MENDOZA / El agua y la 7.722 en Mendoza / Escribe: Alberto Lucero






Sabemos que el agua es vital para todos los seres humanos y al definirla como vital, la reconocemos imprescindible para el ciclo de la vida que conocemos en nuestro planeta; en Mendoza el agua es un elemento escaso y la provisión natural de agua depende de la nieve que cae en la cordillera.

En las últimas décadas, debido al Calentamiento Global, se está produciendo una disminución continua de la nieve acumulada en forma de glaciares, lo que se traduce en menores caudales en los pocos y pequeños ríos mendocinos, alrededor de los cuales se encuentran los oasis en los que se asienta toda la población de nuestra provincia.


Sin agua no hay vida y en Mendoza ese axioma es categórico. Desde nuestro pasado más lejano nos llegan indicios de las comunidades originarias que se asentaron cerca de los cursos de agua y desde allí generaron su cultura y nos legaron ese cuidado por el agua que aún late en muchos de nosotros. Los que llegaron con los conquistadores sabían de la importancia del agua y se radicaron sobre las mismas zonas, ya que el resto de Mendoza no permitía actividad alguna dada su condición de desierto.

Así, durante centenares de años hemos mantenido un equilibrio relativo entre la dotación de agua por parte de la naturaleza y el consumo de los habitantes para sus variadas actividades, sabiendo de que de ese equilibrio dependía la supervivencia de todos los mendocinos pero, en los últimos años, más precisamente en la década de los 90, nos venimos a enterar los mendocinos que se habían dictado leyes en Bs. As. tales como la 24196, que otorga beneficios ilimitados a algunas actividades mineras, como la del Oro y a partir de allí se empezaron a escuchar los cantos de sirena de los participantes en el negocio del oro, en pos de radicar esas empresas en Mendoza, para llevarse el oro contenido en nuestras montañas.

Recordemos que nosotros no somos un país aurífero, no tenemos filones de oro, sino que el oro se encuentra “diseminado” en la roca, en cantidades del orden de 3 a 5 gramos por tonelada de roca. Siendo tan baja la concentración, el único método rentable para la mineras extranjeras que quieren extraerlo, es el conocido como método de lixiviación con cianuro, que consiste nada más y nada menos que en moler millones de toneladas de roca, es decir, cerros enteros, reducirlos a polvo y mezclarlos con millones de litros de agua, a la que se le adiciona 500 gr de cianuro cada 1000 lotros de agua. Esa solución cianurada disuelve el oro y también la plata y otros minerales contenidos en el polvo de roca, permitiendo que luego en sus laboratorios obtengan la barra del llamado metal doré, que se envía en bruto a países del norte, donde lo refinan y lo destinan a productos que luego nosotros compramos.


Este agresivo y contaminante método de extracción es el que querían aplicar en Mendoza y fue por ello que toda la sociedad mendocina aplaudió el dictado de la Ley 7722, que prohibe en toda la provincia la utilización de cianuro en la minería metalífera. Esto les pinchó el negocio a las grandes empresas mineras extranjeras, con la Barrick a la cabeza, pero también les quitó el dulce de la boca a algunos comprovincianos, defensores de este pernicioso método de extracción, vaya uno a saber porqué.

Desde el año 2007 que la Ley 7722 nos está defendiendo y está defendiendo el agua de todos los mendocinos y desde ese mismo año, algunas pocas personas interesadas en el negocio, tratan de derogarla; se esfuerzan para convencernos que la minería del oro es necesaria y hoy están incrementando su prédica, aprovechando la crisis económica que atraviesa la provincia y el país.

Hablan de la generación de puestos de trabajo; hablan de la necesidad de cambiar la matriz productiva provincial; en fin, nos hablan como si fuéramos idiotas que creeremos sus cantos de sirena, cuando lo único que persiguen es hacer su negocio.


Encontramos entre los defensores de este pernicioso método que usaría cianuro y arruinaría millones de litros de agua, a dirigentes gremiales del sindicato minero; a legisladores que nunca dijeron sus ideas al respecto antes de ser elegidos, pues nunca los hubieran votado; encontramos a funcionarios designados por el Gobernador, que provienen de empresas extractivas y no vacilan en mostrar sus cartas; encontramos a profesionales ligados a estos intereses y que cobrarán jugosas ganancias si el negocio prospera; encontramos a periodistas y comunicadores, que hablan a favor del tema, también vaya uno a saber porqué. En fin, encontramos defendiendo a la minería del Oro a los que solo piensan con el bolsillo y, como ha sucedido tantas veces en nuestra historia, también encontramos a los que aprovechan sus cargos para tener prensa y actuar en contra de los intereses de la mayoría que los votó, atacando a la ley 7722, que es la única herramienta que tenemos los mendocinos de a pié, para cuidar el agua de ésta generación y de las venideras.

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