CANCION / La última grela / Escribe: Horacio Ferrer






Recorre América Latina y Europa con Astor Piazzolla recitando sus versos y, luego, el mundo entero invitado de 1997 a 2007 por el notable maestro director y violinista letón Gidon Kremer con la operita “Maria de Buenos Aires” para públicos de concierto y otra grabación en la ciudad de Wells, Austria.

Recibe la Medalla de Honor de la Universidad de Paris, La Sorbonne, y le otorgan honores en Salamanca, Oxford, El Salvador y de la Universidad; el Gobierno de Buenos Aires la Medalla del Bicentenario, la Sociedad Central de Arquitectos lo nombra Arquitecto honorario por su diseño del Museo Mundial del Tango y su devoción por Buenos Aires, el Arzobispado le concede el premio Juntos Educar para ciudadanos que son ejemplo para la ,juventud, y en el año 2010 recibe en el auditorio del Porto Antico de Génova el premio Luigi Tenco a los más grandes de la canción en el mundo, de manos de los directores del Festival de San Remo Sergio Marchi y Hugo Brussaporco.


Del fondo de las cosas y envuelta en una estola
de frío, con el gesto de quien se ha muerto mucho,
vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola,
taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.

Con vino y pan del tango tristísimo que Arolas
callara junto al barro cansado de su frente,
le harán su misa rea los fueyes y las violas,
zapando a la sordina, tan misteriosamente.

Despedirán su hastío, su tos, su melodrama,
las pálidas rubionas de un cuento de Tuñón,
y atrás de los portales sin sueño, las madamas
de trágicas melenas dirán su extremaunción.

Y un sordo carraspeo de esplín y de macanas,
tangueándole en el alma le quemará la voz,
y muda y de rodillas se venderá sin ganas,
sin vida, y por dos pesos, a la bondad de Dios.

Traerá el olvido puesto; y allá en los trascartones
del alba el mal, de luto, con cuatro besos pardos,
le hará una cruz de risas y un coro de ladrones
muy viejos sus extrañas novelas en lunfardo.

Qué sola irá la grela, tan última y tan rara,
sus grandes ojos tristes trampeados por la suerte,
serán sobre el tapete raído de su cara,
los dos fúnebres ases cargados de la muerte.

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