MENDOZA / Derechos y humanos / Escribe: Roberto Follari






Un espectáculo deleznable. La última semana, vimos el "mundo al revés" de María Elena Walsh, justo en uno de los puntos más sensibles de la historia argentina toda: los atropellos a los derechos humanos entre 1976 y 1983.


Los que nunca dijeron nada, aquellos a que esos tremendos atropellos nunca importaron, incluso algunos cómplices de los mismos, fingieron a coro indignación por una actividad realizada donde fue la ESMA.

No vale la pena discutir el acto. Como bien dijo Hebe de Bonafini (a quien alguien podrá discutir sus ideas, pero nadie podrá quitarle lo que se jugó frente a la dictadura), en ese sitio hoy se realizan múltiples actividades en torno a la memoria y la justicia. Es el modo en que se decidió honrar a las víctimas que sufrieron allí extremo martirio: no con el silencio, sino con una actividad que activara la memoria y vigencia de los ideales que sostuvieron.

Por eso es difícil tipificar -aceptada esa posibilidad de que allí se realicen actividades- dentro de qué límites una de ellas resulta aceptable o no. Lo cierto es que, dentro del espíritu de respeto y asunción de la memoria de las víctimas, fiestas ha habido allí varias veces; la primera, cuando por obra del gobierno de Néstor Kirchner se decidió que el Estado retomaría estos terrenos como espacio de homenaje a quienes allí fueron torturados y asesinados.

Justamente los enemigos de ese acto de Kirchner, justo los enemigos de la actual política de derechos humanos, enemigos múltiples del gobierno nacional que a menudo lo son porque no toleran su política de derechos humanos, son los que hicieron una parodia macabra, pretendiendo que el gobierno que juzga a los asesinos estaría en falta frente a ellos, los súbitamente "preocupados" por el recuerdo de la ESMA.

Esos que nunca vimos ir a una marcha, que nunca estuvieron en los juicios, que callaron durante los casi trece años en que el tema fue "cerrado" por los indultos de Menem. Algunos periodistas frívolos e inconsistentes, personajes oscuros que nadie conoce, personas que nunca aportaron un gramo a la larga y muchas veces peligrosa pelea de los organismos, son los que se sumaron a la fingida "indignación", en un tema que no les concierne ni les importa.

Es que se trata de la costumbre de hablar mal de gobierno, diciendo cualquier cosa. Si se trata de un tema como éste la grosería ética es extrema, pues ya se ha perdido todo norte ético. Se juega con lo que sea. En temas menos espinosos (pero no por ello menos dados a la deformación y la mentira), vimos que si Chile hoy nos sale caro...no es culpa de Chile, sino de Argentina!! (por supuesto, si hubiera estado barato el país vecino, dirían que es muestra de lo caro que estamos nosotros). Si hay muchos juguetes disponibles y con la doble ventaja de estar baratos y ser producidos en Argentina, se dice que...no tenemos acceso a juguetes importados!! Si la presidenta mantiene viva la justa protesta argentina por Malvinas, se titula "Fuera manos de las Malvinas!!", que es lo que dice -escribiendo Falklands, no Malvinas- un titular británico que va contra la Argentina. Si el presidente de Chile hace una acusación sin pruebas acerca de un supuesto apoyo argentino a mapuches, los diarios argentinos se vuelven pro-chilenos. Si Darín habla contra el gobierno y hay mil actores y artistas que están a favor de ese mismo gobierno, hay que propalar sólo la opinión de Darín. Y así siguiendo.


Dentro de este juego permanente y absurdo se lanzaron las acusaciones sobre la ex-ESMA, por parte de una semiignota agrupación de "Hermanos de Desaparecidos"; agrupación a la cual la lucha de 35 años en este tema no le debe nada (a diferencia de Madres, de Abuelas, posteriormente de Hijos). Ni hermanos ni primos ni tíos fueron importantes en esta lucha, y no es cuestión de improvisar prosapias para cuando convenga, ahora que todo el peso más difícil de esa lucha ha pasado.

Lo cierto es que, cualquiera hubiera sido la intención de los "acusadores" iniciales, el espectáculo posterior forma parte de una de las burlas más hirientes a la historia de las víctimas de la dictadura en general, y de la represión ilegal en singular.

Ver a los indiferentes, a los que nunca aportaron, a los que decían "por algo será", a algunos opinadores apresurados y oportunistas jugar con la memoria de los desaparecidos, ha sido vomitivo. Esos señores, pretendiendo juzgar en este tema a un gobierno que es reconocido a nivel planetario por ser el que más lejos ha llegado en todo el mundo en cuanto a llevar a la justicia, con todas las garantías, a quienes cometieron crímenes extremos. Se trata de una memoria hiriente para siempre, que no da lugar al uso de ocasión, ni a ver cuánto se le puede sacar para realizar una operación política momentánea.

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