No adscribo a importar experiencias, donde el marco histórico cambia; pero me causo mucha impresión este texto Alejandro Horowicz, de su libro “Los Cuatro Peronismos”.
Esto escribe Alejandro Horowicz al hablar de la presidencia del hombre más odiado y más amado de su tiempo: Hipólito Yrigoyen.
“Las clases dominantes NO aman los experimentos, al menos los experimentos que no controlan directamente. Exigen timonear el aparato del Estado durante la crisis, por eso el golpe contra Yrigoyen no requirió programa alguno. Es más, no podía tenerlo, bastaba con sacar al Peludo y ver. Para esa labor el General Uriburu sobraba; sus simpatías y antipatías políticas carecían de toda importancia; en todo caso eran la filias de su tiempo”
Al leer el texto lo primero que hice fue reemplazar Peludo por Yegua y luego tuve problemas para reemplazar a Uriburu…
¿Quién lo puede reemplazar hoy?
No es tan fácil de reemplazar a Uriburu, el marco político cambio desde 1983, las FF.AA no son las de entonces. ¿Entonces a quien poner? ¿A Macri o a Massa?
Si analizamos este dilema bien podemos decir que es la dificultad que tuvieron los hombres del Circulo Rojo.
En algo se parece al momento de la caída de Yrigoyen, aquí no importa la PROPUESTA, no importa el programa, no es necesario luego se verá.
Pero en esta ecuación no cuaja Mauricio Macri, porque las condiciones cambiaron Macri no es Uriburu. Uriburo representaba la Institución Militar, uno de los poderes facticos y Macri representa parte del poder empresarial y financiero pero no alcanza.
Hay que poner parte del Peronismo y la gran tarea es volatilizar al Frente para la Victoria y Massa es el vector ideal.
Macri al ver este desplazamiento cruel de los hombres de poder y por el propio Massa en la Provincia de Buenos Aires, salió a denunciar a los hombres del círculo rojo, es decir, ante la traición no tuvo mejor idea que exponer sus planes destituyentes, una formidable vendetta.
Ahora la gran pelea será entre Macri y Massa, cosa que nos tiene que preocupar solo en parte, porque lo importante es mantener una fuerza política, que con sus contradicciones, siga siendo vigorosa para enfrentar al nuevo Capriles argento del 2015.
