El sábado 14 la Unión Cívica Radical realizó su Convención para decidir alianzas electorales. Como se sabe, triunfó la postura de Ernesto Sanz, esto es, realizar un frente con Pro y Coalición Cívica.
Siempre es una buena noticia que los partidos políticos funcionen. Que la deliberación de un órgano partidario como una Convención genere tanta atención pública es también una curiosidad. Sus decisiones son absolutamente legítimas e incuestionables para quien no participa del colectivo partidario. Sin embargo, inciden en el sistema político y de partidos en Argentina y desde esta perspectiva, sí es materia de análisis ciudadano.
La resolución no debería sorprender a nadie. Es conclusión lógica de un camino que lleva mucho tiempo.
Hemos llamado “matriz de construcción de oposición política”[1] al modo en que desde 2008, los grupos hegemónicos de comunicación, básicamente el grupo Clarín, y las corporaciones que lo acompañan intentan disciplinar a los actores políticos.
La decisión de Gualeguachú es el colofón necesario de un trayecto que recorren hace tiempo y que llevó a la UCR a asumir plenamente los discursos Clarín. Las votaciones en contra de recuperar Aerolíneas o contra la estatización de las AFJP, entre muchas defecciones respecto de la historia partidaria radical son antecedentes coherentes de lo tratado el sábado.
No es Macri, quien lo hizo. No es Carrió. El grupo Clarín, el que derrocó a Alfonsín, en otra vuelta de la historia, es quien disciplina a la UCR detrás de su estrategia.
Así como la propuesta inentendible de los opositores a Sanz de hacer un frente que no dependía de ellos, es decir vender la piel del oso sin tener el oso, los argumentos de Sanz y Cornejo presentando su alianza como “antiperonista” tampoco funciona, básicamente porque no depende de ellos. Macri dice que comparte las banderas del justicialismo. Lo hace porque sabe que necesita “la pata peronista”. Más con los radicales en la bolsa.
El clivaje peronismo/antiperonismo ha tenido una fuerza enorme en nuestra historia y a esto apelan Sanz y Cornejo, buscando conectar con lo peor de la historia radical pero con su historia al fin. Nada más alejado de la escisión actual, de lo que se debate hoy.
No ocurre siempre, pero en algunas ocasiones la representación política funciona como “espejo” de la sociedad. Eso que la sociedad ya es, se refleja en la representación política. Por ejemplo, las clases sociales, aunque puede ser cualquier otra dimensión de lo social. Cuando eso se produce supera el voluntarismo de algún dirigente aunque diga –Somos “tal cosa”. Si el magma social te lleva a “otro lado”, podes decir que sos “tal cosa” pero seguramente estarás más cerca de “otro lado”.
Claro que esto no se da de modo típico y buena parte de la tarea de liderazgo consiste en ampliar la representación de la predeterminación social previa. Pero las variaciones se realizan sobre esta base.
La UCR decidió al menos desde 2008 formar parte de un bloque social y político que recibe letra del grupo hegemónico y que fácticamente es la derecha argentina, es el poder en el país, es el status quo. Sólo pueden llamar a la compasión los radicales que se enojan porque no quieren seguir a Macri. No resignarse a ser la derecha requeriría un ejercicio de revisión epistémica de las posiciones sostenidas en los últimos años.
Pero esta reconfiguración del tablero no interpela solamente a radicales.
Massa, el gran perdedor, ya sufre el destrato del grupo. Ahora le envían mensajes del tipo “sos joven”, “tenes alternativas ganadoras”. Lo quieren llevar a Buenos Aires.
Los peronistas orgánicos de derecha seguramente recibirán a los emigrantes del massismo con los brazos abiertos (competirán en eso con el macrismo) pero también ellos son cuestionados en el nuevo tablero.
La vieja idea de Torcuato Di Tella, de que Argentina tenía pendiente la normalización del sistema de partidos en términos de derechas e izquierdas, probablemente hoy, con otros nombres, nuevas circunstancias, no esté tan lejana.
Hay un polo de derecha conformado, al que desde el sábado se le ha plegado un espinel organizacional no desdeñable, hay una fuerza transformadora de la argentina en sentido progresista, el kirchnerismo, en el medio se intentarán firuletes pero los anclajes firmes a partir de los cuales se interpreta la realidad serán esos en el futuro previsible.
(www.la5tapata.net)