Se les llena la boca con aquello de que al kirchnerismo, al gobierno nacional, le han ganado por paliza. Y no es tan así, aunque hay excepciones en algunos territorios provinciales, siendo caso más flagrante el de aquí en Mendoza, que se expresa mucho más cuando el ganador es el cobismo, es decir el gorilismo de siempre y mas extremoso, y la derecha oligárquica actualizada en un reciclaje que le va a durar poco. Por supuesto, depende de factores que excluyen al mismo cobismo, porque para nada ha tenido que ver, paradojas de la democracia nativa, con los valores propios, que son nada, como lo venimos afirmando desde aquel mismo instante luctuoso para el pueblo argentino del "mi voto no es positivo".
La fluctuación de los votos negativos para el Frente Para la Victoria devienen de causas alimentadas al mismo interior del PJ. Decimos PJ como la estructura principal del peronismo mendocino -y nacional también-, a las contradicciones internas, visiones incluso ideológicas antagónicas, que no soslaya la lucha de clases. Y a este respecto, si nos retrotraemos a los 60/70, cuando el antagonismo se daba entre la dirigencia pejotista y la llamada tendencia revolucionaria, la juventud peronista, pero expresada con los grupos armados, especialmente los montoneros, catapultado fuertemente por el Perón en el exilio. Al regreso de éste, se descargó el conflicto y fue el pulgar del líder el que sentenció la excomunión de la tendencia, y por ende de los montoneros, la lucha armada. Masivamente, la excomunión fue a la juventud peronista, la juventud maravillosa de Peròn, estigmatizada por su olor a revolucionaria, y por efecto transitivo, a toda la juventud libertaria de todo signo: la del palo peronista, la guevarista, la comunista, la marxista, como asimismo a la representación en lo institucional, como lo fue contra el gobierno de Martínez Baca, llegado a la gobernación mendocina en el 73 con el aval de esa juventud. La misma embestida alcanzó a los gobernadores Oscar Bidegain de la provincia de Buenos Aires: Miguel Ragone, de Salta; Jorge Cepernic, de Santa Cruz, y Obregón Cano, de Córdoba. Estos mandatarios fueron considerados "compañeros" por los montos. Y los montos no consideraban compañero a cualquiera, aunque ninguno de ellos pertenecía orgánicamente a la estructura, en ninguno de sus niveles.
Desde la misma estructura, desde sus conducciones, se armó y se tejió el anti con una condena ideológica que no se limitó a lo estrictamente administrativo. En Mendoza lo visible de dicha trama estuvo en la Legislatura con sus mentores mas visibles, o sea el vicegobernador Carlos Mendoza, dirigente metalúrgico, Edgardo Boris, de la Sanidad, presidente de la Cámara de Senadores, el Chango Días, que jugó de monje negro y con el aval del gobierno nacional comandado por el mismo Perón, en una de sus últimas decisiones de su vida, por lo que fue la extrema derecha, comandada por el Brujo López Rega, la que prosiguió e incrementó la faena represiva con la muerte a mansalva en los prados de Ezeiza, de cientos de militantes cuando Perón regresó definitivamente al país. Extrema derecha que tuvo esencia y apoyatura en la que se llamó "burocracia sindical", con fuerte expresiones en los metalúrgicos, construcción, ferroviarios, textiles, comercio.
La historia no se repite pero en la realidad actual signos similares se advierten, esta vez, en una confrontación, ideológica y generacional como aquella pero con nuevos actores, y escaramuzas -por ahora- que transcurren "puertas adentro". Pero vale que las conducciones partidarias tengan en cuenta que el peronismo de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, tuvo y tiene en la juventud, en los cuadros de base, la identidad mayor de una prosapia realmente transformadora, revolucionaria:
Lo dijo Enver El Kadri: "Perdimos, no pudimos hacer la revolución. Pero tuvimos, tenemos y tendremos razón de intentarlo. Y ganaremos cada vez que un joven sepa que no todo se compra, ni se vende y sienta ganas de cambiar el mundo".
(Fuente: LA QUINTA PATA)