ARGENTINA / Debemos detener la contrarrevolución antiperonista / Escribe: Walter Moore






La única manera de detener una contrarevolución es profundizando el proceso revolucionario.

Es imposible que una dirigencia liberal que ha sido reiteradamente repudiada por el Pueblo argentino pueda detener el proceso de cambio en marcha.

Los únicos que podemos darles un poco de aliento somos nosotros, si no profundizamos los procesos de cambio ya iniciados, hasta hacerlos irreversibles.

Ya Perón lo decía “No es que nosotros seamos muy buenos, sino que ellos son muy malos”.

Pero a pesar de todo lo derrocaron, gracias a los traidores internos, entonces instalados en las fuerzas armadas, y que costaron 18 años de sufrimiento hasta que Perón pudo regresar al poder.

Pero no llegó solamente un gran líder carismático, trajo consigo un plan elaborado durante los tres años anteriores y también los recursos para llevarlos a cabo. Y esos años fueron eléctricamente felices para los que entonces éramos jóvenes.


CÓMO PROFUNDIZAR LA TRANSFORMACIÓN

En la base de la falta de conformidad actual está la estructura monetaria. La gente protesta por la inflación, y porque “no hay plata en la calle”.

Sin embargo esto puede solucionarse muy fácilmente, emitiendo todo el dinero que falta para llegar a establecer la expresión dineraria de la riqueza real.

Dicho de otra manera, emitiendo tanto dinero como riqueza producimos, lo cual es representado por el PBI.

El PBI de Argentina, en 2011, medido por el Banco Mundial de acuerdo a la capacidad adquisitiva de la población (el índice de Paridad del Poder Adquisitivo) es de es de 740.000 millones de dólares.

Como nosotros sólo emitimos el 33% de nuestro PBI, podemos emitir un 67% adicional, y así equilibrar el dinero con la riqueza, o sea el 67% de 740.000 millones de dólares, o sea 496.800 millones de dólares, que con un dólar a $ 4,50, nos dará más de 2.200.000 millones de pesos.

Para terminar con los conflictos, debemos emitir esta masa monetaria, impidiendo que ingrese en el circuito especulativo de los bancos y multinacionales, o se sume a los 400.000 millones de dólares que los ricos ya fugaron del país.

Debe distribuirse, por una parte a los trabajadores y jubilados, y así aumentar la capacidad de consumo de las masas populares, porque es el consumo el que impulsa la producción, la producción genera trabajo, y el trabajo, capacidad de consumo (ver gráfico), pues el único mercado seguro es el mercado interno.

Debemos usar este dinero para facilitar la creación de nuevas empresas argentinas, apoyando solamente a aquellos que paguen a sus trabajadores cumpliendo con todos los pagos que les corresponden.

El trabajo lo pedirán las grandes empresas estatales capacitándolos como sus proveedores.

Al revivir con estas grandes inyecciones de dinero, deben instalarse a lo largo a lo ancho de todo el país.

Así se generaran gran cantidad de puestos de trabajo, tanto al construir estas nuevas localizaciones y su infraestructura, lo cual a su vez generará más riqueza, lo que permite emitir más dinero.

Nadie menciona que cuando en Estados Unidos se puso en marcha el New Deal, el país creció a una tasa del 300% anual.

Esto puede suceder en nuestro país, impulsado por empresas tales como:

• YPF
• FERROCARRILES DEL ESTADO
• NUEVAS REPRESAS Y ENERGIA EÓLICA
• REDES ELECTRICAS Y DE COMUNICACIONES
• RENOVAR LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA ESTATAL
• EXPLOTACION MINERA ESTATAL (Litio, oro, plata, cobre, etc.)
• DESARROLLO URBANO-RURAL (y creación de nuevas poblaciones)
• CADENAS DE SUPERMERCADOS ESTATALES
• RECONSTRUCCIÓN DE FABRICACIONES MILITARES
• RECREACIÓN DE LA FLOTA MERCANTE
• RECUPERACIÓN DE LOS PUERTOS
• CONSTRUCCIÓN DE REDES DE TRANSPORTE MULTIMODAL
• RECONSTRUCCIÓN AMBIENTAL, ETC.

Para realizar todo esto usaremos materiales, empresas y personal argentino.


No necesitamos ni las famosas “Inversiones Extranjeras”, pues nosotros ponemos el dinero, pues ellos traen “pan para hoy y hambre para mañana”.

Si necesitamos equipos y know how lo compraremos, pero el trabajo lo haremos nosotros.

Por otra parte, en la Argentina hay un importante capital humano, que no se fue o que regresó con experiencia y ganas de trabajar, deseoso de pasar su experiencia a los jóvenes llenos de energía que deben soportar el peso del trabajo duro.

Un trabajo que puede ser inútil si no está correctamente direccionado.

Los saqueadores y asesinos de siempre, sin pudor, tratan de retomar el poder, y usa a los que siempre han usado, a los dirigentes obreros convertidos en empresarios, a las camarillas que usan a sus supuestos representados para mantener sus privilegios, y si para eso deben destruir el país, no vacilan en hacerlo.

Ya lo han hecho. Ya lo vimos. Ya lo sentimos.

Y lo recordamos.

Son otras caras, otros nombres pero la misma actitud que nos hizo perder a todas las empresas del Estado, y permitió que las corporaciones compraran por centavos o destruyeran a más de 160.000 empresas argentinas.

El Proceso hizo quebrar a 16.000, Alfonsín a 47.000 y Menem a 103.000.

¿Esos son los que quieren volver?

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