El Papa argentino destacó las virtudes cristianas de la criminal de guerra británica Margaret Thatcher.
Si es cierto que para muestra basta un botón, ya está todo dicho.
Francisco no va a combatir (ni aparentarlo) la corrupción política y económica vaticana.
Supuse que la Curia romana había advertido la necesidad política de modificar las apariencias, pero está claro que me equivoqué.
En vez de cicatrizar heridas o dejarlas como están, el ex cardenal viene a agrandarlas y a abrir otras nuevas.
No advierto nada de inteligencia ni de racionalidad en esta política vaticana.
El fundamentalismo y la inquisición están intactos.
Ojalá esto sirva para que millones de católicos huyan espantados de la secta más grande del mundo (como la llama el gran periodista Julio Rudman) y que ésta se derrumbe definitivamente por los siglos de los siglos.