ARGENTINA / Desafiar los interrogantes / Escribe: José Ignacio De Mendiguren







Para la Argentina productiva, el recuerdo de los '90 se presenta entre signos de interrogación por varios motivos.
En primer lugar, porque en aquellos años la destrucción de nuestro aparato productivo venía siempre acompañada por una pregunta cínica y displicente: “¿su sector es competitivo?” ¿Se podía ser “competitivo” por aquellos años ante la competencia desleal que representaba para nuestras pymes el ingreso de mercadería desde el extranjero a precio de dumping? Camisas a 20 centavos de dólar eran, no sólo el certificado de defunción de cualquier planificación productiva, sino también como la metáfora de una caída libre constante, a caballo de empresas fundidas y una desocupación monstruosa, fruto del cada vez más extinto trabajo argentino. Nos preguntaban por nuestra competitividad, mientras el 1 a 1 se llevaba puesto los puestos de trabajo de millones de argentinos.



Pero aquella época también generaba un interrogante en otro sentido: cuándo y cómo iba a implosionar la Convertibilidad, ese modelo basado en el ajuste y la postergación colectiva como estandartes. Sabíamos que el espejismo de la valorización financiera no iba a durar para siempre, intuíamos sus nefastas consecuencias. Y pasaron.

Hoy, los tiempos han cambiado. Las respuestas a las preguntas dejaron de ser catástrofes inconducentes para transformarse en retos a encarar. Con la soberanía monetaria como telón de fondo, los desafíos de hoy están ligados a generar más y mejor valor agregado argentino para proveernos un proceso de desarrollo acorde a las circunstancias históricas que nos tocan vivir. Terminar con los procesos pendulares que hemos propiciado, y que han dejado truncas muchas iniciativas tendientes a desarrollar nuestras capacidades productivas.

En contraposición a lo que pasó durante los '90, hoy nuestra industria ve un futuro potencialmente promisorio y está dispuesta a trabajar para transformarlo en realidad. Para conseguirlo, la UIA desarrolla constantemente programas en post de la innovación, lleva adelante iniciativas para fortalecer las cadenas de valor y promueve pactos regionales que permiten federalizar la agregación de valor, entre muchos otros emprendimientos.

Estos años han sido de recuperación y reconstrucción de nuestro complejo entramado industrial. Es una tarea ardua, pero está dando sus frutos. Los más de 300 parques industriales distribuidos por el territorio argentino y las más de 7000 pymes allí radicadas muestran a las claras cómo estas herramientas son las que realmente nos hacen competitivos en el largo plazo, marcando el camino de la salida productiva hacia el desarrollo.



Para dejar definitivamente atrás las consecuencias de la Argentina "convertible" y adentrarnos en la nueva configuración global-regional, la interacción armónica entre Estado, trabajadores y empresarios cobra una importancia gravitante. Nuestra oportunidad como país es hoy, y el diálogo será indispensable a la hora de pensar cómo queremos responder a las preguntas que el futuro tiene para hacernos.
(Diario Tiempo Argentino, 2 de setiembre de 2012)

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