INTERNACIONAL / La crisis mundial no afloja / Escribe: Marcelo Justo






Como todo comienzo de año, este es pletórico de vaticinios para la economía mundial. La mayoría se ubica en torno de un crecimiento global del 3,6 por ciento, un 0,7 por ciento más que el año pasado. Los análisis económicos se caracterizan por no dar en el blanco en ese arte casi imposible de las predicciones, pero más allá de los porcentajes que se manejan está claro que el mundo sigue sin recuperarse de la crisis de 2008. En 2013 la Eurozona no despegó, EE.UU. creció con altibajos, China se desaceleró y hasta las llamadas economías emergentes, que habían sostenido el crecimiento en 2012, tuvieron un flojo desempeño. Página/12 dialogó con John Bowler, director de Análisis de Países de la Unidad de Inteligencia del semanario The Economist, quien planteó un panorama complicado para este 2014.


–A cinco años de la caída de Lehman Brothers y el estallido financiero mundial, la economía global no termina de despegar. ¿Hay alguna señal de que este 2014 será diferente?
–El crecimiento global fue anémico en 2013. En Estados Unidos hubo ajuste fiscal y problemas políticos en el Congreso por el presupuesto. Estimamos que el crecimiento estadounidense de 2013 es del 1,6 por ciento. Con la Eurozona, el gran mérito fue que la intervención del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cuando dijo que haría todo lo necesario para salvaguardar a la moneda única europea, calmó a los mercados financieros que dejaron de especular con la caída del euro, pero en términos de recuperación económica, aunque la zona en conjunto salió de la recesión, su crecimiento es inexistente. China también mejoró en la segunda mitad, pero está embarcada en un cambio de modelo tal que ya no volveremos a tener esas tasas gigantescas de crecimiento. Si a esto le agregamos que los mercados emergentes, entre ellos Brasil, India y Rusia, tuvieron muchos problemas, vemos que el panorama que deja 2013 no es muy positivo. Calculamos que 2014 será un poco mejor para las economías desarrolladas, pero hay muchas incertidumbres en el camino.

–En diciembre el presidente saliente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, anunció una reducción de 10 mil millones de dólares mensuales en los estímulos financieros. ¿Qué impacto tendrá esto en Estados Unidos y el mundo?
–Es una de las claves de este año. Inevitablemente va a haber cierta volatilidad. No olvidemos que este ha sido el experimento más grande de inyección monetaria de la historia. La Reserva Federal ha estado adquiriendo títulos por valor de unos 80 mil millones de dólares mensuales desde 2012 y una buena parte de este dinero ha terminado en inversiones especulativas y mercados emergentes. Creo que la sucesora de Bernanke en el cargo, Janet Yellen, continuará con un retiro muy gradual de los estímulos monetarios acompañado de una política de anticipar las tasas de interés a futuro para que este retiro gradual no sea traumático. Pero va a ser un ajuste monetario, no hay manera de evitarlo. Y esto suele tener consecuencias. Las tuvo en 1994-95 con la crisis de Tequila que tuvo un fuerte impacto en países como Argentina y se produjo después de un ciclo de ajuste monetario de la Reserva Federal. La diferencia es que esta vez la política será más gradual que con el Tequila.


–Otra de las claves va a ser la Eurozona. Los mercados financieros se calmaron en 2013, pero si la economía no crece puede haber turbulencia no sólo financiera, sino política. En Grecia, por ejemplo, el líder de Syriza advirtió que si el gobierno pierde las euroelecciones de mayo, va a caer y él buscará renegociar los rescates con la troika, posición que para muchos aceleraría la salida de Grecia del euro y con ello un posible efecto contagio.
–El gran mérito en 2013 fue que el euro sobrevivió. El peligro es que los políticos crean que pueden seguir haciendo lo mismo hasta que pase la tormenta. La realidad es que el malestar social puede explotar en cualquier momento. En mayo la legitimidad de muchos gobiernos puede quedar seriamente cuestionada. El caso de Grecia es el más obvio. Si a esto se le suman economías que no crecen y tienen un altísimo nivel de desempleo, lo menos que se puede anticipar de la votación en mayo es un voto protesta. Y lo que no se ve por el momento son pasos concretos para apuntalar la unión monetaria y económica. La Eurozona necesita una unión bancaria y una mutualización de las deudas, que Alemania no quiere contemplar. Así las cosas, no se puede descartar una desintegración de la Eurozona que comience con defaults de países altamente endeudados con un fuerte impacto para el sistema bancario. No pensamos que sea el escenario más probable, pero desde ya que no se puede descartar, algo que puede tener un impacto global muy desestabilizador.

–Estas deficiencias de las economías desarrolladas fueron compensadas desde 2008 por China y en menor medida por el Brics y otras economías emergentes. En el caso de China está claro que ya no va a seguir teniendo un crecimiento de dos dígitos.
–Hay una desaceleración del crecimiento que continuará de aquí en más. En 2013 el crecimiento fue del 7,7 por ciento, en 2014 calculamos un 7,5 por ciento y a mediano plazo, digamos 2018, estimamos que crecerá un 6 por ciento. Esto tendrá un impacto porque la economía mundial anduvo bien cuando China crecía dos dígitos, pero este crecimiento se basaba en altísimos niveles de inversión y exportaciones, algo que creaba desequilibrios globales. La preocupación con China es el sector financiero y el crecimiento de su deuda en el sector bancario en la sombra. En este sentido, China representa un riesgo potencial.


–Estos problemas en Estados Unidos, la Unión Europea y China, ¿cómo van a afectar a América latina?
–América latina no está “de-sacoplada” de los vaivenes globales. La demanda europea ha sido muy pobre en los últimos años, algo que empieza a tener un efecto acumulado en la región. En Estados Unidos no ha habido un crecimiento de la importación porque su crecimiento se ha basado más en un modelo fabril doméstico. Y la demanda china ha disminuido, algo que está afectando a la baja los precios de las materias primas, aunque éstos todavía se mantienen en niveles históricamente altos. A estos fenómenos se añaden los vaivenes de la política monetaria estadounidense que han causado volatilidad financiera con una depreciación de las monedas desde mayo del año pasado y presiones inflacionarias para la región. Acá ha habido diferentes reacciones. México, Chile y Perú cortaron las tasas de interés mientras que Brasil las elevó para combatir la inflación. Argentina fue una de las economías latinoamericanas que más crecieron en 2013 después de Panamá y Perú. El crecimiento fue de un 5,1 por ciento, pero estimamos que crecerá un 2,3 por ciento en 2014. En cuanto a la región en su conjunto, creemos que tiene una mayor solidez financiera que en el pasado y que el crecimiento será mayor este año que en 2013, siempre y cuando las economías desarrolladas mejoren también su desempeño y no se empantanen con algunos de los problemas que señalé antes.

(Diario Página 12, domingo 5 de enero de 2014)

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