MENDOZA / Para enojarte mejor / Escribe: Roberto Follari






La estrategia del "golpe de Estado blando", ideada por el agente de la CIA Sharp, tiene como primer movimiento hacer enojar a la población contra el gobierno que Estados Unidos quiere voltear.

En Argentina aún alguien tan poco adicto al kirchnerismo como el politólogo Atilio Borón, declara que Estados Unidos quiere voltear al gobierno argentino actual, lo mismo que está sucediendo en Venezuela. Y para lograrlo, está claro, hay que hacer enojar a la población.


Fabricar descontento, entonces. Por supuesto ninguna realidad está exenta de problemas y errores, así que se potenciará los mismos. Y, sobre todo, se inventará otros, e incluso los aciertos se presentarán como errores. Es una guerra principalmente mediática. La gente creerá que está enojada. Creerá que está muy mal, que nada marcha normalmente. Se la excitará permanentemente para que se enoje. Se la estimulará hacia la mala onda y la mala voluntad.

Como todos saben, el tema inicial siempre será seguridad. Un caso de secuestro o de muerte se repetirá incansablemente por todos los canales mediáticos a la vez durante 24 horas; cuarenta millones de argentinos vivieron normalmente el día, pero los 40 millones vieron cómo un caso, dos o tres, les llenaban la vida de zozobra. La inflación será otro tema; poco importa que el poder adquisitivo se mantenga o mejore por las negociaciones paritarias y los aumentos de sueldo, igual se dirá que estamos -siempre y pase lo que pase- al borde del abismo. El dólar será el tema siguiente de grandes alarmas, aun cuando la mayoría de la población no use jamás esa moneda. Y así siguiendo.

Todo suma para hablar mal e ir enojándolo a Ud., enojando a todos con un veneno constante e interminable. Está mal hacer trato con Irán porque les hacemos el juego, pero si luego Irán no quiere aprobar el tratado está mal porque los iraníes nos desprecian a nosotros. Está mal no hacer caso a la banca internacional si nos oponemos a los fondos buitres, pero está mal también si luego se negocia con estos. Está mal alejarse del Fondo Monetario, pero está mal acercarse a él. Está mal si hace frío, está mal si hace calor, también si el sol sale por el Este. Todo está mal, hay que enojar a la población y hacerle creer que todo eso no es fruto de lo que se dicen en los medios, sino de su propia percepción de la realidad.


Porque lo cierto es que hay ciertas clases medias y altas que tienen predisposición ideológica a recibir esos mensajes. A ellos les suena bien que se llame dictadura al gobierno que más ha hecho contra las dictaduras, o que se hable de falta de libertad de expresión mientras se la ejerce tranquilamente. Ellos no toleran a gobiernos que se ocupen de los de abajo, que den un sitio a los detestados "negros" de los barrios pobres. Y creen que todo eso es realidad pura, esas clases medias no reconocen sus propios prejuicios ideológicos.

Pues esa es la paradoja que muestra la teoría científica sobre las ideologías: los que dicen tener una ideología, son menos ideológicos que los que creen no tenerla. Los primeros -generalmente aquellos a quienes se llama "de izquierda"- son concientes de su toma de partido. Los otros, los que están a favor del sistema, no se dan cuenta de que lo están, creen ser a-valorativos y no tener ideología. Como es imposible no tenerla, sucede que no se han enterado de sus propias anteojeras, por lo cual son esclavos de las mismas, no pueden reflexionar sobre ellas (pues no las reconocen ni advierten).

De modo que la estrategia del golpe blando se aplica usando la falta de reflexión de ciertos sectores sociales medios y altos que conspiran contra la democracia, muchas veces sin saberlo y con la mayor buena voluntad. Porque de buenas intenciones está poblado el camino del infierno, decía el Dante, y el gran filósofo Hegel reclamaba que nada hay más detestable que el "alma bella" (la del que se cree limpio de toda culpa y responsabilidad en lo social). Los que más dicen creer en la democracia, son los más son usados contra ella por los poderes internacionales del Norte.


Sólo que ni Argentina ni Venezuela tienen gobiernos débiles como lo fue el de Lugo en Paraguay, o el de Zelaya en Honduras. Al enojo de un sector de las clases medias, responderá la convicción de un sector más pequeño de las mismas que apoya activamente estos procesos, más la férrea voluntad de las amplias clases populares, tanto organizadas como espontáneas.

El resultado no es nunca previsible, pero lo previsible es que ningún avance golpista-mediático dejaría de encontrar enormes escollos en un país como el nuestro (aún si tuviera momentáneo éxito). Y las consecuencias, como las del golpe cívico-militar de 1955, dejarían huellas y cicatrices por enormes períodos históricos.

Image Hosted by ImageShack.us