ARGENTINA / Entre la acción y lo simbólico / Escribe: Gustavo Cirelli






La llegada de la Fragata Libertad, ayer, al puerto de Mar del Plata, reconfirma que el kirchnerismo, hace casi diez años, se dispuso a escribir la historia. Pero no en el sentido minúsculo, en el que abundan hasta el hartazgo (sobre el relato K y bla bla bla) aquellos que eligieron hundirse en el lado magnettista de la vida, como bien señala Víctor Hugo Morales.


No.

El kirchnerismo, con aciertos y con errores, escribe la historia de la gestión cotidiana de gobierno, pero también lo hace a través de poco frecuentes acciones de profundo contenido simbólico. Esa característica política volvió a expresarse, esta vez, a orillas del mar en forma de acto soberano y popular, colmado del fervor militante de miles y miles de jóvenes, a metros de la Base Naval de Mar del Plata –principal mazmorra del terrorismo de Estado de la zona durante la dictadura cívico-militar–. Simbolismo y acción. Como antes fue, por ejemplo, el gesto de autoridad de Néstor Kirchner cuando ordenó "proceder" a descolgar el cuadro del genocida Videla del Colegio Militar, un acto de innegable connotación que contribuyó a reparar el tejido de una sociedad que había sido arrasado por años de impunidad, indultos, neoliberalismo y otras calamidades. Pero esa acción no se quedó sólo en lo meramente simbólico, sino que tuvo su correlato concreto en el Parlamento con la derogación de las leyes del perdón; y en el ámbito judicial con el avance en las causas que llevaron al banquillo de los acusados a los responsables militares y civiles del genocidio. En los últimos años, varios de ellos ya fueron condenados. Y otros, aquellos que vestían de fajina o los que lucían corbata, tampoco podrán eludir mucho más tiempo el inexorable camino de la Memoria, de la Verdad y la Justicia, y por ende, en su caso, el camino que conduce a la cárcel. Ese destino manifiesto los tiene nerviosos. Los obliga a mentir y, lo que es más lastimoso aún, hace que otros mientan. Los convoca diariamente por miedo a exaltar su épica destituyente. Los denigra.

Quizás por eso el acto de ayer tendrá espesura histórica. Porque una vez más puso las cosas en su lugar: por un lado a la Fragata Libertad en su Patria; y por muchos otros volvió demostrar en qué rincón del presente se ubica cierta dirigencia opositora. La versión especular de simbolismo y acción: algo así como el revés de la trama. Cabe recordar ahora que cuando la Fragata fue retenida el pasado 2 de octubre en Ghana, un puñado de opositores se exasperó, acusó al gobierno por la impericia que determinó semejante entrega de la soberanía nacional, pero obvió –obviamente– responsabilizar a los buitres detrás de esa acción y hasta propuso hacer una "vaquita" para juntar los millones de dólares necesarios para pagar el "rescate" del navío de manera privada.


Todo eso pasó ayer nomás.

Pero lo paradójico, o ya no tanto, es que el buque –vale reiterar: tan sólo hace tres meses era un símbolo de la soberanía nacional para esos mismos opositores–, hoy que está amarrado en costa bonaerense, no es más que una excusa del kirchnerismo para seguir escribiendo su relato. Y una vez más, ese puñado de opositores obvió mencionar que fue invitado al acto, el mismo al que no asistió.

Por lo que se ve y se lee últimamente, son varios los que han perdido la brújula que los arrima a tierra firme y naufragan a diario en sus construcciones cuasi psicóticas de la realidad. Se puede estar a favor o en contra del gobierno de Cristina Kirchner. Y está bien que así sea. De eso se trata la democracia también: de confrontar ideas, de discutir, de oponerse. Pero lo que hay que tratar, en lo posible, es de no perder el rumbo. La tapa del diario La Nación del miércoles 9 de enero de 2013 ya es una pieza de colección: el mismo matutino que editorializó –como recordó la presidenta en su discurso de ayer– que el país debía honrar sus deudas y pagarles a los fondos buitre tituló "La Fragata, retenida en alta mar". Sin dudas, también está nervioso. Retenida, la Fragata, estuvo por una demanda de los fondos buitre en el puerto ghanés. En el Mar Argentino, tripulación y navío aguardaban para ser recibidos por una multitud, como estaba programado y como ocurrió en lo que fue una fiesta popular. En la que hubo miles y miles de ciudadanos de un lado, felices por el regreso del buque, y unos pocos del otro –más allá del denodado esfuerzo de TN y de Clarín por darles magnitud– que balbucearon un cacerolazo con un prolijo cartel en el que podía leerse "Cristina montonera". A veces, la realidad vuelve patéticos ciertos esfuerzos.


Para concluir, una observación que si bien no debe opacar la celebración popular de ayer, tampoco puede ser pasada por alto: el capitán de navío a cargo del buque, Pablo Lucio Salonio, reivindicó la figura del fallecido capitán de fragata Pedro Giachino como un héroe de Malvinas. Si bien Giachino fue el primer caído en las Islas el 2 de abril de 1982, antes y siempre, fue y será un miembro más de la maquinaria del terrorismo de Estado, uno de los torturadores más tristemente recordados por los sobrevivientes de la ESMA.

No todo es lo mismo.

(Diario Tiempo Argentino, jueves 10 de enero de 2012)

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