ARGENTINA / Las apuestas de los encuestadores / Escribe: Raúl Kollmann






A una semana de las PASO todos los encuestadores coinciden en que el Frente para la Victoria será, por lejos, la primera fuerza política. Pese a que enfrenta dificultades en los grandes distritos, en cada uno de ellos confronta con partidos o alianzas distintas, de manera que tomado el conjunto del país, sólo habrá una fuerza en condiciones de recoger un porcentaje importante de los votos. Esta es la visión que tienen los analistas que trabajan tanto para el oficialismo como para la oposición. Desde el punto de vista legislativo, se confirma un diagnóstico hecho hace meses: el oficialismo mejoraría su situación en la Cámara de Diputados, tal vez con diez bancas más, y mantendrá las que tiene o perderá un par en el Senado. El panorama aparece todavía incierto en la provincia de Buenos Aires. Sergio Massa arrancó con 15 puntos de diferencia a favor (proyectando los indecisos) y hoy la distancia se estrechó muchísimo. Hay encuestadores que hablan de empate técnico y otros que marcas distancias que oscilan entre los dos, los cuatro y los seis puntos. Lo que ocurra en el principal distrito le dará un tinte a toda la elección. En Capital el PRO es favorito, pero hay indicios de que se le puede complicar la elección. En Santa Fe, Binner saca ventaja y Miguel Del Sel perdería el segundo lugar a manos de Jorge Obeid, mientras que en Córdoba el gobernador José Manuel de la Sota haría pesar la localía, con el radicalismo segundo y el FpV tercero. En la provincia mediterránea hay una controversia: algunas encuestas dicen que Domingo Cavallo ni siquiera podría conseguir el 1,5 por ciento imprescindible para ser candidato en octubre y otras afirman que llegará al seis por ciento.


Como es obvio, las comparaciones no se pueden hacer con una elección presidencial en que los votos se polarizan muchísimo y la mirada del ciudadano es completamente distinta: hay dirigentes que son bien considerados para estar en el Parlamento, pero que un votante nunca apoyaría para manejar el Poder Ejecutivo. Las elecciones de medio término siempre son difíciles para los oficialismos –en la Argentina y el mundo– por esa razón.

Los diputados que renueva el kirchnerismo son los obtenidos en su peor elección, la de 2009. El principal ejemplo es el de la Ciudad de Buenos Aires: hace cuatro años, el FpV sacó el 11,63 por ciento de los votos y quedó en cuarto lugar detrás del PRO, Proyecto Sur y el Acuerdo Cívico y Social. La previsión es que este año conseguirá bastante más del 20 por ciento de los votos, es decir que duplicará su porcentaje y obtendrá más bancas en la Cámara baja. El panorama en la CABA muestra al PRO arriba, con el FPV en segundo lugar y alguno de los candidatos de las cuatro versiones de Unen se ubica tercero. Ningún encuestador arriesga una respuesta concluyente a la pregunta de si los votos en las PASO para Fernando “Pino” Solanas, Alfonso Prat-Gay, Rodolfo Terragno y Leandro Illia terminarán sumándose en octubre o habrá fugas a otras fuerzas.

Hugo Haime, titular de Hugo Haime y Asociados, advierte que “a una semana, todavía el 45 por ciento no sabe qué se vota el 11 de agosto. No obstante, esperamos un alto presentismo. Como vengo diciendo, el oficialismo conseguirá, punto más, punto menos, un 35 por ciento de los votos, algo más que en 2009. Por supuesto que será menos que en 2011. La segunda minoría será la misma que ese año: el socialismo y aliados. Y quedarán expectantes las distintas variantes del peronismo. Se las podrá sumar por perfil político, pero no constituyen un mismo partido”. En este terreno, Haime deja entrever que ése es el caso de Massa, Rodríguez Saá, De la Sota. Todos son peronistas disidentes, pero al menos por ahora, “no se los puede sumar partidariamente”.

Artemio López cree que el FPV terminará redondeando un porcentaje, a nivel nacional, cercano al 40 por ciento de los votos. “Veo en el segundo lugar al radicalismo, aliado al socialismo. Juntos estarán en un 20 por ciento –sostiene López–. El resto de las fuerzas en competencia no tienen presencia en todo el país. Es el caso del PRO y el Frente Renovador, sin candidatos en distritos fundamentales como para desplegarse nacionalmente.”


“A una semana de las PASO, se van afirmando algunas certezas y ampliándose algunas incertidumbres –sostiene Ricardo Rouvier, de Rouvier y Asociados–. Entre las certidumbres tenemos que el kirchnerismo seguirá siendo la principal fuerza política nacional, que va a medir fuerzas arriesgando menos que la oposición, en lo que a bancas se refiere. Va a haber dos resultados; uno de valor simbólico, que será la comparación con el 2009 y el desempeño en los principales distritos –sobre todo el territorio bonaerense–; y otro más institucional, que será la consecuencia de la elección en el poder parlamentario del oficialismo y la oposición. Otra certeza es que la oposición seguirá careciendo de un posicionamiento homogéneo y nacional.”

Para Luis Costa, de Ipsos-Mora y Araujo, “hay dos niveles de análisis. Es posible que el FpV redondee un 35 por ciento, no con un desempeño homogéneo. En 2011, la Presidenta ganó en todos lados. Esta vez veo desempeños muy buenos en la mayoría de las provincias, con performances más acotadas en Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En la Capital Federal el Gobierno puede tener un desempeño sorprendentemente mejor de lo que se espera. El voto opositor que tradicionalmente iba al PRO está más repartido con Unen y Filmus consigue muy buenos porcentajes. En provincia de Buenos Aires el final es abierto”.

La visión de Enrique Zuleta Puceiro, titular de Opinión Pública Servicios y Mercados, es diferente: “La posibilidad de una derrota oficialista en los grandes distritos se vio amplificada por la exitosa irrupción de Massa y la consiguiente fragmentación política del espacio pro gubernamental. Al día de hoy, la elección es juzgada por todo el electorado más bien como una antesala de un cambio de ciclo político en el 2015. Las tendencias nacionales apenas han variado en los últimos siete meses. El FpV obtendría a nivel nacional alrededor del 30 por ciento sin proyectar. Es decir, una elección similar a la del 2009, que puede empeorar o mejorar sobre la hora del voto. Nadie parece por ahora muy interesado en sumar nacionalmente los votos del 11 de agosto. Está claro, sin embargo, que una amplísima mayoría votará contra el gobierno nacional, sin que ello implique necesariamente una derrota, debido a la división que sigue imperando entre las fuerzas de oposición. El kirchnerismo podría aspirar a más votos y más bancas, aunque muy lejos ya de las mayorías parciales para forzar una reforma constitucional o para cambiar el ciclo y devolver vida al proyecto reeleccionista”.


“El panorama a nivel nacional y más específicamente en el área metropolitana –dice Analía Del Franco, de Analogías– se caracteriza por cierta distancia de parte de la opinión pública frente a estas elecciones. Esto puede preocupar por el bajo interés, pero, por otro lado y a la luz de otros momentos de nuestra historia reciente, refleja bajo nivel de necesidad de expresar bronca, que es en términos electorales el sentimiento que mayor nivel de movilización genera. Los resultados electorales –agrega Del Franco– tienden a ser similares a otras legislativas que marcaron cierta tendencia. Los grandes centros urbanos, entre ellos algunas capitales de provincias, tienen mayor tendencia a un voto opositor al oficialismo nacional y hay un comportamiento más cercano al oficialismo entre los sectores de menores recursos y en las ciudades de menos de 100.000 habitantes. Es un dato muy importante la forma en que se estrechó la diferencia entre Massa e Insaurralde.”

(Diario Página 12, domingo 4 de agosto de 2013)

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