ARGENTINA / El último acreedor / Escribe: Raúl Dellatorre






El ministro de Economía, Axel Kicillof, parte mañana hacia la capital francesa, donde participará de la primera ronda formal de negociaciones con los países miembro del Club de París, con los que Argentina mantiene una deuda estimada en 9000 millones de dólares (la cifra definitiva también es materia de negociación). El encuentro entre las partes está previsto para el miércoles 28, fecha que había sido fijada tras la visita de la Presidenta argentina, a su par francés François Hollande en marzo. Si bien es improbable que en este primer encuentro pueda arribarse a un acuerdo definitivo, para Argentina es un avance importante en cuanto representa que el foro de países acreedores –compuesto de 19 miembros– está aceptando negociar en base a la propuesta preliminar presentada por el país y asumida como tal por el Club.


Esta propuesta, que el propio Kicillof había llevado a Francia en su anterior visita, y había presentado ante las autoridades del Club de París, señala expresamente que Argentina rechaza la intervención del Fondo Monetario Internacional como veedor o monitor del cumplimiento del acuerdo. Es decir, no aceptará someterse a controles periódicos ni supervisiones que tradicionalmente acompañan los acuerdos de reestructuración de deudas firmados por ese organismo de países acreedores.

Según la postura del gobierno argentino, el actual es un caso inédito para el Club de París. Lo usual es que los países deudores lleguen a negociar con ese organismo después de un acuerdo con el FMI para la reestructuración de sus deudas externas con acreedores privados. Una vez alcanzada esa instancia, suele ser el FMI el que lleva al país deudor ante el Club de París para que éste considere los términos de la refinanciación que ofrece el deudor, en línea y compatible con lo que previamente se acordara –FMI mediante– con los acreedores privados. En el caso argentino, no hubo participación del Fondo en la negociación y acuerdo previo con los privados tras el default, y por lo tanto no tendría razonabilidad –desde el punto de vista argentino– que el organismo que encabeza Christine Lagarde interviniera.


Con ese marco de referencia distinto del habitual, los representantes de los países que integran el Club de París se reunirán este miércoles con Kicillof para hacerle conocer su postura respecto de la propuesta inicial argentina. El gobierno nacional ya tuvo contactos informales con algunos de los países acreedores y conoce sus exigencias. El encuentro del miércoles servirá para conocer si esas son las únicas. Argentina, a su vez, podrá escuchar y dar respuesta sobre los puntos negociables y los que considera irrenunciables. Se estima que lo que se trate en esta reunión deberá elevarse luego a consulta de los diferentes países interesados, lo cual haría necesaria una nueva ronda de negociaciones. “Si la negociación con Repsol, que era uno contra uno, duró meses, no nos asusta que ésta pueda demorarse en función de las diferencias de posturas entre los distintos miembros del Club de París”, señaló un representante argentino. Vale mencionar que el acuerdo alcanzado con Repsol es un antecedente de importancia para empujar hacia un acuerdo la actual disputa.


En la oportunidad en la que anunció la fecha para esta primera ronda de negociaciones, la secretaria general del Club de París, Clotilde L’Angevin, indicó que sus miembros “discutieron la propuesta argentina en enero y febrero, pidieron algunas aclaraciones y, en base a una propuesta revisada, se decidió invitar al Gobierno a venir a negociar a París en mayo un acuerdo sobre sus atrasos con los acreedores”. El Club de París es un foro informal de acreedores oficiales conformado por Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, EE.UU., España, Finlandia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Rusia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia, Suiza, y Francia, país coordinador. Esta es la tercera vez que el Estado argentino intenta negociar esta deuda, producto del default del 2001. Las dos anteriores quedaron pospuestas por circunstancias ligadas a la crisis mundial: la primera, en septiembre de 2008, por el colapso de Lehman Brothers y el descalabro financiero posterior, y la segunda, a fines de 2010, por el enrarecimiento del clima internacional y particularmente de Europa por la crisis de la economía griega.

(Diario Página 12, domingo 25 de mayo de 2014)

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