora en una nota titulada “La entendible continuidad del peronismo”, el 11 de mayo: “Si no comete más equivocaciones, con Scioli -la cría involuntaria- el cristinismo siente el regalito de cuatro años más en el poder. Salvo que los opositores envueltos modifiquen la estrategia de la fragmentación, que les deja el obsequio de la permanencia garantizada a los envolventes.
Esta oposición envuelta, vacilante y colmada de egolatrías y competencias pasionales, consigue que ninguna crisis del cristinismo sea suficientemente grave. Como para evitar la ceremonia de la recuperación. Ocurre que esta oposición sólo se conforma con oponerse. Indignarse con declaraciones a los medios. Pero siempre sin sustituir. Larga vida (regalada) para el cristinismo.”
Es bueno recordar que desde el 2005 el gobierno no perdió ninguna elección y ganando sufrió dos derrotas políticas en el 2009 y 2013, ambas legislativas y los triunfadores de ambos comicios en la Provincia de Buenos Aires fueron instrumentos ocasionales a través de los cuales se expresó disconformidad con el oficialismo y sus votos se evaporaron o se contrajeron, apenas el gobierno recuperó la iniciativa y mejoró la situación.
Mientras intenten explicar procesos complejos con prejuicios ancestrales, la realidad seguirá castigando su incomprensión.
En síntesis: la oposición y sus medios fabrican un relato muy cercano a sus deseos y alejado de la realidad, que como sostiene Eduardo Blaustein en “Años de rabia” :“el malhumor opositor deviene en rabia”. De ahí surge la famosa grieta levantada fundamentalmente por quienes dicen padecerla pero que en realidad la instigan. En las manifestaciones opositoras suele primar la bronca y el resentimiento, con exteriorizaciones de odio, mientras en las oficialistas suele predominar la alegría.
Se viene a confirmar nuevamente la aseveración de Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.”
Y agregaba Don Arturo: “Ignoran que las mayorías no odian, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor».