La Corriente Causa Popular piensa que la principal bandera del anunciado 8N fue la superficialidad, reflejo de la frivolidad y ausencia de programas que campea en la dirección de los partidos políticos opositores. “Yo no pago mis impuestos para mantener vagos”, decía una señora que piensa que con el Alumbrado, Barrido y Limpieza - que al igual que muchos otros porteños es el único impuesto que paga - se sostiene la medida que favorece a miles de madres embarazadas o niños cuyos padres trabajan informalmente (en negro) o no trabajan temporariamente. “No hay libertad” decía otro que manifestaba libremente su enojo con algunas medidas del gobierno. “Estamos cansados del silencio que nos imponen” se lamentaba un joven que podía hablar por cada uno de los micrófonos que se le ponían enfrente. “Basta de corrupción” reclamaba otro, como si la historia se hubiera puesto en marcha en 2003. “No a la re-reelección” era la preocupación mayoritaria en la Av. Santa Fe y Callao.
Si bien los resultados no tuvieron la contundencia que sus organizadores esperaban, como la renuncia presidencial, el levantamiento de las fuerzas de seguridad y reaccionarias tonterías del mismo tenor, la concentración logró juntar a explotadores y explotados, a verdugos y víctimas y a sectores sociales que deberían sentirse representados y expresados por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
¿Qué ha sucedido?
En todos los momentos críticos de la Argentina , cuando se ha puesto en juego la posibilidad de cambiar para siempre el paradigma del país agroexportador, para pocos, excluyente, de espaldas a América Latina y abierto a Europa y EE.UU., la sociedad se ha partido en dos. De un lado las fuerzas antinacionales, del atraso y la resignación ante los poderes mundiales y del otro los nacionales y populares, que expresan las tendencias más transofrmadoras y luchan por modificar el destino del país, buscando darle un nuevo cauce a la historia argentina y latinoamericana.
El núcleo político y social que expresa los intereses más concentrados, antinacionales y oligárquicos es siempre minoritario. Para poder ejercer su poder hegemónico sobre el conjunto de la sociedad requiere sumar a sectores medios que les permita equilibrar el peso mayoritario de las clases y sectores populares. En suma, hay sectores del poder económico, político y financiero, argentino e internacional, que no quieren que nos constituyamos en un país independiente y utilizan a los sectores más permeables de la pequeña burguesía como fuerza de choque, como base númérica sobre la cual apoyarse. Por eso, necesitan crear impresionistamente desde los medios, la crispación.
En junio de 1955, en la procesión de Corpus Christi marchó, con solemnidad y pompa, la sobreviviente Unión Democrática para enfrentar a Perón. Católicos de misa diaria, confesos masones y notorios comecuras,(comunistas y socialistas), se unieron en un rejunte tan patético como el que se vio en la noche del 8 de noviembre pasado. Aquellos, pocos meses después, llenaron la Plaza de Mayo para festejar la caída del General cuando todavía las huellas del bombardeo, que se había cobrado la vida de 400 civiles indefensos, estaban expuestas.
El instrumento con que estos grupos privilegiados y minoritarios imponen su punto de vista sobre un heterogéneo conjunto de pequeños comerciantes, jubilados, maestras, jóvenes estudiantes, encargados de edificios y amas de casa, ha sido el de una penetración cultural manejada desde los grandes medios monopólicos y en los que la televisión y las redes sociales de internet, se ha convertido en instrumento decisivo. Una tradición ideólogíca antinacional -cipaya- que afecta tanto a la derecha como a la izquierda, realiza el milagro de unir a la hija recuperada Victoria Donda con la vocero de sus secuestradores Cecilia Pando, al supuesto tribuno proletario Pitrola con el botarate patronal Mauricio Macri. Todas esas expresiones no son otra cosa que el dique que levanta el imperialismo para obstaculizar, dificultar o impedir el desarrollo de nuestras grandes tareas nacionales.
En los treinta y seis años que hemos recorrido desde el 23 de marzo de 1976 se intentó y, en parte se logró, modelar la conciencia de amplios sectores populares -esa indefinible y vasta clase media- para adecuarla a las necesidades de la desindustrialización del país, de las minorías oligárquicas y del capital financiero. De ahí la necesidad impostergable de esta gran batalla cultural a la que ha convocado la presidenta Cristina y en la que estamos comprometidos en la primera línea.
Sin ninguna pretensión de hegemonía cultural, tenemos que dar la gran batalla en el campo de las ideas para defender el punto de vista de los intereses nacionales y populares, tenemos que ampliar aún más a nuestro movimiento(*), para que ningún sector popular se sienta fuera del mismo.
Tenemos por delante grandes jornadas. La del 7 de diciembre dirimirá si el poder en la Argentina es ejercido por los mecanismos democráticos y constitucionales o por una plutocracia surgida de los años del terror estatal y el saqueo del país. El año 2013 nos enfrentará a un proceso electoral decisivo para los años venideros.
Unidos y organizados, podremos asumir el desafío para consolidar lo logrado en todos estos años.
9 de noviembre 2012.
(*) Entendiendo por "nuestro movimiento", el concepto de Perón, el que hoy se expresa no solo a través de su imágen electoral ,el Frente para la Victoria, (PJ y otros), sino que es éste más el conjunto de partidos, agrupaciones, movimientos sociales, sindicales y barriales que hoy apoyan, acompañan y militan, reconociendosé conducidos por la Presidenta de la Nación:Cristina Fernández de Kirchner.
CORRIENTE CAUSA POPULAR
En la senda de Manuel Ugarte, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y Juan D. Perón