Aunque pueda sonar un poco raro a los oídos de algunos, la vieja Europa podría ser alumna de la joven América latina en temas como la inclusión social y la cuestión ambiental, en los que esta última ha desarrollado una positiva y amplia experiencia en décadas recientes.
Al menos ésa es la idea de Francesca D’Ulisse, encargada de las relaciones con Latinoamérica del Partido Democrático (PD), la más importante formación política del centroizquierda italiano. D’Ulisse participó recientemente en México de un encuentro denominado “Izquierda democrática”, que contó con la participación de numerosos partidos progresistas de ambos lados del Atlántico, como el PSOE de España, la Concertación chilena, el MAS de Bolivia, el PRD mexicano, el PT brasileño y otros partidos y exponentes de varios países, incluida la Argentina. En una entrevista con Página/12, D’Ulisse se mostró convencida de que una colaboración más estrecha entre progresistas latinoamericanos y europeos es posible.
–Usted habla de estrechar relaciones entre los progresistas latinoamericanos y los europeos, pero ¿hay algo de concreto o se trata sólo de una expresión de deseos?
–No es una expresión de deseo, pero todavía no es un proyecto que se haya podido formalizar. En el caso del PD, nosotros estamos construyendo una red de partidos políticos progresistas de todo el mundo, la Alianza Progresista. Y dentro de esta alianza estamos invitando a participar a los partidos latinoamericanos, como los socialistas, los socialdemocráticos, los progresistas en general, para construir una base común de elaboración del pensamiento, para compartir ideas y opiniones y colaborar. La sociedad ha cambiado. Creo que es necesario elaborar un nuevo “pacto social” que surge de la constatación de que el viejo modelo de desarrollo ha fracasado. Tenemos que construir algo nuevo y en este contexto destacar los temas del crecimiento económico, la inclusión y la justicia social. Sólo disminuyendo las desigualdades es posible crear una sociedad que esté al servicio de todos. Mientras existan diferencias como en Italia, donde el 10 por ciento de la población tiene el 48 por ciento de la riqueza y los 10 hombres más ricos del país ganan como 500.000 familias de obreros, la justicia social no será posible.
–En este sentido, ¿podría aprender algo la izquierda europea de los países latinoamericanos?
–Creo que sí, sobre todo del trabajo que en América latina se está haciendo con la inclusión social. No estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que las políticas activadas por los gobiernos progresistas latinoamericanos son “asistencialistas”. Yo creo que son un primer paso para consentir a un sector de la población que ha estado excluido, poder tener una serie de derechos. Sobre inclusión y justicia social creo que se puede aprender mucho de Latinoamérica. Otro punto que me parece interesante es lo que sucede en algunos países de aquella región con el ambiente. Hay políticas ambientales realmente innovadoras, por ejemplo en Ecuador.
–¿Qué podría aportar Italia?
–Nosotros podríamos dar nuestra contribución sobre el tema de la seguridad y de las mafias transnacionales. Y me refiero en particular a México, pero no sólo. Tenemos una legislación bastante completa en este sentido y la experiencia de tres mafias importantes en nuestro territorio, como para poder transformarnos en un punto de referencia para Latinoamérica.
–Estos elementos formarían parte de un proyecto mayor...
–Se trata de elaborar un nuevo pensamiento, un proyecto para las izquierdas mundiales. En este sentido cito al presidente Lula, que dijo: “La izquierda debe volver a ser creativa”. Debemos ser creativos y no dogmáticos.
–En Europa muchos han abandonado a los progresistas porque piensan que la izquierda no está haciendo lo que debería. Parte de esa gente ha ido a parar a los “antitodo” del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo. ¿Colaborar con los latinoamericanos y elaborar con ellos un nuevo modelo podría revertir esa situación?
–Los dos grandes peligros que corremos en las elecciones europeas son los partidos populistas y el abstencionismo. El voto a Grillo es un voto anti, antisistema, antipartidos, antiinstituciones. El intercambio con las izquierdas del planeta, en particular con las latinoamericanas, con las cuales la relación es casi natural, puede contribuir a derrotar los populismos como el de Grillo.
–¿No cree que los desilusionados se han ido de la izquierda porque creen que la izquierda ha perdido el rol de partido revolucionario, capaz de llevar adelante reformas claramente a favor de la gente y completamente distintas de la derecha?
–Hemos tenido que hacer una fuerte autocrítica en este sentido. A veces hemos sido demasiado indulgentes con las políticas de derecha, creyendo que la austeridad, que luego se transformó en un “austericidio”, era la clave para poder garantizar desarrollo y ocupación. En realidad, todo esto no ha ocurrido y estos siete años de crisis económica y financiera nos han demostrado que estas políticas no funcionan. Por eso, dentro de la UE y en Italia, pedimos un voto para un centroizquierda moderadamente revolucionario, donde el rigor fiscal, que es necesario, será acompañado de políticas de inversiones, incluso públicas, y con eso esperamos reactivar la demanda interna y poder redistribuir mejor.
–¿Cuáles son los próximos pasos del PD respecto de América latina?
–La próxima cita es a fines de junio en Uruguay, donde se reunirá la Alianza Progresista. Y en 2015 se realizará la Conferencia Italia-América latina, que coincide con la Expo mundial que se hará en Milán y que podría abrir puertas a la cooperación multilateral a distintos niveles.
(Diario Página 12, viernes 16 de mayo de 2014)