ARGENTINA / Entre Harvard y La Matanza / Escribe: Hernán Dearriba






La gira por Estados Unidos dejó luces y sombras. El armado del PJ opositor y la estrategia de Macri para la provincia.

La presidenta Cristina Fernández cuestionó el orden económico mundial desde la capital del mundo. Rechazó las bravatas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y denunció, en el corazón político de la principal potencia global, que en el único país donde no se producen golpes de estado es precisamente en los Estados Unidos, por el simple hecho de que allí no hay embajada americana.

Planteado así, el asunto parece tener suficiente peso específico como para despertar el interés de la política. Ni que hablar si sumamos la nueva reivindicación por la soberanía de Malvinas (que originó otra demostración de fuerza militar de Gran Bretaña) y la aceptación de la apertura de un proceso de diálogo con Irán que despertó polémica fronteras adentro pero también en el exterior y abrió un interrogante sobre las posibilidades reales de avanzar en la investigación por el atentado a la AMIA. Todo, en apenas cinco días.


Pero lejos de eso, la situación en la Argentina es caótica, o eso parece. Y tal vez por eso, la verdadera polémica, la que interesa a juzgar por lo que se lee y escucha, es si los habitantes de La Matanza deben sentirse dolidos o no por la desafortunada frase presidencial en Harvard.

Algo debe estar trastocado para que un grupo de alumnos de la Universidad de Georgetown con escaso conocimiento de la realidad argentina se transforme de buenas a primeras en referentes de opinión sobre lo que acontece en el país. Uno de ellos, entrevistado por medios argentinos, tuvo dificultades para diferenciar las presidencias de Juan Domingo Perón de la última dictadura militar. Casi las mismas que encontró el decano de la Escuela de Gobierno de la prestigiosa Universidad de Harvard a la hora de presentar a Cristina Fernández, a la que señaló como la segunda presidenta mujer de la Argentina, luego de Evita.

En Harvard, la presidenta enfrentó también un duro cuestionario de preguntas, algunas de ellas acordadas previamente incluidas en un panfleto que se distribuyó a la entrada con una interpretación sesgada como la del miedo que debe inspirar la presidenta. Pero también otras de fuerte impacto político, como la que planteó la duda sobre la re-reelección.

En ambos estrados universitarios, Cristina defendió las estadísticas del Indec (a esta altura un empecinamiento difícil de comprender tanto en lo discursivo como en la gestión); brindó definiciones sobre la política cambiaria y los motivos por los cuales su gobierno decidió impedir la venta de dólares para el atesoramiento. Aseveró que no está en sus planes impulsar una reforma de la Constitución y que, aún si quisiera hacerlo, para ello requeriría el concurso del otro partido mayoritario en la Argentina. No se sintió cómoda la presidenta y eso saltó a la vista.

La gira por Estados Unidos cerró un período de 15 días en el que el gobierno pareció sentir el cimbronazo de la protesta del 13 de septiembre. Esa movida generó además algunos desatinos políticos que hicieron su aporte a la revulsión. El clima se enrareció y en el kirchnerismo afirman que se pondrá más espeso de cara al 7 de diciembre. Habrá que ver si en la Rosada consiguen afinar la estrategia para salir del laberinto.


Lejos de Harvard, en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, el PJ disidente tejió esta semana un acto político plagado de símbolos. El cordobés José Manuel de la Sota, el camionero Hugo Moyano y su socio Gerónimo Momo Venegas, junto a Aldo Rico, Francisco de Narváez y varios otros se mostraron como el primer atisbo opositor dentro del peronismo en un acto con declaraciones que rozaron una vez más la vieja teoría de los dos demonios. Habrá que ver cómo germina la semilla, pero se parece demasiado a los intentos anteriores de los sectores más ortodoxos del PJ, con la sumatoria del poder de movilización de Moyano.

Como es habitual, Mauricio Macri navegó sin grandes complicaciones mediáticas una nueva crisis en el sistema educativo porteño que todavía no está resuelta. Menos suerte tuvo en la política. Su antigua socia, Gabriela Michetti finalmente le confirmó que no será su punta de lanza en la provincia. La respuesta no se hizo esperar. Ayer selló un acuerdo con Jesús Cariglino y Gustavo Posse para conformar un frente electoral.

De a poco se acomodan los tantos de la pelea que se dará en 2013. Pero a juzgar por la intensidad de los vientos, para eso falta mucho. La oposición tendrá que decidir si construye una opción que le permita encarrilar dentro de la política a quienes se sienten más cómodos con la cacerola. El oficialismo tiene el desafío de no enredarse en la agenda que menos le conviene y retomar el esquema de gestión que le permitió llevarse el 56% de los votos.

(Diario Tiempo Argentino, sábado 29 de septiembre de 2012)

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